APRO/Judith Amador
Ubicado en un territorio con fallas geológicas y regiones potencialmente sísmicas, México ocupa el quinto lugar de los países con mayores riesgos frente a los efectos devastadores de estos fenómenos.
De ahí que arquitectos, investigadores, académicos, ingenieros y otros expertos, miembros de las sociedades mexicanas de Ingeniería Estructural, AC (SMIE) y de Ingeniería Sísmica (SMIS), encendieran las luces de alerta cuando el presidente Andrés Manuel López Obrador anunció la entrega de créditos para la construcción de viviendas directamente a los beneficiarios para que, sin inmobiliarias u otros intermediarios, contraten al ingeniero o “maestro de obra” y así les rinda más el monto.
A juicio de López Obrador, en la construcción de zonas habitacionales hay mala experiencia y mucha corrupción, se construía mal, en cerros, barrancas y otros lugares inaccesibles, “huevitos de 30 metros cuadrados”, y por eso están abandonados 650 mil departamentos.
En su matutina del viernes 22 de mayo, aseguró que ahora se busca favorecer a los más pobres, y con ello beneficiar a todos, incluso a empresas. Pero los expertos consideran que esa postura alienta la autoconstrucción y desestima el conocimiento y asesoría técnica de ingenieros sísmicos, estructuristas, civiles y arquitectos.
En la conferencia, el titular del Infonavit, Carlos Martínez Velázquez, informó que entre abril y mayo se han entregado 45 mil 914 créditos, y se han “dispersado 23,517 millones de pesos en la economía”. La meta es entregar 500 mil créditos en 2020. El presidente dijo que inicialmente se otorgará un monto de 125 mil pesos, que reconoce como poco, pero “si ya tienen su terrenito” y lo manejan “con honradez”, se irá aumentando.
En entrevistas por separado, vía correo electrónico, los ingenieros civiles Amador Terán Gilmore y Édgar Tapia Hernández coinciden en que el trabajo de los especialistas en el campo de la construcción, la ingeniería estructural y sísmica se ha encaminado en las últimas décadas a la investigación, conocimiento y prácticas que contribuyan a formar una sociedad mejor preparada frente a los desastres naturales.
En sendas cartas publicadas en sus sitios web, las sociedades a las cuales pertenecen señalan que, durante los sismos de septiembre de 2017, las construcciones colapsadas o con daños más graves correspondieron a las de autoconstrucción de viviendas y escuelas en los estados de Chiapas, México, Morelos, Guerrero, Oaxaca y Puebla, por lo cual se consideran “obligados a hacer un llamado enfático a evitar la autoconstrucción”.
Maestro y doctor en Estructuras por las universidades de Texas y California, y profesor investigador de la Universidad Autónoma Metropolitana, Terán Gilmore forma parte del comité de expertos que hace los reglamentos orientados a que las estructuras soporten cada vez sismos de mayor intensidad, y considera terrible que la propia autoridad federal aliente la autoconstrucción que podría pasar por alto esos lineamientos.
En su opinión, la idea de López Obrador de impulsar la creación de vivienda sin intermediarios y expertos, puede ser “de buena fe, para apoyar a la gente más necesitada”, e igualmente se dice consciente de que la industria constructiva no es ajena a casos de corrupción… pero a mediano y largo plazo se creará un mayor problema porque en sismos futuros los más afectados podrían ser los beneficiados de esos préstamos, al ponerse en riesgo su patrimonio, incluso sus vidas.
Presidente de la SMIE, el ingeniero estructurista Tapia Hernández aclara que la intención del organismo es difundir el conocimiento científico y tecnológico de la disciplina, que se refleja también en los reglamentos de construcción. Y no constituyen cuestionamientos políticos.
Autor de diversas publicaciones sobre ingeniería sísmica, advierte que cuando ese conocimiento no se toma en cuenta, las estructuras son más vulnerables a los sismos, no porque la ingeniería las haga infalibles, pero sí se mejora sustancialmente su comportamiento ante el fenómeno natural. En cambio, la autoconstrucción es más vulnerable y coincide en que ello se demostró con el sismo del 7 de septiembre de 2017.
Tapia destaca que tanto la ingeniería sísmica como la estructural, dos ramas de la civil, han tenido en nuestro país una evolución acelerada en los últimos años e incluso son reconocidas a nivel internacional, pues tratan de dar respuesta a problemas que se derivan del subsuelo de la Ciudad de México, asentada en lo que fue un lago desecado desde la época prehispánica, y la existencia en otras regiones de fallas geológicas y placas tectónicas.
Para Tapia es perfectamente posible conciliar el avance de estos conocimientos con la construcción de casas que respeten las tradiciones culturales de las comunidades, sus formas constructivas e incluso sus materiales:
“El hecho de incluir algunos consejos o lineamientos en los reglamentos no implica modificar la manera de construir de la gente o los espacios o disposición que decidan tener en puertas y ventanas… Se pueden respetar estructuras de mampostería, ladrillos, tabiques, incluso viviendas con adobe, techumbres de madera o de paja, pero definitivamente hay manera de mejorar su respuesta sísmica, y una de ellas es intentar tecnologías más modernas, como el tabique rojo de barro recocido con refuerzos de concreto.”