Aguas territoriales de Venezuela. 23 de mayo de 2020. Al enterarse de que el navío iraní Fortune, el cual transporta aditivos y combustible para producir y refinar gasolina, ha establecido contacto con el buque patrullero, ANBV Yekuana, el ministro del Poder Popular de Petróleo de Venezuela, Tareck El Aissami, escribe en Twitter: “Ya los buques de la hermana República Islámica de Irán se encuentran en nuestra Zona Económica Exclusiva, como diría nuestro amado comandante Chávez `La Venezuela Azul`, acompañados por nuestra Armada Bolivariana”.
Dos días más tarde, en la Refinería El Palito, El Aissami se dirige a la tripulación del Fortune en los siguientes términos: “Estamos agradecidos con el pueblo de Irán en horas cuando se ha pretendido seguir asfixiando el pueblo venezolano. Hoy se levanta una voz de dignidad y resistencia”. Por último, el embajador de Irán, Hojjatollah Soltani, responde: “Amor con amor se paga”.
Las escenas arribas descritas sirven como prefacio al presente artículo, el cual pretende explicar qué una serie de acontecimientos ocurridos en Venezuela superan la imaginación de cualquier escritor de novelas de espionaje y de intriga internacional.
Para el diccionario Larousse, una novela es “una obra de ficción que consiste en una narración en prosa de considerable extensión, cuyo interés estriba en la descripción de aventuras, el estudio de costumbres o de caracteres, y el análisis de sentimientos o de pasiones”.
En el campo de las novelas de fisgoneo y de confabulación global sobresalen: los británicos John Le Carré, Frederick Forsyth, Jack Higgins, y Len Deighton; y el estadounidense Tom Clancy. Varias de las obras literarias de los precitados autores han sido llevadas al celuloide o a la pantalla chica.
Por qué afirmar que la situación actual en Venezuela es una novela geopolítica. Primero, el 28 de marzo de 2020, la compañía petrolera rusa Rosneft, luego de ser sancionada por los Estados Unidos, cerró operaciones en el país caribeño y vendió sus activos a una firma propiedad del gobierno ruso. De esta manera, Rosneft evitó más castigos por parte estadounidense, pero aseguró que la Rusia de Vladimir Putin seguirá siendo un actor importante en cualquier acuerdo político en Venezuela.
Envalentonado por el aparente éxito, el 31 de marzo, el secretario de Estado, Mike Pompeo, anunció un marco de referencia para resolver, de acuerdo a los intereses de Washington, la crisis venezolana. El plan propone: establecer un gobierno de transición; llevar a cabo elecciones presidenciales libres y justas; delinear una hoja de ruta para el levantamiento de las sanciones económicas.
Lógicamente, el adlátere estadounidense en Venezuela, Juan Guaidò, aplaudió la propuesta. Sin embargo, el gobierno de Nicolás Maduro Moros, afianzado por China, Irán y Rusia, rechazó tajantemente el ofrecimiento del gobierno de Donald Trump.
Lo más rocambolesco, no obstante, estaba por venir: el director y dueño de la compañía de seguridad Silvercorp, Jordan Goudrerau, y el militar anti-chavista, Jorge Nieto Quintero, transmitieron por Facebook un mensaje en donde el mercenario estadounidense comenta: “Nuestros hombres siguen peleando ahora mismo. Nuestras unidades han sido activadas en el sur, oeste y este de Venezuela”. El recado es inequívoco: la Operación Gedeón es real y está dirigida por elementos anti-chavistas, apuntalados por contratistas militares estadounidenses. Esta evolución tiene por objetivo “la captura de la organización criminal que, hoy desafortunadamente, dirige los destinos de la Nación”1.
Al mismo tiempo, en la madrugada del 3 de mayo, un grupo de combatientes anti-chavistas, apoyados por miembros de Silvercorp, intentaron desembarcar en Macuto, población costera ubicada cerca del aeropuerto internacional de Maiquetía. Asimismo, otro contingente fue interceptado en Chuao, en el septentrional estado de Arauca.
Tras fracasar la Operación Gedeón, el gobierno de Nicolás Maduro mostrará fotos de los anti-chavistas con la cara pegada al suelo y los pasaportes estadounidenses de dos empleados de Silvercorp: Luke Denman y Airan Berry2. Por su parte, el líder opositor Juan Guaidò negó cualquier involucramiento.
Cuando parecía que ya no había más que escribir sobre la novela geopolítica venezolana, apareció un nuevo giro en la trama: el 13 de mayo, el sitio web The Canary reveló que, desde el año pasado, el gobierno británico ha establecido en su ministerio de Asuntos Exteriores “una unidad para la reconstrucción de Venezuela”3, la cual está dirigida por el antiguo embajador británico en Caracas, John Saville. Igualmente, se supo de las conexiones desarrolladas por Vanesa Neumann, la representante de Juan Guaidò en el Reino Unido, la cual dirige la compañía Asymmetrica, una firma de “comunicaciones estratégicas”.
El último capítulo del culebrón caribeño es el envío de 5 buques iraníes, los cuales transportan aditivos y combustible para producir y refinar gasolina. Estos insumos son escasos en Venezuela porque está sometida a las sanciones económicas impuestas por los Estados Unidos de América.
El escribano concluye: la lucha por controlar a Venezuela, país petrolero, prueba la importancia que, en la tercera década del siglo XXI, todavía tienen los combustibles fósiles; y espías, mercenarios, y grandes potencias opacan al verdadero actor de este drama: el pueblo venezolano, el cual se encuentra ubicado entre la Escila de la corrupción y el despilfarro chavista, apoyada por China, Irán y Rusia, y el Caribdis de la voraz oligarquía local, apuntalada por el complejo militar-industrial de los Estados Unidos.
Aide-Mémoire. – La nueva Guerra Fría, entre China y los Estados Unidos, está a la vuelta de la esquina.
1.- Misión Verdad https://cutt.ly/FyS3xg4
- – SITREP: Venezuelan Bay of Pig’s while the planet is under lockdown https://cutt.ly/TyS3z3A
3. – Revealed: Secretive British Unit planning for “reconstruction” of Venezuela https://cutt.ly/RyS3zQO