- Entrevista a Daniel Téllez sobre Arena Mestiza
- Un acercamiento a las diferentes técnicas, escuelas y estratos de la lucha libre, el juego a ras de lona, el llaveo, el juego más espectacular de la lucha aérea
Arena Mestiza no solo es un libro de poesía que homenajea a la lucha libre. Es un retrato íntimo, una búsqueda por entender el sincretismo que existe y que se expande más allá de las arenas, en donde el público se entrega a sus ídolos y defenestra a sus odiados enemigos. Arena Mestiza es el espacio en donde el lenguaje poético, dúctil, maleable, simbólico, logra retratar la fascinación que el cuerpo humano puede generar a partir de los lances, las llaves, los sortilegios del vuelo desde la tercera cuerda. Arena Mestiza es el más reciente libro de poesía del escritor, ensayista y académico mexicano Daniel Téllez (Cd. de México, 1972) que cuenta con los collages del mismo escritor y las ilustraciones del artista visual Edgar MT, lo que hace que este libro publicado por MalPaís Ediciones, un verdadero ejemplar de colección.
El poeta y también profesor de la Universidad Pedagógica Nacional, Daniel Téllez, es un profundo conocedor de la lucha libre mexicana. Por decir lo menos. En 2003 fue Director Huésped de la revista Tierra Adentro y dirigió el número Lucha libre y Literatura: sin limites de tiempo. También ha sido galardonado con el Premio Nacional de Poesía Joven Elías Nandino 2001 por El aire oscuro y con el Premio Municipal de Poesía Rey Poeta Nezahualcóyotl 2006 a Creadores con Trayectoria. Es autor de los libros de poesía El aire oscuro, Asidero, Contrallaveo (de donde provienen algunos de los collages hoy reunidos en Arena Mestiza) Cielo del perezoso, entre varios más. Junto con el artista visual Carlos Maldonado preparó el libro Pasiones desde el ring side. Literatura y Lucha Libre. Es autor de libros de ensayos como A contraluz. Poéticas y reflexiones de la poesía mexicana reciente, Escribir Poesía en México II y Tiempo de compensación, entre otros. Platicamos sobre su libro de poesía Arena Mestiza y sobre una de sus grandes pasiones: la belleza y el misterio de la lucha libre mexicana.
Javier Moro Hernández (JMH): ¿Cómo fue utilizar la plástica de la poesía para retratar la plástica de la Lucha libre mexicana?
Daniel Téllez (DT): Arena Mestiza es una de deuda que me fijé hace un tiempo, con respecto a conocer el medio luchístico desde sus entrañas, me parecía que tenía una responsabilidad de hablar del medio desde adentro, de hacer una especie de retrato plástico – poético, de todo los enseres, de toda la parafernalia que está alrededor de la lucha, de todos los artificios, pero también de todos los actores, entonces me parece que desde siempre he pensado, que meterse al mundo de la poesía era meterse al mismo tiempo con los artefactos más rudos del lenguaje, de mayor rudeza, y al estar dentro de la lucha, también del lado de los rudos, que son rudos que al mismo tiempo será técnicos en su formación y en la técnica luchística misma, entonces me parecía que ahí estaba la posibilidad de mirar, de atisbar esos dos mundos, y desde esa idea fue que me hice a la labor de hacer este juego con los luchadores, con estas figuras, pero no abordarlas todas en una misma dimensión, sino verlas en varios estratos, porque creo que también la lucha se nos ha presentado en diferentes estratos y edades, muy variopintas.
JMH: El libro está dividido como si fuera un acercamiento a las diferentes técnicas, escuelas y estratos de la lucha libre, el juego a ras de lona, el llaveo, el juego más espectacular de la lucha aérea, hay un retrato del universo de la lucha libre en este libro.
DT: Venía jugando con el nombre del libro, de Arena Mestiza, que era lo que tenía seguro, no sabía quiénes iban a estar dentro del libro, pero a partir de Damián Flores, con quien trabaje en el número de la revista de Tierra Adentro de junio de 2003 que estuvo dedicado a la lucha libre. Demián tiene una obra enorme, en donde la lucha libre ha sido un tema de su trabajo artístico, en donde retrata este modo muy sincrético, muy nutrido, de acercarse a la lucha, de darle ese rostro. Arena mestiza es un homenaje personal a la lucha, pero para ahondar en ese mundo, no quedarse en lo superficial, sino conocerlo desde la tercera cuerda de la poesía, entonces la primera parte del libro, que se titula “A ras de lona”, son en realidad biografías de las figuras tutelares, las figuras icónicas del pancracio, Mil Máscaras, André el Gigante, Médico Asesino, entre otros, después viene una parte en donde retrato a lo mejor del cuadrilátero, a luchadores con una gran hechura, pero también los de mayor raigambre en el público, y desde diferentes asideros, por ejemplo, quizás el más técnico Lizmark, El Pirata Morgan, que era un enorme luchador, Martha Villalobos, que rompió paradigmas en la lucha, Dos Caras, que representa una personalidad extraordinaria, el Perro Aguayo, con toda esa mística personal, Súper Astro, que fue un gran maestro del aire. Luego viene Idilio y Lentejuela, que es el ambiente conventual del luchador, son los momentos íntimos de un luchador en el vestidor, antes y después del combate. Después viene Salón de belleza, que son pequeñas estampas anecdóticas, viñetas, microrrelatos, en donde hay un asunto epigámico, en donde está la honra o el desliz del gladiador. El libro contiene unos collages que he trabajado mucho tiempo, que es Contra llaveo, y después viene Arena Mestiza, que es la parte que le dio título, y que es el origen del libro, que es toda la parafernalia de la que hablamos antes; el de las máscaras, el anunciador, la edecán, la taquilla, y al final el libro termina con cuatro exvotos, que son retablos de la mística profana de los enmascarados.
JMH: Es un recorrido por diferentes niveles del mundo luchístico, a través de la palabra, de la poesía, desde las grandes figuras, pasando por la intimidad de la lucha.
DT: La idea fue proveer ambas miradas, el adentro y el afuera, en una sola entrega, porque si es un libro de poemas sobre la lucha, pero no desde la superficie. Algo que siempre he dicho es que no me siento capaz de hacer una crónica sobre la lucha, pero pensé que desde la poesía si lo podía hacer, y que ninguno de esos ámbitos, de esos mundos, el del fanático de la lucha y el del lector de la poesía, se quedarán decepcionados, quería que los fanáticos de la lucha libre encontrarán la pasión y el misterio, la imagen plástica, y que quienes nos gusta la poesía, también encontráramos la estética de la parafernalia en los versos.
JMH: Pensaba en cómo el lenguaje se puede extender, ampliar, deconstruir, para presentarnos imágenes de rudeza, y en cómo el cuerpo puede convertirse, que literalmente es un nudo humano.
DT: Creo que fue Dos Caras quien dijo que el contra llaveo funciona en la arena, pero al mismo tiempo, es un artefacto de combate para la vida diaria, y esos artefactos son equiparables a los pliegues del lenguaje, que la poesía te va proveyendo para asirte. A esos misterios de la lucha libre, como una impronta decía yo, citando a Roland Barthes, como una impronta de vida real y verosímil, entonces asistes al poema también en el momento en el que no cuentas si no nombras, revistes a esa imagen de significados, de significantes verosímiles, entonces desde la poesía, desde la rudeza de la poesía y de la rudeza del contra llaveo, surge esa necesidad de nombrar ese universo de la lucha libre mexicana, tan sincrética.
JMH: La primera parte del libro, A ras de lona, en donde aparecen las figuras seminales de la lucha libre, es justo, nombrar a estas imágenes, que sintetizan muchas pasiones para el espectador, y hacerle este homenaje poético también representa todo lo que podían plasmar en el imaginario del espectador.
DT: No todos los luchadores, digamos, abanderan esa parafernalia del deporte, de la lucha libre, no todos saben jugar con lo que decía Barthes, la sorpresa y el asombro, hay que ser un buen actor teatral también para subirse al cuadrilátero, y en esa representación teatral, logras desde detrás de la máscara, darte cuenta si el espectador logra insertarse inmediatamente o no, entonces ese imaginario colectivo que también creas como actor de teatro, también lo estás idealizando al público, así como el público idealiza a sus héroes, entonces en esa condición física-atlética de los gladiadores, que yo digo que es uno de los elementos de la parafernalia del deporte, radica una parte importante, cuando la gente veía a André el Gigante, aún en sus últimos años, terminaba siendo un imán. También pienso en los estilos de luchar, pienso en Pegasus Kid o el Tigre Canadiense, a los que veía en el Toreo y los veía entrenar, ahí radicaba la fuerza y el imán, pero el estilo de luchar, las máscaras, la descendencia, que también llama la atención, y que también es un elemento interesante. Entonces la apropiación y el arraigo en el gusto popular enmarcan todo este escenario ideal para este ritual, entonces me parece que, sí tenía muchos elementos para armar y decir, en esta primera parte si tenían que ir estas figuras totémicas. En la segunda, que tal vez se me puede echar en cara, que son figuras más recientes, pero uno habla siempre de lo que uno vive, ya que son figuras de los años noventa, que es el segundo momento de la lucha libre.
JMH: Son figuras de los años noventa, pero son los ídolos justamente de una segunda generación, son luchadores que a muchos de nosotros nos tocó ver, y que crearon su propia mitología.
DT: Fue el segundo gran momento de la lucha libre en México, después de haber sido prohibida en los años 60 y 70 por el regente Uruchurtu, el gran repunte se da en los años noventa, el regreso de la lucha libre a las arenas, que se transmita por televisión, y en efecto, estos gladiadores, de los cuáles uno se siente orgulloso, porque venían precisamente de la vieja escuela, y tener de maestro al Negro Navarro, al Signo, al Silver King, a Dos Caras, era tener de maestro implícitamente al Santo, al Solitario, con los que ellos trabajaron, y es el gran boom, que muchos reconocen, y que las generaciones actuales reconocen como el otro gran momento de la historia de la lucha mexicana. De hecho, yo me he atrevido a decir, que es el inicio de la última etapa de la lucha libre, porque creo que el repunte ya resulta muy difícil.
JMH: Quería centrarme en el tema de la representación, ya que la lucha libre es un deporte complicado, necesitas condición física, y la crítica más superficial se centra más en el aspecto teatral, pero sí tiene un elemento de representación, los rudos contra técnicos representan esta imagen de “buenos contra malos”.
DT: Sí, desde luego, la lucha que viene de Oriente, la más pura, por decirlo así, tiene esa dimensión del bien contra el mal, sin embargo, acá en México en este perfil, en este color muy nuestro, que hace que se distinga la lucha libre mexicana, creo que hemos sido muy hábiles, para darle otro ánimo a la lucha, a esa lucha del bien contra el mal, que no es simple, le hemos configurado un barroquismo, justo a partir de esta parafernalia, porque en México le hemos dado ese barroquismo dentro y fuera de la arena, se ve una mística que no tienen en Oriente, en Japón o en Estados Unidos, en donde fuera de las arenas no hay este traslado socio-antropológico que hacemos de los rituales llevados fuera de la arena, llevados al barrio, a las fiestas populares, a la música, a las fiestas patronales, y creo que eso es lo que nos distingue, justo ese barroquismo.
JMH: En los poemas de Arena Mestiza nos encontramos justo con ese barroquismo que impacta y dialoga con el espectador, ese barroquismo también se construye en una ida y vuelta, entre el espectador y los gladiadores.
DT: Lo que quise hacer justo en la sección de Arena Mestiza, era como decantarse hacia ser espectador y ser un contador de historias, pero desde los dos lugares, que como decía al inicio, narra desde el ringside, pero narrar también desde el cuadrilátero. Yo lo fui viendo desde los años noventa que estuve trabajando en el cuadrilátero, y después cuando hice el rastreo de todos los textos que se estaban haciendo alrededor de la lucha, que se había publicado y qué no se había publicado, y me pareció que ahí había un terreno por explorar, y hay varios referentes, como el Oscar Cortés Tapia, que es uno de los primeros referentes en los años noventa, y entonces fui construyendo este libro, que se tejió durante muchos años, entre lo sucio y desde el camino andado, pero no quise caer en hacer un texto fácil o hacer confesiones hacía mucho lo que se escribe sobre la lucha, que termina siendo sentimental, y que creo que mucho de ese sentimentalismo ha terminado por denostar al mismo deporte, quizás por eso la lucha no se le había considerado como un tema de la alta cultura, aunque creo que vamos revirtiendo gradualmente eso, yo creo que por esos superlativos sentimentales, que se han dado más hacia lo popular y menos hacia el rigor cultural, literario, estético, y me parece que ahí hay un atreverse para decirle al lector común que no hay temas sagrados que no se puedan compartir desde la poesía, y que no se diga que no sea exigente.