En Aguascalientes y en México enfrentamos un enorme reto en medio de nuestro gran desafío de hacer realidad las metas de la Cuarta Transformación y es derrotar a la epidemia del Covid-19. En esta gran batalla en el que todo el pueblo debe hacer lo que le corresponde para alcanzar la victoria final, sin duda quienes están en la primera línea de combate son los trabajadores de la salud a quienes expreso mi personal y profundo agradecimiento.
Los médicos, los paramédicos, enfermeras y enfermeros, los trabajadores administrativos, los de limpieza en las clínicas y hospitales de nuestro país y en Aguascalientes viven momentos muy difíciles, ellos son padres, madres, hermanos e hijos de alguien y van cada día de regreso a casa después de su jornada laboral con miedo de llevar a los suyos el contagio, a pesar de desarrollar su actividad profesional con todos los cuidados y cumpliendo los protocolos. Por esa razón y su espíritu de servicio debemos darles todo nuestro reconocimiento y consideración.
Me consta lo que expreso, en mi entorno personal al menos dos terceras partes de los miembros de mi familia son trabajadores y profesionales del sector público de salud. Hace unas semanas una hermana que es enfermera lamentablemente enfermó con síntomas de Coronavirus mientras desarrollaba su trabajo en la Clínica 2 del Seguro Social donde se le aplicó el examen y resultó positivo. Su esposo y su hija de dos años también se contagiaron. Estando ella embarazada afortunadamente sanó al igual que su familia, pero ese resultado no fue el mismo con dos de sus compañeros de trabajo que fallecieron luego de infectarse al realizar su actividad laboral, algo que le ha causado una gran tristeza.
Muchos de ellos como mi hermana, ya recuperados totalmente, han decidido volver a su hospital a atender enfermos porque saben que en este momento se les requiere en ese lugar. Me siento muy orgulloso de mi hermana por esta razón y su dedicación profesional a ser cada vez mejor.
Es necesario decirlo, que aunque se sigan las instrucciones y protocolos, aunque se cuente con el equipo y material necesario, el riesgo de contagio existe y a pesar de ello, los trabajadores de la salud con un admirable espíritu de servicio no han dejado de atender a los enfermos en esta pandemia.
Al ver estas cotidianas expresiones de amor, solidaridad, de empeño por servir y de profesionalismo me enoja que por ignorancia y egoísmo muchas personas tengan reacciones violentas contra los trabajadores de la salud.
Al momento en que ahora escribo es 12 de mayo, Día Internacional de la Enfermería, fecha que se conmemora en honor a la escritora y enfermera británica Florence Nightingale, precursora de la profesionalización de esta actividad. Extiendo mi felicitación a todas las enfermeras y enfermeros en este día.
Cuando el Presidente Andrés Manuel López Obrador cuestionó a aquellos médicos que ejercen su profesión con solo un ánimo mercantilista, se refería a esas personas que se dejaron llevar por el pensamiento neoliberal y convirtieron a sus pacientes en clientes, para nuestra fortuna ellos son minoría ante los miles de médicos con vocación de servicio.
Al escuchar al Presidente reconocer a los médicos con esa vocación de servicio y mencionar como ejemplo al Presidente chileno Salvador Allende Gossens y al Comandante Ernesto “Ché” Guevara de la Serna, ambos ejemplares médicos y revolucionarios que sirvieron a su pueblo acercándose a los más pobres a los que atendieron buscando su salud, me hizo recordar primero aquel legendario discurso de Allende expresado en la Universidad de Guadalajara el 2 de diciembre de 1972 en el que invitó a los estudiantes de medicina a desarrollar su profesión pensando siempre en apoyar a los más desvalidos expresando un reclamo a aquellos médicos que actúan desde el egoísmo e invitando a que “si es médico, levante su voz para reclamar que la medicina llegue a las barriadas populares y, fundamentalmente, a los sectores campesinos”.
Un mensaje muy parecido les dio Ernesto Guevara a los trabajadores de la salud en La Habana, Cuba, el 19 de agosto de 1962 en que señaló la importancia de la medicina preventiva, de ponerse al servicio del pueblo donde el ser humano es el centro de esa gran misión en el que “el médico, el trabajador médico, debe ir entonces al centro de su nuevo trabajo, que es el hombre dentro de la masa, el hombre dentro de la colectividad”, es decir, el punto central del objetivo del médico es el servicio al ser humano y no a cualquier otro objetivo de beneficio material.
Estos principios de solidaridad, servicio y humanismo no son nuevos para los trabajadores de la salud pública en México, a pesar de décadas de abandono neoliberal, de falta de inversión y desdén oficial, nunca han bajado la guardia, a esos auténticos combatientes en la primera línea de batalla contra la pandemia les debemos todo nuestro cariño y nuestro reconocimiento.