El concepto de diseño institucional ha adquirido en las últimas décadas una renovada atención por parte de las ciencias sociales. Este concepto, como suele comprenderse dentro de disciplinas como la economía, el derecho, la ciencia política, la sociología y la filosofía, suele expresar la idea de que es posible crear de manera intencional reglas de comportamiento social. De esta manera, el concepto es más normativo que descriptivo o explicativo: busca orientarnos en la transformación de nuestras instituciones más que dar cuenta de su origen y mutaciones.
La política pública tiene, dentro de este escenario, prioridad de los reflectores mediáticos. Pero el diseño institucional también es central en el derecho —si comprendemos a éste como un conjunto sistemático de reglas— y en la economía. Y es de ésta última —en particular, de la economía política— de donde el diseño institucional ha tomado la mayoría de sus supuestos metodológicos. Resulta muy interesante la discusión sobre dichos supuestos, pues el diseño institucional —gracias a la economía conductual— está dando un giro en la actualidad. Pero hoy me gustaría discutir en este espacio una política pública que ha lanzado el gobierno mexicano y que parece diseñada como una absurda ocurrencia.
Llamada “Calculadora de complicación de salud por COVID-19”, y lanzada dentro de la plataforma del Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), “permite estimar tu probabilidad de agravamiento de la enfermedad ante un posible contagio de COVID-19 y se basa en los factores de riesgo que puedas presentar en estos momentos, indicándote una probable ponderación”. Al final, sólo agregan una nota metodológica: “Esta estimación solo es una guía estadística y preventiva, no sustituye de ninguna manera las valoraciones médicas hechas por profesionales de la salud”.
Hagamos una evaluación simple de esta iniciativa gubernamental. Primero, ¿qué objetivo de comportamiento social buscan al permitirnos estimar la probabilidad del agravamiento de la enfermedad si la contraemos? Si recordamos, el diseño institucional se trata principalmente de orientar de alguna manera el comportamiento social mediante la creación de reglas. ¿Cómo orientaría esta calculadora el comportamiento social? De entrada, resulta evidente que si una persona, después de brindar su información, resulta que es muy poco probable que se le complique la enfermedad si la contrae, tenga menores reparos en salir de casa. Pero, ¿qué no es la pandemia un problema de salud pública? Dicho con otras palabras, esta calculadora puede dar incentivos a las personas que es más probable que sean asintomáticas si contraen el virus para salir de casa y contagiar a otras personas que están en la calle y cuya situación puede ser riesgosa: trabajadores informales, sobre todo. En una situación ideal e imposible, quizá sería bueno que todas las personas que no tienen factores de riesgo salieran a la calle y se contagiaran, mientras las personas con riesgo permanecieran en sus hogares. Después de un par de meses tendríamos la situación buscada por el gobierno: inmunidad del rebaño. Pero, y esto sólo es un apunte marginal a mi crítica general, la inmunidad del rebaño es un supuesto y no una hipótesis respaldada al día de hoy científicamente cuando nos referimos a la enfermedad Covid-19.
Por último, además de que la calculadora parece brindar incentivos indeseados en nuestra situación actual, ésta brinda información confusa, por lo que es probable que su diseño estadístico sea preciso. Me explico. No todas las comorbilidades y factores de riesgo asociados a la Covid-19 operan de la misma manera. La gente sigue sin tener claro que las comorbilidades no son factores que aumenten las probabilidades de contagio: éstas sólo aumentan cuando salimos de casa y no respetamos el distanciamiento social. En segundo lugar, algunas comorbilidades, cuando ya hemos sido contagiados, agravan el cuadro clínico, otras no. Éstas últimas, si el cuadro clínico se agrava, complican el tratamiento. Ninguna de estas distinciones, importantísimas todas, están bien comunicadas en la Calculadora (tampoco en las decenas de conferencias de prensa que el subsecretario de Salud da todas las tardes).
Los errores de diseño y de comunicación son mucho más costosos en una situación como la que estamos viviendo. El gobierno es el único responsable de las consecuencias que tengan sus múltiples ocurrencias.