La semana pasada el presidente López, apuntalado siempre por su “Merlín” López-Gatell, determinó que, a partir del 18 de mayo, los mexicanos debemos estar preparados para incorporarnos a lo que él llamó “la nueva normalidad”. Sí, justo en el ápice de los contagios provocados por la pandemia del Covid-19 a nivel nacional (el sábado 16 alcanzamos la friolera de 47,144 casos confirmados de contagio, 41% más que la semana pasada, y 5,045 decesos -oficiales- provocados por esa afección), el gobierno federal, en uno más de sus sesudos y objetivos análisis, consideró que México estaba listo para, con una colorida estrategia, nos fuéramos incorporando a una vida fuera del tibio e inequitativo aislamiento que, desde el 23 de marzo, fue decretado por la autoridad sanitaria responsable de combatir la emergencia sanitaria.
Todos los días, el Subsecretario Hugo López-Gatell, desde hace más de 10 semanas, se llena la boca afirmando que, gracias a su insuperable planeación y conocimiento del comportamiento epidemiológico histórico y mundial, su simpatía y apostura, ha logrado contener la epidemia, lo que permitió que en el país sólo hayan fallecido poco más de 5 mil mexicanos, considerando, probablemente en su fuero interno, que es una mera circunstancia azarosa, el hecho de que México tenga más fallecidos que China, país con una población 10 veces mayor a la mexicana. A la vanidosa y presuntuosa política de comunicación del zar anti coronavirus, el rey, perdón, el presidente López, machaca mañana tras mañana que vamos bien, tan bien, que, a pesar de la gravedad de la contingencia sanitaria, ha encontrado momentos libres para reflexionar acerca de un modelo que guiará a México a incorporarse a la “nueva normalidad” de manera más rápida y efectiva, y redactar un ensayo denominado “La nueva política económica en los tiempos del coronavirus”. Zaz.
López, afirma con soltura y documentada seguridad, que la pandemia que ha sumido al mundo en una grave crisis sanitaria y económica, realmente no es producto de los efectos del virus SARS Cov 2 o coronavirus tipo 2, que los 4´664,486 casos confirmados de contagios y 312,327 muertes, según la Universidad John Hopkins de los EU, y que obligó a los gobiernos de 188 países a tomar drásticas medidas de confinamiento y distanciamiento social, a cerrar millones de establecimientos y negocios de actividades o servicios no esenciales, y perder millones de empleos, es en verdad producto de la crisis del neoliberalismo a nivel global, no sólo en México, sino del orbe todo. Ya desde el 16 de marzo del 2019, en la clausura del Foro Nacional “Planeando juntos la transformación de México”, señaló ufano: “Declaramos formalmente el fin de la política neoliberal, aparejada con su política económica de pillaje, antipopular y entreguista. Quedan abolidas ambas cosas.” (El Universal, 17 marzo de 2019)
La “nueva normalidad”, es una realidad a la que el mundo no acaba de despertar. Las grandes potencias económicas mundiales, aún lamen sus heridas provocadas por la pandemia. Estados Unidos, Inglaterra, Alemania, Francia, Rusia, China, Japón, están tratando de hacer una lectura de la situación, aún inestable e indeterminada, de ¿qué sigue? Otra cantidad significativa de países de todos los continentes, están tratando de lidiar con el significado de ¿qué significa o representa que se haya “aplanado la curva” de los contagios? ¿Cuáles son las medidas y acciones para apoyar y fortalecer a sus pueblos y darles las armas o herramientas necesarias para regresar a la calle y empezar otra vez? ¿Qué medidas de salud pública son las necesarias y pertinentes para la reapertura de la vida económica y social en cada nación? ¿…ya es tiempo? Es importante señalar que, en casi todos los países del mundo, a los que López identifica como países en crisis por su naturaleza u origen neoliberal, en algún momento previo, determinaron impulsar, aparte de las medidas sanitarias pertinentes, una serie de estrategias contracíclicas para tratar de mitigar y contener la inminente crisis económica en puerta. El gobierno del presidente López no lo hizo así. Consideró que tomar esas medidas “neoliberales” sólo beneficiaría al 30% de la población opulenta del país en detrimento del 70% del pueblo bueno y pobre. El punto es que, ante la ausencia de la aplicación de medidas preventivas, la “nueva normalidad” mexicana es más compleja y aguda para las más de 4 millones de unidades económicas micro, pequeñas y medianas, que ocupan a más del 90% de los empleos en el país, pero apoyarlas es “neoliberal”, y esa política se ha declarado abolida formalmente, aunque eso ponga a vilo los posibles trabajos de millones de mexicanos.
Pero ¿qué incluye las actividades de la nueva normalidad, según el rey López y su Merlín López-Gatell? ¿Sólo el regreso a la actividad económica y a las manoseadas actividades “esenciales”? mismas que se deben determinar según criterios sanitarios, económicos, jurídicos y sociales, y no por llamadas o exhortos de los poderosos socios del T-MEC, particularmente de los norteamericanos, cuyo presidente está en medio de una campaña política por su reelección, y por eso se declaran actividades esenciales la relativas a la industria automotriz, la minería y la construcción. Esta determinación involucra miles de personas, las que se reactivarán en un entorno de alto riesgo sanitario. ¿Estamos preparados?
Asimismo, la “nueva normalidad” a la que se pretende arribar tiene un escenario político complicado. López se ha empecinado en politizar la vida nacional en un marco de separación entre los mexicanos, los conservadores y neoliberales versus los ´Transformers´, los empresarios rapaces contra el pueblo bueno, los estados versus la federación, la prensa golpeadora y la prensa justa, las mujeres exageradas y el gobierno bueno. Vamos los buenos de la 4T contra los perversos conservadores neoliberales. Esta “nueva normalidad” está vinculada a los estragos de la pandemia, sí, sólo de ella, no. Tratar de aprovechar las circunstancias e ideologizar con pensamientos políticos y económicos del siglo pasado, contaminan el ambiente (más) y el ánimo de los mexicanos, quienes deben sentirse seguros y apoyados por su gobierno.