Harley, quédate en casa/ Favela chic  - LJA Aguascalientes
24/11/2024

En estos días las redes sociales se inundaron con las imágenes de Harley el Tuerto, un pug que despertó gracia, ternura y admiración porque trabaja de coterapeuta en el Centro Médico Nacional. Con su mera presencia en el área de Psiquiatría y Neuropsicología, brinda apoyo afectivo al personal de salud, que en tiempos de pandemia se ha vuelto muy susceptible a sufrir ataques de pánico por agotamiento físico y mental. En efecto, los pugs suelen ser perros falderos, cariñosos y sociables, que alegran la existencia de los niños y adultos a quienes hacen compañía (el nombre de pug significa precisamente “amigo juguetón”). Sin embargo, aunque peque de aguafiestas, debo decir que su raza no es en absoluto la ideal para desempeñar una labor terapéutica o de recreación con sujetos que atienden a enfermos de Covid.

Hace dos años y medio adopté a una pug de nombre Kinky, una decisión que tomé con la plena conciencia de que estos perros en general guardan similitudes con los niños asmáticos o alérgicos, según me advirtieron. Ellos son particularmente sensibles a los cambios de temperatura, así sean imperceptibles para nosotros. En climas tropicales o en sitios poco ventilados, jadean sin cesar porque su nariz chata, pegada al cráneo, les dificulta la respiración en una atmósfera calurosa. Someterlos al aire acondicionado tampoco es conveniente porque les causa estornudos y escurrimiento nasal. Por eso debemos mantenerlos de preferencia en espacios amplios donde circule aire fresco, una cualidad que no siempre distingue a los hospitales públicos, mucho menos ahora que literalmente se desbordan a causa de la pandemia y su ambiente debe de estar enrarecido.

El uniforme del perro Harley, compuesto por unas botitas amarillas de caucho, una caperuza fosforescente y unas gafas de snorkel, sin duda resulta óptimo para el personal de salud, pero no para un animalito que a duras penas soporta otra indumentaria que no sea su propio pelaje y quienes han criado a un pug no me dejarán mentir. Da la impresión de que su melena corta, fina y ultra lacia es escasa, pero en realidad se cae con frecuencia y en cantidades significativas: en este sentido se parecen a los gatos. De hecho, los amos de los pugs de color beige (o cervatos) no podemos usar ropa oscura sin convertirla en una especie de rodillo quita-pelusa. En la esfera privada este problema se resuelve con facilidad optando por otra gama de colores; no así en un nosocomio, donde la blancura obligatoria disimula estos filamentos portadores de bacterias en las batas y en los pantalones de quienes tratan a pacientes con una grave enfermedad respiratoria.

Peor que la caperuza o las botitas, el accesorio menos acertado de Harley son sus googles. Por si no los han observado de cerca los pugs poseen unos ojos saltones, en forma de canica, muy vulnerables a los golpes o a las rozaduras accidentales, pues no cuentan con la barrera protectora de una nariz prominente. Dicho peligro es tan real que apodaron “el Tuerto” al mismo Harley porque perdió el ojo izquierdo en circunstancias que no esclarece su dueña, la neuropsicóloga Lucía Ledezma. Su silencio al respecto me hace suponer que fue por alguna negligencia. Sea como sea, con la visibilidad reducida a un 50%, ¿en qué cabeza cabe ponerle gafas de snorkel, objetos incómodos para el mismo personal de salud, cuyos rostros ni siquiera están surcados por los profundos y delicados pliegues de los pugs?

Por la misma fecha en que Harley cobró popularidad en las redes sociales, se difundió también (aunque con mucha menor resonancia) el caso de Winston, un pug originario de Carolina del Norte que fue contagiado de Covid por su familia adoptiva y se volvió el primer perro con el virus en Estados Unidos. Igual que los seres humanos, las mascotas corren el riesgo de contraer esa enfermedad hasta hoy incurable, cuanto más si, como Harley, conviven con médicos que combaten la pandemia en la línea de fuego y se han aislado de sus parientes para protegerlos de los estragos que intentan paliar día tras día. ¿Por qué no muestran la misma consideración con este perro-enfermero, que tampoco es inmune al SARS-CoV-2? Si aun gozando de buena salud, a un pug promedio le cuesta trabajo respirar por los motivos ya señalados, imagínense cuánto sufriría al pescar un virus que ataca con saña los pulmones.

Aunque ya se han emprendido campañas contra la compra de pugs, con el argumento de que su existencia es prueba de la crueldad hacia los animales, pues son obra de la manipulación genética, les aseguro que pese a las peculiaridades de su fisionomía pueden disfrutar de una vida sana y feliz si reciben los cuidados esenciales. Criar a un pug es una hermosa experiencia que surte beneficios terapéuticos, e incluso ayuda a mejorar las relaciones tóxicas, tema del que hace tiempo les hablé en “El ingrediente que faltaba”, un artículo dedicado a mi perrita Kinky. No dudo que Harley ilumine los pasillos del Centro Médico, que en esta crisis sanitaria han de asemejarse a los círculos del infierno. Pero aunque permanezca sólo dos horas diarias en sus instalaciones, como asegura su dueña, es tiempo suficiente para exponerlo al virus. 

Cuando un desastre nos sofoca, necesitamos con avidez héroes que nos ayuden a recuperar la fe y las mascotas que dan ejemplos de valor en medio de la desesperación se han convertido en celebridades. Recordemos a la rescatista Frida, una perra labradora que en 2017 se dedicó a rastrear sobrevivientes del terremoto y fue condecorada por la Armada Mexicana. Pero las circunstancias actuales son mucho más siniestras, pues la pandemia tampoco respeta a nuestras amadas mascotas, ni siquiera a las que realizan servicios comunitarios en circunstancias excepcionales. El Hospital 20 de Noviembre no es el mejor escenario para que muestren su encanto. De seguro los médicos que ahí laboran ya conocen otras maneras efectivas de aliviar el estrés típico de las salas de urgencias, aunque no sean tan divertidas ni enternecedoras como un pequeño pug. Así cuente con entrenamiento y equipo especializado, como han hecho énfasis los medios de comunicación, Harley también debería quedarse en casa.


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