Al mismo tiempo que hemos visto avanzar la expansión de la pandemia por el CoVID-19 y su concomitante pandemia económica global, en México bien llamada pandemia de la pobreza, que en sentido estricto se traduce en una crisis del desempleo y del ingreso generalizado a todos los agentes de la producción, porque toca centralmente a la generación originaria del valor monetario y a su masa circulante disponible; hemos visto avanzar el nerviosismo y la inflexibilidad en los actos de poder emanados del hombre solitario de palacio, que es el presidente Andrés Manuel López Obrador.
Este gesto de gobierno lo vimos a todas luces, aquel domingo 5 de abril a las 5 horas de la tarde, en que el presidente compareció solo, sobre el templete armado ex profeso en el patio de Honor del Palacio, para pronunciar su: Amigas, amigos: Rindo este informe trimestral en medio de la incertidumbre por los estragos del coronavirus a la salud, a la economía y al bienestar de nuestro pueblo. Que yo califiqué como un distante, esquivo, tangencial, anticlimático y flemático mensaje. (LJA.MX, El reto del balde. Opciones y Decisiones, viernes 10 de 04, 2020). A renglón seguido, refrendó su plan estratégico de gobierno –a la toma de posesión- retraducido en su Plan Nacional de Desarrollo, y ahora reducido a un simple informe de parte de novedades, al primer trimestre del año en curso -2º de su ejercicio constitucional-.
De las medidas anti-cíclicas esperadas, nada. Él dice haberse anticipado a los gobiernos del mundo, en el manejo de la crisis del modelo neoliberal. (Entiéndase, sistema capitalista global, unipolar, de países dirigentes y potencias económicas centrales, que rigen al mundo contemporáneo y, por tanto, al resto de países dependientes o en vías de desarrollo). Razones por las cuales, nuestro mandatario se exceptúa de la necesidad de aplicar medidas emergentes en materia de política fiscal y políticas económicas estratégicas, desde el Estado-Nación, para reordenar el caos imperante y el desplome económico a escala –bajo la égida del commodity más esencial hasta ahora que es el petróleo-. Excepción que terca y socarronamente mantiene, a costa de la depreciación constante y rampante del valor global de la economía mexicana, so pretexto de librar su batalla personal contra “el modelo neoliberal”, la “corrupción” de los que detentan el capital nacional, o el siempre latente beneficio excluyente de la burguesía adinerada sobre el mayoritario pueblo pobre; su odisea consiste en erradicar la “impunidad” de los que esquilman a los grupos vulnerables de la sociedad.
Esa reacción visceral de repudio al Fobaproa, instrumentado por la administración de Ernesto Zedillo Ponce de León (1994-2000) y políticas derivadas del ciclo salinista presidencial, le lleva literalmente a “soplarle al jocoque”; haciendo prácticamente imposible hablar de una negociación en la cumbre con lo que él deslinda del “poder político”, como “poder económico”; e introduce por lo mismo una disyunción insalvable entrambas esferas. Lo que conforma nuestro “pre-texto” para inducir un esfuerzo de análisis sobre el significado objetivo y real de su discurso político. Y no olvidemos que el ámbito propio del significado lo constituye la esfera de la cultura (sociológicamente entendida) y, en consecuencia de ello, me aboco a trazar algunos rasgos que surgen de esta coyuntura política nacional, que se manifiestan mediante los “símbolos del Poder” (en este caso el presidencial) y “el poder de los Símbolos” (concretizados en las palabras y actos que emanan de su voluntad personal).
El símbolo de poder más elocuente, para nuestro análisis, es el Plan de Austeridad, publicado en la tarde del día 23 de abril en el Diario Oficial de la Federación (DOF), 2020, que emite el Jefe del Ejecutivo, presidente Andrés Manuel López Obrador. Cuya naturaleza es ser un Decreto de Autoridad que habrá de ser remitido a la Cámara de Diputados, como Iniciativa de Ley –con carácter prioritario-. (Fuente: La Jornada. CDMX. Fabiola Martínez, Jueves 23, abril/2020). Es rubricado por la Secretaría de Gobernación, la Secretaría de Hacienda y la Secretaría De la Función Pública. Documento que motiva con la glosa siguiente:
“De conformidad con los criterios que nos rigen de eficiencia, honestidad, austeridad y justicia, y ante la crisis mundial del modelo neoliberal que sin duda nos afecta, propongo la aplicación urgente y categórica de las siguientes medidas”. Este es el “tópos” (lugar retórico-político) desde el cual habla el Presidente.
De inicio, el emisor define su acto de autoridad como uno versus “la crisis mundial del modelo neoliberal”, es decir describe un contexto que supone una crisis del sistema capitalista en su estadio de desarrollo “neoliberal”, que ha entrado en recesión económica generalizada, y que pone directamente en riesgo a México, nuestro país, al que le es principalmente adverso en su estructura económica y dinámica financiera. Contexto restrictivo de nivel mundial ante el cual propone medidas ejecutivas de carácter urgente. Me reduciré a citar las que encabezan su discurso y enfatizan su objetivo principal. “Vamos a demostrar que hay otras formas de enfrentar la crisis sanitaria, económica o de cualquier otra índole, siempre y cuando no se permita la corrupción, se fortalezcan valores, principios como el humanismo y se gobierne para y con el pueblo”. Medidas cimeras: (i) Se preservan los 38 planes y programas básicos de su Administración, y así se blindan los programas sociales con $622,556 Millones; (ii) Otorgar 3 Millones de créditos a personas y pequeñas empresas familiares; (iii) Crear 2 millones de empleos, para beneficio de 25 millones de familias, que representan el 70% de los hogares del país –los más pobres y clases medias-. Para luego abordar medidas sobre la estructura gubernamental:
No despido de ningún trabajador, así como no incremento alguno de personal. La reducción “voluntaria” de los altos funcionarios públicos en un 25%, de manera progresiva, mediante trato diferenciado de más a los altos y menos a los bajos. – No habrá aguinaldo (para ellos) ni otra prestación de fin de año (de los niveles de Subdirector hasta el Presidente). Le sigue una medida verdaderamente inédita: No ejercicio de tres cuartas partes del Presupuesto (de Egresos de la Federación), en las partidas de Servicios Generales y materiales y suministros. Éstas seguidas de medidas administrativas para el resto del aparato de gobierno, respecto del cual quedan garantizados los suelos y pensiones, y con trato excepcional a Salud, la Guardia Nacional y Secretarías de Marina y Defensa Nacional. Al final, anuncia que “se aplicará la Ley Federal de Austeridad Republicana de manera rigurosa”. Hasta aquí, la expresión de los “símbolos de Poder”.
Respecto del “Poder de los símbolos”, es oportuno referirme para ensayar su análisis semiótico/ o del significado -a lo que ya he acostumbrado-, echar un vistazo de “ojo de águila” a esa visión macro y microscópica, imaginaria, de la bellísima órbita de la Tierra. Un gran círculo del que abstraemos continentes y océanos. Nos quedamos con su silueta, el Norte, el Sur, el Occidente y el Oriente. Arriba y al centro, en el Polo Norte, ubicamos un gran círculo que abarca la Economía Política, dentro de él y como un círculo concéntrico pintamos otro círculo más pequeño que comprende la Política Fiscal (la que ubicamos como la gran Madre de todas las Políticas); le sigue otro abajo que la intercepta y designamos como Políticas Económicas (sean del PND, o expresen la Ley de Ingresos y Presupuesto de Egresos de la Federación, PEF/2020). Conjunto de esferas a las que intercepta un gran círculo hacia el Este, que contiene las Relaciones de Poder del Estado, o simplemente esfera Política. Aquí se asienta el poder del Ejecutivo, de cuyo ámbito se deriva otra esfera –subordinada a ella- y comprende todo el Aparato de Gobierno/ Administración Federal. Desde aquí se ejerce la gerencia gubernamental, mediante la Burocracia que conforman los funcionarios.
Implicando que, sobre el ahorro de lo que hoy son sus ingresos contratados por Ley, más la desviación de ¾ del gasto corriente Administrativo, se deriva un recurso para subvenir necesidades de la otra gran esfera -ubicada al Oeste del mapa imaginario- y que constituye la estructuración de la Sociedad, el resto del pueblo y clases sociales estratificadas y en estado grave de desigualdad.
Esta visualización nos ayuda a entender que, las medidas presidenciales para manejo de la crisis, se ubican en el 5º nivel de estructuración, cuyo posicionamiento es ostensiblemente periférico a las esferas centrales del poder estatal. Ello por sí sólo indica el claro desfase que este pretendido Plan de Austeridad implica, para confrontar una crisis reconocida como global y sistémica al entorno mundial.
Lo que significa –en el ámbito de la cultura/ o “poder de los símbolos”-, que lo que realmente se va a operar es sistémicamente una cruda y llana “canibalización” (sustraer partes de un dispositivo o aparato ya existente, para usarlas y aplicarlas en otro, a modo de repuesto o refacción), del aparato administrativo de gobierno, para hacerlo sub-sirviente de una necesidad (o interpretación) Ejecutiva, de canalizar o derivar recursos –cuando ya no los encuentra- y que no quiere salir a encontrar en otro lado, digamos en una esfera que ha dejado a su libre peso, y que es la estructuración de los sectores productivos por antonomasia, el empresarial y el del Trabajo, éstos ubicados en la gran esfera al Occidente del mapa imaginario, como estructura y dinámica de las Relaciones Sociales, que pomposamente se llama “ciudadanía”, o Sociedad Civil.
En suma, introducir de inicio un antagonismo con el “poder económico”, fetichizando su perfil histórico como de corrupto, históricamente favorecido por encima del pueblo, e impune ante el brazo de la Justicia, nada abona y si va en detrimento de un posible acuerdo de caminar unidos, en torno a un mismo y sólo objetivo: llevar a buen puerto la vida, expectativas de desarrollo y sobrevivencia a una crisis inédita y conjunta de pandemias, la sanitaria y la económica, al pueblo mismo de México. En lugar de este necesario encuentro de esferas del poder, se nos presenta como “urgente y categórico” la aplicación -yo digo, de canibalización cruda– de dichas medidas.