Unos niños corren traviesos alrededor de la mesa, la niña se descuida, tira la jarra del agua y cae sobre la mesa; un chamaco sin conciencia de la hora es humillado frente a sus amigos por su padre; una joven olvida avisar a sus padres del sitio en que andaba y le reclaman a jalones el andar divirtiéndose por ahí sin tomar en cuenta la preocupación de sus padres; a un estudiante orgulloso de un seis en matemáticas su padre lo violenta porque no toma en cuenta todo el esfuerzo que hace para mandarlo a la escuela. Esos eran los casos de violencia familiar que Televisa eligió en los primeros comerciales con que intentaba concientizar sobre el asunto en la década de los 80.
En esa campaña, congelada la agresión en la pantalla, una voz aterciopelada aconsejaba a los padres contar hasta 10 y reflexionar acerca de cómo se debería resolver el asunto, al final del conteo se tranquilizaban, ofrecían una disculpa. No te asustes, mi amor, no pasa nada. Perdónenme, no me siento bien. No me di cuenta. Te propongo que trabajemos juntos… se excusaban por el mal momento y la vida real continuaba. Con real me refiero a las caricaturas de Don Gato y su Pandilla o Los Picapiedra que se transmitían en ese horario de la barra infantil. Quienes realizaron esa campaña, creo, se dieron cuenta que era muy difícil que los padres estuvieran viendo la televisión durante ese espacio dedicado a los niños, quizá por eso después la campaña se transformó en una concientización acerca del autocuidado, ante situaciones de peligro, Chabelo advertía que los niños debían tener Ojo, mucho ojo, y correr a contarle a quien más confianza le tuvieran.
En nombre de la administración federal, Jesús Ramírez Cuevas, vocero de la Presidencia, presentó la campaña “Contar hasta 10” en la que se propone a los agresores hacer ese conteo y respirar para que la violencia no les gane, antes de perder la paciencia, antes de que les gane la desesperación, antes de enojarse con su pareja. Uno de los spots invita a la ciudadanía a mantener la paz en casa, ser solidarios porque “en la convivencia pueden aparecer las agresiones, los insultos, las violencias, sin darnos cuenta lastimamos a las y los que nos queremos, pero siempre podemos cambiar la historia, hagamos realidad la paz y la protección en nuestro hogar, saquemos la banderita blanca de la solidaridad”.
Durante la presentación de “Contar hasta 10”, Jesús Ramírez reconoció, en contra de lo que asegura Andrés Manuel López Obrador, que sí ha aumentado la violencia contra las mujeres: “está bien establecido el hecho de que ha habido un aumento en las denuncias de violencia contra las mujeres”. A partir de esa confesión, se está obligado a convertir la campaña en la respuesta oficial al creciente número de agresiones que sufren mujeres y niños-
El vocero aseguró que el gobierno, con esta campaña, está tomando acciones para erradicar el problema, impulsar los valores en la familia y visibilizar el uso del 911 para hacer denuncias de violencia de género. Vaya chapuza. Copiando los comerciales ochenteros de Televisa, se banaliza toda violencia, se criminaliza a las víctimas, se disculpa al agresor, se reduce un problema de salud y de seguridad a no saber respirar y ondear una bandera blanca. Una vez más el gobierno de López Obrador ofende a quienes no piensan como él, con la actitud de padre macho que impone el ejemplo, agravia a las víctimas por no saber controlarse, disculpa a los agresores por no seguir su ejemplo.
Está visto que este gobierno no toma en serio a las víctimas de violencia de género ni a los niños agredidos, visto está que la campaña que sigue será la de cuidarse a sí mismo, quizá sea el propio López Obrador quien nos pida desde un spot tener “Ojo, mucho ojo”.
Coda. “Adentrarse en el pasado es un asunto delicado, ya que el pasado se afana pero siempre fracasa a medias en hacernos quienes somos”, escribe Richard Ford en las palabras previas a los retratos que hizo de sus padres en el libro de memorias Entre ellos; este gobierno se ha empeñado en distinguirse indicando que no es como los otros, que son diferentes, sin embargo, en su estrategia de comunicación y en la repartición de culpas no dudan en aludir al pasado y, bien lo señala el novelista estadounidense, eso sólo garantiza la mitad del fracaso.
@aldan
El agresor no está en estado de emoción alterada, por el contrario. Es inconcebible que esa campaña difunda un atenuante a la conducta.