Por Jesusa Cervantes / MEXICALI, BC. (Proceso)
Al alza, las muertes en este lugar
– Oiga, ¿hay muertos?
–Uuuy… muuuchos.
–¿Cuántos por día?
–Muchos, muchos… no los he podido contar, responde el enfermero del Hospital General de Mexicali, la ciudad que a mitad del mes se convirtió en el foco rojo de Baja California por el disparo súbito de contagios y muertes.
Apura el paso rumbo al nosocomio, en cuya entrada un policía mantiene acordonada. En el fondo se escucha un motor que no ha parado desde el martes 19.
En ruido proviene del tráiler de la muerte –Termo King le llaman–, una especie de refrigerador en el que, bien acomodados, caben 50 cuerpos de adultos. Es una morgue ambulante a la espera de entrar en acción, cuando los fallecidos a causa del covid-19 saturen las áreas forenses de los hospitales generales y el del ISSSTE.
En vísperas de que se inicie la “nueva normalidad” en el país, Baja California ha mantenido desde el inicio de la pandemia el tercer lugar en contagios y muertes. En Mexicali, con una población de 1 millón 100 mil habitantes, el virus se expandió rápidamente
Al jueves 28 el estado registró 4 mil 743 casos positivos de covid-19. Según los números de la Secretaría de Salud local, en Tijuana, los contagiados sumaban 2 mil 31, contra los 2 mil 226 de Mexicali.
Tijuana se había convertido en el centro de la pandemia en la entidad, pero el sábado 23, los cachanillas ya aventajaban al municipio vecino.
Y ante los rumores sobre el número mayor de muertos y la saturación de los hospitales, el gobernador Jaime Bonilla Valdez y su secretario de Salud, Alfonso Pérez Rico, reportaron que la ocupación en los nosocomios era de 60 y 70%.
El viernes 1, el gobierno reportó 10 contagios nuevos. Había terminado la primera cuarentena impuesta por el gobierno federal, pero las autoridades anunciaban que las siguientes dos semanas serían las más críticas para la entidad, según las proyecciones.
En Mexicali se optó por salir de casa; negocios pequeños como tapicerías, talleres mecánicos, de bicicletas y de motocicletas se sumaron a los supermercados, farmacias, gasolinerías y restaurantes que sólo vendían comida para llevar; eran los únicos establecimientos abiertos por esas fechas.
Pasados los 14 días de incubación del virus, en Mexicali las estadísticas empezaron a cambiar: 46, 50, 75, 56 y 34 fueron los contagios que día a día se sumaron a partir del viernes 15.
El sábado 16 y el domingo 17 la alarma se prendió en Mexicali. El doctor Carlos Octavio Maya Acevedo, presidente del Congreso del Trabajo, reportó que en la ciudad habían ocurrido entre 35 y 40 decesos.
Sin embargo, en el reporte oficial del domingo 17 Mexicali apareció con cero muertos; los dos días siguientes los números fueron cuatro y siete, respectivamente. Según el doctor, los estaban ocultando o prorrateando.
En el estado hubo 244 muertos el 30 de abril y 253 el viernes 1; para el viernes 15 ya eran 519, el jueves 28 se elevaron a 774. Mexicali seguía reflejando un bajo número en los informes oficiales. “¿Dónde están los muertos?, pregunta Maya Acevedo.
La noche del viernes 22, mientras el secretario de Salud insistía en que Mexicali contaba con una ocupación de entre 70 y 77%, la presidenta municipal, Marina del Pilar Ávila Olmedo, informó: “Los hospitales están a su máxima capacidad y las funerarias no se dan abasto”. Y recomendó permanecer en casa.
Dos días después el titular de Salud admitió que hay una saturación en los hospitales de Mexicali por el repunte en la propagación del virus. De manera coincidente, el lunes 25 el Termo King tuvo actividad visible: 10 cadáveres del Hospital General fueron trasladados a ese refrigerador.
En un comunicado, el director del nosocomio informó que ese traslado era “por razones de sanitización del depósito de cadáveres y de toda el área circundante”.
Según Maya eso fue un pretexto. “Lo que pasa –insiste– es que ya se rebasó el número de gavetas y están saturados. No saben dónde poner los cuerpos porque ya están registrando 10 muertos por día”.