Llegó el mes de abril y con él una fecha que no debemos dejar pasar por alto: el día de la Tierra, mismo que se conmemora el 22 de este mes. En años anteriores he aprovechado este espacio para recordar esta fecha pocos días antes de la misma, pero en esta ocasión bien vale la pena hacerlo semanas antes ¿Por qué razón? Porque muy a nuestro pesar, le estamos dando un momento para respirar algo de aire puro a la Madre Tierra debido a la pandemia global por la que estamos pasando, y eso debería hacernos sentir bien. Estoy seguro que habrá escuchado que los índices de contaminación atmosférica en ciudades, en las cuales la calidad del aire generalmente es mala, ha disminuido significativamente, e incluso que especies animales que dejaron de verse en algunos sitios, han de regresado a espacios generalmente sucios y contaminados, por ejemplo delfines en los canales de Venecia. ¡Y qué decir de nuestras playas nacionales! Lucen limpias y paradisiacas nuevamente.
“Quédate en casa” es sin duda una manera de protegernos y proteger a nuestros congéneres, pero si nos quitamos los lentes antropocéntricos veremos que “quedarse en casa” contribuye a darle un respiro al planeta. ¿Cómo? Para empezar, se disminuye la quema de combustibles fósiles (principal generador del calentamiento global), en especial si eres dueño de un vehículo y los usas para trasladarte a todos lados en él. Esto sin duda mejora la calidad del aire de cualquier ciudad, pero también contribuye a frenar el calentamiento que se genera en cada una de ellas. Segundo, hará que la gente se concentré en comprar productos de primera necesidad e indispensables para su sostenimiento y menos en necesidades ficticias (ropa, calzado, aparatos electrónicos, etc.) creadas por la mercadotecnia. No niego que algunas de ellas son complementarias en nuestras vidas, pero innecesarias para nuestra subsistencia. La disminución en la compra-venta de todo aquello que no es indispensable en nuestras vidas, también da un breve respiro al planeta, pues dejarán de explotarse momentáneamente algunas zonas del planeta para extraer los recursos con los que se fabrican muchas de las cosas que no necesitamos, y esto es así porque si te quedas en casa no te ves tentado a mirar los aparadores y comprar un montón de cosas que no necesitas. Me gustaría sugerir que para entender la importancia de esto vea dos cortometrajes: Man de Steve Cutts que dura 3 minutos con 36 segundos y La historia de las cosas de Annie Leonard cuya duración es de 22 minutos, ambos los encuentra en YouTube.
Por supuesto que la pandemia golpeará la economía, ¡y que bueno!, porque no es posible seguir pensando que el dinero lo es todo y que la economía es la que mueve el planeta, como si se pagara a las fuerzas gravitacionales y la naturaleza con dinero para que sigan haciendo lo que hacen, o como si pudiéramos impedir el calentamiento global con dinero. Al contrario, la incesante búsqueda de crecimiento económico, medida por el PIB de cada país, está acabando con nuestro planeta, y esto debido a que no se puede crecer hasta el infinito, como creen los economistas, en un mundo con bienes naturales finitos.
Tenemos que entender que la Tierra no es un mero objeto que está al servicio de nuestra especie para extraer recursos que generen un mundo económico artificial. Esto puede sonar trillado para algunos, pero es cierto, el consumismo exacerbado e irracional que mueve la economía está acabando con los bienes naturales (agua, aire, plantas, animales) y son éstos los que sostienen la vida en el planeta, no el dinero; éste “no crece en los árboles”, antes bien, se ocupan árboles (papel) para fabricar los billetes y metales (minerales) para las monedas; en otras palabras, si se agotan los bienes naturales, la materia prima con la que se fabrica todo nuestro mundo artificial, no habrá tampoco con qué fabricar billetes ni monedas, y sin esto, una economía tal y como la hemos conocido durante los últimos siglos.
Se habla en las noticias que se requieren miles de respiradores artificiales para salvar la vida de las personas que contraigan el coronavirus y que cada uno de éstos tiene un costo en el mercado de miles de dólares. Se anuncia en los noticieros que importantes industrias, como la automotriz, contribuirán a fabricar estos respiradores (Que casualidad que una pandemia despierte el espíritu altruista de estas empresas). Cuando el aire del planeta sea irrespirable ¿será la industria automotriz la encargada de construir un respirador artificial para nuestro planeta tomando en cuenta que ella es la principal responsable de la contaminación atmosférica a nivel mundial? No lo creo, porque debieron comenzar a encargarse de este problema desde hace un siglo por lo menos, pero no es así la voracidad comercial de las empresas de este ramo junto con otro grupo de industrias ecocidas (petroleras, mineras, automotriz, ganaderas, agrícolas, de la construcción, farmacéuticas, de la moda, de la electrónica, etc.) perfeccionaron sus prácticas asesinas y han llevado al planeta a un estado de enfermedad cuya fiebre no disminuye, sino que va en aumento. A pesar de ello, estas industrias saqueadoras insaciables no se detienen, exploran zonas aun inalcanzables (bajo los océanos, en los polos, en selvas vírgenes) para ampliar sus putrefactos emporios contaminantes. Frente a estos hechos hay que preguntarnos ¿quiénes son el verdadero virus en este planeta? ¿Será que sólo una pandemia puede frenarlas?
Está en nosotros acabar con la pandemia del coronavirus, pero también con la pandemia comercial que se esconde atrás de aquella; para ello necesitamos dejar de consumir de manera impulsiva e irracional, en especial a las corporaciones extractivistas más inmorales del planeta (si quiere saber cuáles son, le recomiendo la lectura de El libro negro de las marcas). Tenemos que poner en práctica el descrecimiento económico, el cual tiene como base principios que ya conocemos como el reusar, reducir, reciclar; lo que contribuye a dar nuevos usos a cosas que hemos dejado de utilizar o intercambiarlas con otros; dejar de comprar por el gusto de comprar y con ello reducir nuestro consumo, y buscar canales de reciclaje que contribuyan a reducir la basura en los contenedores y en los rellenos sanitarios. Los invito a que estos días de quedarse en casa sirvan para revalorar nuestras vidas, y de manera muy especial la vida de nuestro planeta.