En muchas ciudades del mundo, se están promoviendo debates activos e interdisciplinarios para explorar nuevas áreas de oportunidad e ideas que permitan regresar, no a la normalidad, sino a una nueva realidad que haga de las ciudades lugares más saludables, prósperos, competitivos, eficientes e incluyentes. Es decir, la contingencia actual, que ha obligado a millones de personas a permanecer en confinamiento, y con ello, a modificar drásticamente sus actividades, traerá consigo espacios para innovar en el funcionamiento de las ciudades. Veamos algunos ejemplos.
En últimos meses en que gran parte de la población mundial ha permanecido en casa, ha quedado en evidencia que la densidad urbana –que si bien puede estar asociada a una mayor probabilidad de contagio– ha permitido optimizar múltiples servicios que hoy se están realizando a través de plataformas en línea y entrega a domicilio. Lo anterior sugiere que muchos servicios, que principalmente se realizaban de manera presencial en algún establecimiento, como las compras en el supermercado, en el futuro inmediato podrían seguirse realizando a distancia, lo que no solo podría prevenir aglomeraciones sino también evitar que las personas realicen desplazamientos innecesarios, con lo cual podría incluso disminuir el uso indiscriminado del automóvil y permitir a las personas destinar más tiempo a actividades productivas, creativas, recreativas, etcétera.
Una mayor demanda de comercio en línea y entregas a domicilio también podría aumentar la circulación del transporte de carga en las ciudades, lo que requerirá de nuevas estrategias para mejorar su capacidad, eficiencia y sostenibilidad. El transporte de carga, aunque suele no figurar en las discusiones sobre movilidad urbana, es un elemento fundamental de las ciudades porque permite abastecerlas de todos los bienes que requiere la población para satisfacer sus necesidades. En ese sentido, desde hace tiempo muchas empresas han estado explorando maneras de innovar las operaciones logísticas en zonas urbanas, por ejemplo, mediante vehículos autónomos; unidades eléctricas menos contaminantes; vehículos de menor dimensión para circular en calles estrechas; sistemas de bicicletas de carga para realizar entregas de última milla en ciertas zonas; entre otras estrategias.
Por otro lado, el confinamiento actual también ha permitido observar que, aquellas zonas de las ciudades que cuentan con una mayor diversidad de usos del suelo dentro de un radio caminable, proveen a las personas que allí residen un mayor acceso a comercio y servicios –como supermercados, restaurantes o farmacias–, en los que pueden resolver distintas necesidades sin desplazarse considerablemente; en contraste con quienes habitan en zonas monofuncionales –como fraccionamientos sin otros usos más que el habitacional–, que deben desplazarse a otras zonas para adquirir productos o servicios necesarios. Ello sugiere que las ciudades deberán promover nuevas maneras de aumentar la accesibilidad de las personas a las diversas oportunidades que requieren para realizar sus actividades, incluyendo la diversificación de los usos del suelo en torno a la vivienda.
Más aún, en esta contingencia millones de personas han migrado al teletrabajo o ‘home office’ como medida para evitar la concentración en oficinas, transporte público, etcétera; e incluso los sistemas de videoconferencia o reuniones virtuales han registrado un aumento exponencial en el número de usuarios. Esos sistemas, aunque difícilmente pueden reemplazar la interacción física necesaria para ciertas actividades laborales, están demostrando ser altamente efectivos como herramientas tanto de trabajo a distancia como de aprendizaje e intercambio de conocimiento con individuos en cualquier parte del mundo, pues diariamente aumenta la oferta en línea de conferencias, seminarios, cursos, entre otros, sobre una gran cantidad de temas. Lo anterior, sin embargo, traerá consigo retos importantes para reducir la brecha digital y garantizar la seguridad y privacidad de datos e información.
En ese contexto, el teletrabajo podría aportar lecciones importantes para las ciudades, por ejemplo, en materia de productividad laboral, intercambio de experiencias en tiempo real, y educación y capacitación a distancia. Incluso, como ya se estaba realizando en algunas ciudades, el trabajo en línea puede ser una medida adicional para gestionar la congestión vehicular, pues un cierto porcentaje de la población puede trabajar en casa algunos días de la semana, con la finalidad de disminuir el uso del automóvil durante horarios de máxima demanda o contingencias ambientales. Aún así, siempre será importante que las ciudades mantengan y propicien la convivencia e interacción física –beneficios intrínsecos de la urbanización–, de las cuales surgen la innovación, el emprendedurismo, el intercambio cultural, etcétera.
En conclusión, la crisis del Covid-19 abrirá nuevas áreas de oportunidad e innovación en múltiples sectores, incluyendo la gestión de las ciudades, que tanto los gobiernos, las empresas y la sociedad civil deberán aprovechar para crear una nueva realidad más próspera. La generación de nuevas ideas avanza de manera acelerada en muchas ciudades del mundo, al mismo tiempo en que decenas de líderes ya se encuentran explorando maneras de materializarlas; y en ese sentido, las ciudades mexicanas no deberían quedarse atrás.
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Totalmente de acuerdo contigo, entre otra de las cosas a reconsiderar dentro de los puntos a tomar en cuenta en el futuro diseño de ciudades, es el como la vivienda vertical y horizontal, ayuda a la convivencia vecinal.
En países como Europa donde por la pandemia todos están recluidos en sus casas, muchos han encontrado una solución a la convivencia vecinal por medio de balcones, algo que no es parte del diseño de varias ciudades mexicanas, porque no se le da la importancia como un espacio de la casa, sino algunas veces incluso un espacio residual y muchas veces sub-utilizado.
Esta convivencia no solo ayuda en época de pandemia, sino que crea lazos vecinales que se traduces en seguridad dentro de la ciudad.
Me gusta mucho tu columna.
Saludos.
Muchas gracias por tu comentario y leer la columna. Efectivamente, creo que la vivienda es y seguirá siendo un elemento central en la discusión sobre ciudades más prósperas, saludables, incluyentes, etc.; y la convivencia entre vecinos sin duda debe formar parte de esa discusión. Si bien la vivienda vertical puede generar múltiples beneficios para las personas y las ciudades, en México suele también generar cierto rechazo por motivos de convivencia vecinal. En ese sentido, creo que el diseño mismo de la vivienda y los barrios puede ayudar mucho a mejorar la convivencia entre las personas, y a reducir la percepción negativa que en ocasiones se tiene sobre la vivienda vertical. Saludos!
Lo único malo que puedo comentar sobre esta nota, y ni siquiera obetivamente, sino, personalmente, es que a pesar de que ‘teletrabajo’ es la palabra “oficial” en inglés, la verdad es que jamás he escuchado a alguien utilizarla de verdad, y eso que trabajo (y varios amigos) de esa manera jaja
Fuera de eso, una nota muy buena, la verdad es que me agrada bastante que se tomen enserio estos temas, pienso que toda esta situación es el momento perfecto para plantearse cambios y aprovechar el impulso que derivará una vez terminada la pandemia, por lo que agradezco que decidiera hablarse sobre ello.
Aguascalientes tiene un nivel de planeación (relativo a otras ciudades de México) bastante bueno, sin embargo, se encuentra en una etapa de crecimiento determinante para el futuro de la ciudad, por lo que ojalá se siga hablando mucho de este tema, para que eventualmente se integre en la agenda política.