La Filosofía de la medicina es un campo de estudio de mucha actualidad que explora las cuestiones fundamentales de las teorías, la investigación y la práctica en las ciencias de la salud. En particular se ocupa de cuestiones tanto metafísicas como epistemológicas (en los párrafos siguientes explicaré esto con más detalle). Algunos remontan este campo de estudio al corpus hipocrático.
Dado que existen cuestiones tanto éticas como axiológicas al interior de muchos debates filosóficos sobre las ciencias de la salud, la Bioética suele considerarse un campo de estudio independiente. Recientemente sucede algo similar con la Filosofía de la epidemiología social, la cual es una rama de la Filosofía de las ciencias médicas que ha traspasado sus fronteras, y que parte del hecho de que ni la biología ni los estilos de vida de los individuos explican la desigualdad en la salud con tanta fuerza como las desigualdades económicas y de estatus social. Diversos grupos de investigación en la Universidad Autónoma de Barcelona han trabajado en conjunto problemas en este campo, y en el Instituto de Investigaciones Filosóficas de la UNAM la Dra. Paulette Dieterlen ha abordado también problemas de justicia distributiva con respecto a la salud.
La Filosofía de la medicina tiene interacciones importantes con otros campos de estudio: puede proporcionar los fundamentos para muchos debates bioéticos (e.g., el caso del uso de modelos animales en la investigación biomédica); puede hacer contribuciones importantes a la filosofía general de la ciencia (e.g., a la comprensión de la explicación científica, la causalidad y la experimentación, así como aportar claridad a los debates en torno a las aplicaciones del conocimiento científico); y puede contribuir a las discusiones sobre los métodos y objetivos tanto de la investigación como de la práctica médica (e.g., a los debates epistemológicos al interior de las variedades de la medicina moderna).
Algunos temas y problemas de interés para la Filosofía de la medicina son: el análisis (o la definición) de los conceptos de salud y enfermedad; la clarificación de las categorías de enfermedad disputadas y controversiales (e.g., la fibromialgia y el síndrome de fatiga crónica); la naturaleza de las teorías, las causas y las explicaciones en las ciencias de la salud; el análisis del debate reduccionismo/holismo tanto en la investigación como en la práctica médicas; el análisis epistemológico de las nuevas variedades de la medicina moderna; la evaluación epistemológica del uso de modelos animales en la investigación biomédica; el estudio del uso de la probabilidad y la aleatoriedad en la investigación biomédica; el estudio de la lógica del diagnóstico médico (puede verse el trabajo de Atocha Aliseda de la UNAM a este respecto); y el análisis epistemológico del uso de la perspectiva de la primera persona en la investigación y práctica médicas (fenomenología, conocimiento narrativo y el enfoque cualitativo), entre muchos otros.
Aunque pocos médicos consideran que la reflexión filosófica sobre sus actividades deba ser una parte importante de su práctica, cada vez se reconoce más que las humanidades tienen un papel potencialmente importante que desempeñar en la educación y la investigación médicas. La filosofía puede situar las actividades y las afirmaciones de los investigadores y los clínicos en un contexto crítico más amplio. La filosofía puede cuestionar, exponer y examinar los fundamentos y los supuestos en los que se basan esas actividades. La filosofía puede aclarar cuestiones y desenredar confusiones que están presentes en los debates que parecen no poder resolverse de manera normal por los especialistas médicos (en particular, apelando a evidencia cuando la evidencia misma está en disputa).
El debate más significativo y susceptible de investigación filosófica es el concerniente a la Medicina Basada en la Evidencia (MBE). A diferencia de la mayoría de las disputas sobre hechos científicos, que normalmente (aunque no siempre) se resuelven una vez que se ha reunido evidencia suficiente, el debate sobre la MBE no parece ser uno en el que evidencia adicional nos ayude a verlo con mayor claridad. Esto se debe a que la propia naturaleza e importancia de la evidencia es una de las cosas que están en disputa en dicho debate. Quizá por ello el debate requiere clarificación filosófica, y en particular epistemológica.
A la Filosofía de la medicina también le interesa el hecho de que la investigación médica está influida por diversos valores externos (no epistémicos), muchos de los cuales crean una variedad de dilemas éticos relacionados con la equidad de acceso a la salud. Existen también implicaciones epistémicas de la exclusión sistemática de ciertos tipos de individuos, grupos o enfermedades para la investigación médica, así como para la práctica clínica en términos de la validez de la evidencia producida y las decisiones tomadas con base en esa evidencia: e.g., en la investigación médica tradicional se asumía generalmente que los varones blancos podían utilizarse como base de generalizaciones que a su vez podían extrapolarse a todas las demás poblaciones, incluidas las minorías y las mujeres.
Los exámenes de la bibliografía indican que se ha excluido a las mujeres en particular (especialmente a las mujeres de edad), y que las investigaciones sobre la mujer han estado generalmente relacionadas con la función y la capacidad reproductivas. Se ha argumentado que esos tipos de investigación no cumplen los ideales de la investigación médica de calidad ni de la atención de la salud basada en evidencias. Incluso hoy en día siguen existiendo ciertas formas de exclusiones generales, por ejemplo, de mujeres en edad de procrear o embarazadas en muchos tipos de investigación médica. Estos tipos de exclusión sistemática son sumamente problemáticos, especialmente porque hay pruebas claras de diferencias críticas entre hombres y mujeres con respecto a una serie de factores relacionados con la receptividad a las terapias por razones tanto biológicas como sociales. Algo similar sucede con los afroamericanos en los Estados Unidos: incluso cuando los ensayos clínicos tratan de reclutarlos, una serie de factores pueden contribuir a que no participen; e.g., la desconfianza debida al racismo histórico e institucional, investigaciones realizadas sin consentimiento, la falta de comprensión de la investigación y el consentimiento, el estigma social, las consideraciones financieras, y la falta de métodos de reclutamiento culturalmente sensibles por parte de los investigadores. Por tanto, esas lagunas limitan la investigación médica y pueden dar lugar a la utilización de tratamientos o terapias que, de hecho, pueden ser perjudiciales para determinados grupos.
La investigación médica también se ve afectada por el tipo de afecciones o enfermedades que se seleccionan para ser investigadas: tal vez lo más notorio sea que las enfermedades “huérfanas”, comunes sólo en poblaciones minoritarias o que sólo están presentes en ciertos países en desarrollo, a menudo se descuidan para el desarrollo de medicamentos y otras terapias (esos posibles productos se denominan “medicamentos huérfanos”).
Otra forma en la que nuestro conocimiento médico generado por la investigación se ve afectado negativamente por los valores externos (no epistémicos), y que es de interés para la Filosofía de la medicina, es a través de los patrones de financiación relacionados con la investigación: las empresas farmacéuticas patrocinan una parte considerable de los ensayos clínicos y tienen diversos intereses no epistémicos en juego en estas inversiones; y existen pruebas consistentes de que los resultados negativos de las investigaciones suelen ser suprimidos cuando son patrocinados por la industria, lo que da lugar a un sesgo en lo que se informa y, por lo tanto, en las pruebas disponibles sobre las que se pueden tomar decisiones de prescripción y tratamiento. Por último, este sesgo también se ha encontrado en otras áreas: dentro del propio estudio en la elección de la pregunta de investigación o el tema de investigación, en la elección de las dosis o los fármacos con los que se va a comparar el fármaco objeto de estudio, en el control del diseño del ensayo y en diversos cambios en los protocolos, en las decisiones de poner fin a los ensayos clínicos de forma anticipada, en la reinterpretación de los datos, y en la publicación de datos como las restricciones de los derechos de publicación, el uso de revistas falsas, etc.