Se escucha en todas partes “lo peor está por venir”, lo asegura la Organización Mundial de la Salud, los especialistas y hasta lo reconoce en voz baja López-Gatell, pasamos a fase 3 y la vida en Aguascalientes vuelve, sin permiso, poco a poco a la normalidad.
Conscientes estamos que el término cuarentena se queda corto cuando hablamos de los días que llevamos en casa y ¡lo que nos falta! pues una pandemia no se cura con dos días de incapacidad, un sedalmerck y una coca cola, sino con conciencia social.
En el reportaje China: el mundo después, se muestra como después de tres semanas de que Pekín no registró un nuevo caso Covid-19 permitió a sus ciudadanos salir a los parques y que algunas actividades se reactivaran con estricta medidas de seguridad sanitaria, control y distanciamiento social.
Lo que me impresionó fueron los controles de sanidad antes y después; cuadrillas de salud visitaban los hogares y tomaban temperatura a todos los miembros, eran obligatorios guantes, caretas y cubre bocas para poder ir ocasionalmente a los supermercados y se detonó la entrega a domicilio bajo estrictas medidas de seguridad. El francés que nos permite ver la “reactivación social” lanza la pregunta de si es mejor pasar una pandemia en un régimen autoritario o en uno occidental, lo que podremos comprobar conforme pasen los meses.
El periódico Le Monde publicó al tiempo, otro reportaje que muestra la evolución de la curva cuando termine el confinamiento debido a la convivencia social. Como dicen las publicaciones de Facebook, esperamos a que termine la cuarentena reunirnos en bares a pagar los 15 tragos que ya prometimos además de hacer carnes asadas y de trancazo recuperar este tiempo de aislamiento mientras que la realidad es que eso solo provocaría un repunte, no tan grande pero sí importante de contagios y así consecutivamente hasta que el próximo año ceda por completo la pandemia.
Muchas personas comienzan a deprimirse o están en medio de crisis familiares. El aislamiento social produce también curvas en las emociones y la salud mental. Y es que reinventarse todos los días para mantener el buen ánimo y salud emocional no es tan sencillo hay que ser creativos y tener mucha fe para no bajar la guardia, preocuparse por la situación económica o arrancarse los pelos debido a la incongruencia de nuestro presidente.
Yo, como usted, quiero volver a la vida “normal” cualquiera que esta sea o lo que signifique, pues quizá lo más estresante para nuestro cerebro es la “idea de no poder salir” como si esto coartara nuestra libertad pues sabemos bien que la libertad de espíritu, de pensamiento nunca podrá encontrarse entre cuatro paredes.
Nuestra cotidianeidad cambio y como sociedad también nos transformaremos, no volveremos a ser los mismos, pero ¿qué de bueno tiene esta contingencia sanitaria?
Aunque tenemos dificultades económicas aprendemos que no es relevante el salir cada fin de semana al centro comercial, sino que, la convivencia y la unión es lo más importante y que podemos vivir sin un montón de cosas
Estamos en un punto crucial donde la educación dio un salto, sin vuelta atrás, a la era tecnológica. Fue el detonante, si no nunca lo hubiéramos hecho al 100 por ciento aunque como nación no estemos listo para ello.
Nos dimos cuenta que el teletrabajo es posible en casa y que como sociedad evolucionamos nuestros hábitos y sistemas, en positivo para mejor.
Muchos negocios pequeños y desconocidos de comida para llevar y congelados hoy en día están en auge y tienen mucha producción, claro no todos podemos vivir de ese tipo de servicio pero gracias a que la gente está en las redes sociales todo el tiempo podemos promocionarnos, diversificando nuestro portafolio y contenido.
Hoy más que nunca debemos quedarnos en casa, seguir las clases de educación primaria y secundaría por la televisión y continuar el proceso educativo del que todos aprendemos algo. Ahora con la magia de la educación por televisión recordaremos lo que vimos hace 30 o más años y será más sencillo el apoyar a nuestros pequeños en sus tareas, comprenderemos el valor de asistir a la escuela y lo duro que es enseñar.
Como sociedad aprenderemos que la disciplina y las rutinas forman hábitos y familias saludables y que hay mucho más que la sociedad del consumo para sobrevivir.
Ahora solo estamos obligados a portar cubrebocas y aun podemos entrar dos personas al supermercado pero si usted y yo no nos quedamos en casa entonces, pasaremos más tiempo confinados y muchas más personas se contagiaran y no habrá otro remedio más que enfrentar la catástrofe, aun mayor, del colapso económico por no respetar las normas y extender el periodo de contagio porque “se nos hizo mucho ya” el quedarnos en casa.
La “casi” normalidad sin permiso nos demuestra que lo vivido por otros países como España o Italia no nos impactaron y no creemos que esto es real y mientras eso sucede nos obligamos, en un auto inconsciente, a la mal nombrada más larga cuarentena de nuestra historia.
A mí me encantaría que esto fuera una guerra biológica y que el virus, si fue creado en un laboratorio, se pudiera apagar y todo terminara en un dos por tres, pero fuera de mi ficción decido quedarme en casa, hacer lo que me gusta y pone feliz desde la conciencia de que esto no sólo es por mí sino por todos.
Muchos dicen que no creen que sea real pues no tienen algún conocido que haya dado positivo o que falleciera por el Covid-19, pero ¿para qué arriesgarse a afirmar esa premisa?
Somos humanos, no invencibles y confinarnos es una decisión, que el encierro termine pronto también, todo en la vida es solo cuestión de decisión.
Laus Deo
@paulanajber