La realidad de #Quédateentucasa se hace evidente si asomamos un poco la cabeza por las calles que pisábamos con normalidad antes de la llegada del coronavirus. Está claro que mucha gente, por responsabilidad social, miedo o simple fuerza, está respetando el aislamiento. Sin embargo, no hay que olvidar que no todos pueden quedarse en su casa, haciendo home office o de vacaciones. Hay personas que tienen que trabajar para subsistir y no sólo los fantasmas del Covid-19 pesan sobre ellos, también los nuestros les pesan. ¿Tienen miedo? Probablemente, pero la necesidad es mayor que ese miedo. ¿Quién les compra sus productos? ¿quién los ayuda a sobrevivir la pandemia si sólo hay fantasmas en las calles? No hay que olvidarlos y, si podemos, consumir algo de lo que venden porque esa venta podría ser la única del día.