¿Qué escribir sobre la pandemia que no haya sido escrito antes? ¿Qué necesitamos decir en esta cuarentena interminable? Hay algo que empezamos a sospechar, pero callamos por miedo a que sea verdad: la vida cambió.
Cambió la vida, cambió la muerte, ha cambiado la manera de amarnos y cambiará la manera en que tendremos que habitar las ciudades, las escuelas y las plazas.
No creo que haya punto de retorno, o que podremos volver a la manera en solíamos habitar la tierra, no trato de sonar desesperanzadora, ni estoy diciendo que estamos confinados para siempre, quiero decir que nosotros también hemos cambiado con la pandemia, pues si algo nos ha mostrado la historia es que la humanidad siempre ha encontrado la manera de adaptarse a las nuevas situaciones, y que la añoranza de un pasado que fue mejor nos hace mas pesado poder mirar hacia el futuro inmediato.
Estos últimos días pienso mucho en los testimonios que ha recopilado Svetlana Aleksiévich de quienes vivieron el desastre nuclear de Chernóbil, ¿y saben? Lo que estamos viviendo no me parece tan diferente, estamos aislados socialmente por miedo a algo que no podemos ver, pero que si logra alcanzar nuestros cuerpos nos pondrá en un grave peligro.
En aquel momento la ciencia fue fundamental para afrontar la crisis, igual que ahora, que sigamos las indicaciones de quienes dedican su vida a la comprensión de aquello que escapa al conocimiento cotidiano y popular, es indispensable. Contra el virus no habrá arma, ni religión que proteja la fragilidad humana, la desesperación nos llevará a creer en soluciones rápidas, en tés milagrosos y amuletos de protección, ante la incertidumbre solo nos queda la paciencia y la confianza en quienes tienen la experticia en salud. Gracias por cierto, a todo el personal médico que arriesga de manera diaria su vida, a pesar de no contar con todo el equipo necesario.
De aquel desastre se dijo que el pasado se había visto impotente que lo único se había salvado de nuestro saber, es la sabiduría de que no sabemos…y que seguimos sin saber.
Aunque seguimos sin saber, creo que algo que ya hemos aprendido de la experiencia pasada de quienes habitaban un lugar remoto que fue cubierto por la muerte y muertos vivientes, es que todos los gobiernos son incompetentes ante las crisis humanitarias, en múltiples ocasiones se ha comprobado que las decisiones suelen tomarse con base a ideas racionalizadas en materia económica, pero a pesar de todas las adversidades, las redes de solidaridad que se tejen entre la gente son las que salvan vidas.
Svetlana tiene varios libros dolorosos, lacerantes, porque muestran las consecuencias de grandes momentos de crisis, pero aún en medio de todo el sufrimiento logra captar algo que a veces parece ausente entre el desastre: el amor. Lo que llevó a la humanidad a recuperarse de grandes tragedias, poco a poco fue el amor, quizá sea lo único que nos quede ante este nuevo contexto incierto.
@KarinaLeyvaRdz