“Los lugares más oscuros del infierno están destinados para aquellas personas que en tiempos de crisis moral se mantuvieron neutrales”, Dante.
Estimado lector, es menester extenderle la tesitura de que el ser humano nunca ha estado en la parsimonia moral, siempre hemos estado en crisis, ya sea económica, ideológica o existencial, pero cada humano es responsable de tomar la postura y las consecuencias del camino que ha decido recorrer. Cada amanecer es una elección, cada batalla es una elección, cada revolución es una elección.
La historia está escrita en el testimonio de personas que han llevado al límite su ideología, Ernesto Guevara ha sido un icono de lo que representa la revolución. El político, militar, escritor, periodista y médico argentino-cubano dejó un legado digno de reconocimiento. Rosario fue la tierra que vio nacer al “Che”, un argentino con problemas de respiración conjugados en asma, tuvo que pasar los primeros años de su vida mudándose a lugares que le permitiera tomar aire suficiente.
Desde pequeño se mostró sin atavíos y con un espíritu solidario, compartía lo que tenía con todos, decidió estudiar medicina y ahí tuvo a uno de sus grandes amigos, Alberto Granado. Junto con el decidió emprender un viaje en motocicleta por todo el sur de la Argentina y de ahí recorrer Sudamérica. Cabe mencionar que las posibilidades económicas de su familia le pudieron permitir tomar otro tipo de alcances, el decidió la aventura, quitar los cerrojos, destrabar los cielos y respirar la libertad, aquella que va más allá de un materialismo validado por una sociedad esclavizada en la posesión.
En su travesía logró apreciar la pobreza y la gran desigualdad que azotaba a la mayoría de los países a los que llegaba, cabe mencionar que hacía todo tipo de actividades para poder seguir solventando sus viajes junto a su amigo. La motocicleta en la que iban terminó descompuesta e inservible, pero el impulso de estos dos jóvenes era mucho más fuerte que la adversidad.
“En el momento que fuera necesario estaría dispuesto a entregar mi vida por la liberación de cualquiera de los países de Latinoamérica sin pedirle nada a nadie, sin exigir nada, sin explotar a nadie”, Ernesto Guevara.
Cuando el joven Ernesto estuvo en plena selva amazónica entre Colombia y Brasil tuvo un tiempo considerable en “El leprosario de San Pablo”, en donde realizó labores de voluntariado, tenía 24 años de edad y decidió pasar aproximadamente un mes ayudando a las personas y también jugando futbol, prefería pasar tiempo con los enfermos que, con sus colegas médicos, fue tal el cariño de los leprosos que a su partida les regalaron una balsa de nombre “Mambo Tango”.
En toda historia de algún personaje célebre, sobre todo si se caracterizaron por un idealismo impoluto, es verdaderamente interesante ver sus orígenes y las raíces en las que decidieron forjar las ideas que los llevaron a su destino. Esos momentos fueron cruciales para forjar su carácter y su ideología revolucionaria.
Regresa a la Argentina y termina su carrera, cabe mencionar que logró acreditar 13 materias en tan solo un año, (dato referido en la biografía realizada por Paco Taibo) pero algo había cambiado en su esencia y por su puesto en su creencia. Tomó el aliento y decidió volver a emprender su viaje. Sus nuevas fronteras fue la Paz, posteriormente Perú y Ecuador y fue ahí donde tuvo conocimiento de la revolución guatemalteca y decide ir e involucrarse en el movimiento. Comenzó a tener influencias marxistas y tener conocidos políticos como Rómulo Betancourt y Juan Bosch, del mismo modo conoce a algunos integrantes del movimiento 26 de Julio. La situación era complicada y compleja, solicitó participar, pero únicamente fue involucrado en actividades como el transporte de armas y la atención médica. Diversas fuentes refieren que le impactó la intervención norteamericana y que eso fue un motivante para tener una estridencia hacia el imperio Yanqui.
“Sean siempre capaces de sentir en lo más hondo cualquier injusticia cometida contra cualquiera en cualquier parte del mundo. Es la cualidad más linda de un revolucionario”, Ernesto Guevara
Cada viaje es una nueva reseña que tiene la posibilidad de trascender en nuevas realidades, cada acción tiene una intención, su esencia comenzó a tener la definición que dejaría un legado que aún inspira a filósofos, políticos y guerrilleros. Las palabras no alcanzan para culminar el texto en esta intervención, nos vemos la próxima semana para seguir hablando de uno de los más grandes de la historia.
In silentio, mei verba. La palabra es poder.