De pandemias y ciudadanía/ Debate electoral  - LJA Aguascalientes
25/11/2024

Una de las preguntas más recurrentes que me plantean los compañeros reporteros antes, durante e incluso después de un proceso electoral, es relativa a qué planes, estrategias, metas o instrumentos se van a utilizar para mejorar la cultura cívica de los electores para con ello, abatir los porcentajes de abstencionismo en una jornada electoral; al respecto normalmente les respondo que la construcción ciudadana no es obligación exclusiva de la autoridad electoral, todas y todos tenemos un papel que desempeñar para lograr la meta de construir ciudadanía, instituciones públicas y privadas, prácticamente todos tenemos esa obligación en lo colectivo pero también en lo individual, sea como servidor público, sea como dueño de una empresa, sea como trabajador, maestro e incluso, como padre de familia, porque aunque gastada, la frase de “la democracia la hacemos todos” es una realidad, todos somos responsables, cuando se presenta una jornada electoral con bajos índices de participación ciudadana, la mala noticia no solo es para la autoridad electoral, es para todos, todos perdemos, es una pequeña muestra de la desunión y falta de compromiso de la colectividad, nadie gana, todos pierden, la esencia de nuestro sistema de gobierno es la democracia, la participación de todos a favor de todos.

Y lo he señalado en mis publicaciones anteriores, la democracia no debe aparecer solo en elecciones, la democracia debe ser un estilo de vida, uno en el que todos participan a diario en su colectividad, saben cuál es su rol y lo desempeñan de la mejor manera posible, ven por el bien común y no solo el particular, esa es la verdadera apuesta de la llamada construcción de ciudadanía, cuya prueba de fuego no se limita a los procesos electorales sino cada día, en otras palabras, el sabernos pertenecientes a una misma cultura, una misma sociedad, a un mismo sistema, nos obliga a velar por el bien común, todos tenemos una parte o papel que desempeñar a favor de todos, sin la participación de todos no avanzamos como colectividad.

Ahora bien, la llegada de la pandemia generada por el Covid-19 -que al día en que escribo estas líneas se reportaron 5847 contagios y lamentablemente 449 fallecimientos- nos ha obligado a hacer un cambio radical en nuestras actividades regulares, recluirnos voluntariamente en nuestras casas, dejar de ver a nuestros familiares y amigos, adaptarnos a trabajar desde nuestras casas (obviamente me refiero a aquellos que nuestra actividad nos permite) nos enseña o mejor dicho nos exige una participación colectiva para poder salir del problema, porque así como en una elección la participación ciudadana no es para unos cuantos, sino para todos, en esta emergencia sanitaria es igual, si solo unos cuantos ciudadanos cumplimos con las recomendaciones de las autoridades sanitarias y garantizamos el distanciamiento social al recluirnos en nuestros domicilios, la tragedia se consumará, el sistema de salud colapsará, mucha gente perderá la vida, la clave pues está en el compromiso social de saberse protagonistas y en buena medida responsables de llegar a la solución, nos enseña que las autoridades no son ni pueden ser los solucionadores únicos a nuestros problemas, la solución reside en la nosotros, todos pues, ni ricos ni pobres, ni viejos ni jóvenes, ni católicos ni protestantes, todos, la enfermedad no tiene estratos sociales determinados, el llamado pues es general, todos por igual, como en las elecciones, todos los electores están llamados a participar, no es un problema individual sino colectivo y por ello la solución es igual.

En este contexto, la pandemia se presenta como una oportunidad de replantear el concepto de democracia, hoy más que nunca se requiere de esa democracia participativa, es más, es una obligación ante la tragedia que se avecina, no solo en cuestiones de salud, que según las autoridades sanitarias en las próximas semanas iniciará la llamada fase 3 y con ello el pico más alto de contagiados y por ende de fallecimientos, ante la incertidumbre de saber si formaremos parte del 80% de la población que se contagiará y sobre todo, si formaremos parte (nosotros o bien un ser querido) del grupo que requerirá de cuidados intensivos en un hospital, sobrevendrá también la otra tragedia, la social y económica, se disparará el desempleo, la inflación, la devaluación de nuestra moneda, encarecimiento de todos los productos de la canasta básica, y en general, de una recesión mundial no vista desde hace mucho tiempo. Por ello más nos vale tomar como nunca principios básicos como la igualdad y la solidaridad entre los ciudadanos, aquella democracia cuya población es sabedora de que la solución está en todos y no solo en las autoridades, aquella que exige que las instituciones competentes, sean exactamente eso, es decir, una sociedad democrática en el sentido más amplio del término.

Nadie sabe a ciencia cierta, cuándo y cómo terminará la contingencia ni mucho menos los efectos económicos ni sociales que sucederán posteriormente, lo que sí es un hecho es que nada volverá a ser igual, y por ello, deberíamos de proponernos que una de los cambios que emerjan de la presente emergencia sanitaria, sea el resurgimiento de una sociedad consciente y preocupada por mejorar su entorno, porque la única manera de salir del problema es que los ciudadanos y gobierno hagamos las cosas bien y eso al final del día, nos traerá el cuestionado mejoramiento de la calidad ciudadana en nuestro país y de la mano con ello, de la calidad de nuestra democracia.

 

/LanderosIEE | @LanderosIEE


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