- Un recuento disfrazado de informe que no presenta ningún plan
- El presidente promete generar 2 millones de empleos en lo que resta del año
Finalmente, tras una semana de anunciar que daría a conocer el plan para enfrentar la crisis económica provocada por la pandemia del coronavirus, el domingo el presidente Andrés Manuel López Obrador aprovechó su quinto informe al pueblo de México para señalar que su estrategia consta de 3 ejes: 1) Inversión pública y social; 2) Pleno empleo, y 3) Austeridad republicana. Aseguró que se distribuirán 22 millones de pesos a través de los programas sociales, prometió que se generarán 2 millones de empleos en este año y que se otorgarán 2 millones 100 mil créditos para pequeños y medianos negocios. No se definió ningún plan económico, tampoco medidas de apoyo que no estuvieran previamente contempladas, se reiteró que México no adquirirá deuda y se negó apoyo alguno a la iniciativa privada.
Tras la entrega que hiciera el titular de la Secretaría de Haciendo y Crédito Público, Arturo Herrera, de los “Pre-Criterios 2021”, con las perspectivas económicas y de finanzas públicas para el cierre de este año y el ejercicio fiscal del próximo año, así como la reunión que sostuvo el presidente con el sector empresarial, López Obrador indicó que daría a conocer su plan para la recuperación económica del país, en el que demostraría que tiene otros datos, distintos a los que prevén un decrecimiento económico que podría alcanzar el -3.29% y que no es necesario dar incentivos fiscales y ayuda a las empresas, porque el Gobierno de México no va a permitir que la recaudación fiscal se caiga porque no se tendrían recursos para los programas sociales.
López Obrador calificó la situación económica actual como una “crisis transitoria”, de la cual gracias a su programa emergente para el bienestar y el empleo, basado en los postulados del Plan Nacional de Desarrollo, se restablecerá “lo más pronto posible, la normalidad social, productiva y política de la vida pública del país”.
Inició su discurso resaltando que las acciones de su administración están destinadas a la población más pobre y vulnerable del país, por lo que decidió adelantar cuatro meses el pago de la pensión para 8 millones de adultos mayores, a través de bancos y la entrega personal de 42 mil millones de pesos. Enseguida ensalzó otros de sus programas sociales, como las Tandas para el bienestar, las becas a estudiantes, así como los apoyos a campesinos y pescadores.
Antes de presentar su plan, López Obrador aseguró que “antes que otros gobiernos”, desde hace 3 meses, su gobierno empezó a emitir “recomendaciones preventivas con el propósito de evitar saturación de hospitales y mayores pérdidas de vidas humanas”; reiteró que se decidió dejar la conducción de la estrategia sanitaria a los médicos especialistas y científicos.
En un mensaje desde un vacío patio de Palacio Nacional, López Obrador sostuvo que la fórmula para remontar la crisis por la pandemia de coronavirus consta de tres elementos: mayor inversión pública para el desarrollo económico y social; empleo pleno; y honestidad y austeridad republicana. Y aseguró que “a pesar de los pesares saldremos adelante, porque son más nuestras fortalezas que las debilidades o flaquezas. No olvidemos que la cultura de nuestro pueblo, que no es tan intangible como suele pensarse, siempre nos ha salvado y nos ha permitido reponernos de terremotos, huracanes, inundaciones, epidemias, tiranías, malos gobiernos y de la corrupción que ha sido la más trágica y funesta de las pestes y calamidades de México”.
López Obrador prometió que los programas sociales y de desarrollo promovidos por el gobierno llegarán este año a 22 millones de beneficiarios. De igual forma se otorgarán 2 millones 100 mil créditos personales, de vivienda y para pequeñas empresas familiares del sector formal e informal de la economía. Este plan se financiará con el Fondo de Estabilización de los Ingresos Presupuestarios, los recursos que se mantenían guardados en fideicomisos y el respaldo de la Banca de Desarrollo.
Al referirse a la Austeridad Republicana, el presidente anunció que se eliminarán los aguinaldos de altos funcionarios públicos, desde el cargo de subdirectores hasta el del Presidente de la República y si bien no habrá despidos de trabajadores al servicio del Estado en ningún nivel, se les “demandará más eficiencia, más entrega, más espíritu de servicio, mayor austeridad y honestidad total”.
Otras acciones que emprenderá la administración lopezobradorista será reducir el gasto en publicidad del gobierno, la partida de viáticos, los gastos de operación y se ahorrará más en compras a proveedores y en los costos de las obras públicas que se contratan con empresas constructoras o de servicios.
López Obrador también prometió que se dará celeridad a la enajenación de bienes mal habidos de la delincuencia común y a la delincuencia de cuello blanco, para contribuir a la generación de recursos a través de subastas o rifas organizadas por el Instituto para Devolver al Pueblo lo Robado. Agregó que como parte de este plan, el gobierno devolverá con prontitud el IVA a los contribuyentes.
Tras la presentación de estas promesas, el presidente remarcó que siguen en marcha sus proyectos, la construcción del aeropuerto internacional Felipe Ángeles, la refinería de Dos Bocas y mantenimiento a otras 6 refinerías y anunció que se apresurarán las fases de construcción del Tren Maya: “el 30 de abril se firmará el contrato de construcción del primer tramo del Tren Maya y en mayo acordaremos la construcción de cuatro tramos más. Solo dejaremos pendientes para el 2022, 485 kilómetros que construiremos con la participación de los ingenieros militares (…) este año, en los cinco tramos de mil 43 kilómetros que estarán en construcción, vamos a generar 80 mil empleos y una derrama económica de 35 mil millones de pesos en el sureste del país”.
López Obrador aseguró que el sector privado nacional respalda la respuesta social ante la emergencia sanitaria, y en una de las pocas referencias que hizo al sector, adelantó que la semana próxima dará a conocer un programa de inversión pública, privada y social para el sector energético por un monto aproximado de 339 mil millones de pesos, además, reconoció a los banqueros que dieron una prórroga de seis meses en el pago de créditos e intereses a sus clientes de las pequeñas empresas y el crédito a las familias.
El presidente ya había calificado la situación actual como una crisis transitoria, cuando hace unos días declaró que los riesgos de la pandemia le vinieron a México “como anillo al dedo para afianzar el propósito de la transformación”, en obvia referencia a ese momento, López Obrador insistió en su discurso del domingo en que “a pesar de las adversidades, no se detendrá la transformación de México. Reitero, son más nuestras fortalezas que las debilidades y son mucho más los ciudadanos que buscan el cambio verdadero que quienes apuestan al retroceso. Esta crisis es pasajera, transitoria. Pronto regresará la normalidad, venceremos al coronavirus, reactivaremos la economía y México seguirá de pie, mostrando al mundo su gloria y su grandeza.”
En un giro ya común en su discurso, el presidente aprovechó la ocasión para deslindarse de gobiernos anteriores y subrayar que las acciones de su administración son distintas a la de sus adversarios, “los conservadores y quienes han medrado con el llamado modelo económico neoliberal de privatización de ganancias y de socialización de pérdidas”, quienes no comparten su visión de desarrollo; insistió en que desde el Porfiriato quedó demostrado que un modelo económico que solo beneficia a minorías, no produce bienestar general sino, al contrario, engendra miseria pública y violencia, y que por eso su plan de recuperación económica “no se ajusta al modelo neoliberal o neoporfirista. Ya rompimos el molde que se usaba para aplicar las llamadas medidas contracíclicas que solo profundizaban más la desigualdad y propiciaban la corrupción en beneficio de unos cuantos”.
Al final de su discurso, López Obrador invocó a Franklin D. Roosevelt y Simón Bolívar, del presidente de los Estados Unidos citó: “El interés propio, egoísta, suponía una mala moral; ahora sabemos que también era una mala economía”, en relación a la forma en que enfrentó la Gran Depresión de 1929. Mientras que a Simón Bolívar lo recordó “enfermo en una hamaca, casi derrotado y en medio de la desolación, alguien le preguntó: ‘¿y ahora que va usted a hacer, General?’; y el libertador respondió con loca pasión: triunfar. Ánimo, pues, que como decía el presidente Juárez, “aquel que no espera vencer, ya está vencido”. No son tiempos para la depresión, sino para la entereza. La esperanza, no lo olvidemos, es una fuerza muy poderosa, es como el bien que, aunque no existiera, habría que inventarlo. Y no duden, triunfaremos”.
Antes de gritar tres veces ¡Viva México!, López Obrador aseguró que muy pronto va a convocar al al pueblo de México “a darnos de abrazos en las plazas públicas, porque vamos a salir de nuevo a las calles, sin miedos ni temores, para seguir siendo lo que es nuestro pueblo de México, digno y feliz, para seguir siendo libres, prósperos, fraternos, humanos”.
La respuesta a este discurso hueco, sin propuestas concretas y lleno de promesa prácticamente incumplibles fue inmediata. No realista por prometer la generación de 2 millones de empleos, cuando en el reporte más reciente del Instituto Mexicano del Seguro Social se informó que en febrero de 2020 se crearon 123 mil 139 puestos de trabajo, lo que implica una disminución de 2.2 por ciento respecto a igual mes del año pasado, a ese ritmo, en nueve meses sólo se podría generar poco más de la mitad de la cantidad prometida por el presidente. Distintas voces indicaron que no se habían tomado en cuenta las diversas propuestas que se realizaron desde el sector privado organizado, tanto Coparmex como el Consejo Coordinador Empresarial.
También se destacó el simbolismo de la decisión de López Obrador de rendir este informe en un patio vacío de Palacio Nacional, una de las críticas principales fue la imagen proyectada de un presidente aislado, solo, hablándole a nadie.