- Violencia de género en tribunales
- “Hay una visión masculina que obstaculiza nuestro acceso a la justicia, porque niega la violencia que las mujeres vivimos”. Sayuri Herrera señala los principales obstáculos de las mujeres en su búsqueda de justicia: el machismo y la corrupción.
EMEEQUIS/Alejandra Crail
“Tenemos un sistema (de justicia) corrupto en el que hay pereza. Servidores públicos que parasitan el sistema: viven de los recursos públicos sin tener un compromiso con el trabajo que tendrían que hacer diariamente”, dice Sayuri Herrera, abogada feminista, sobre el porqué las autoridades mexicanas no atienden las demandas de justicia de miles de mujeres víctimas de violencia de género.
Sayuri Herrera tiene 37 años, trabaja con el Observatorio Ciudadano Nacional de Feminicidio (OCNF) y ha representado a decenas de víctimas de violencia de género a lo largo de su trayectoria.
Es abogada de Lesvy Berlín, víctima de feminicidio a manos de su novio y de violencia institucional: las autoridades filtraron información personal de ella para revictimizarla e investigaron su muerte como suicidio. Representa también a Sandy, Miriam, Blanca Victoria, Guadalupe y Aida, víctimas de violación, así como a Areli y Mayté, de feminicidio.
En todos los casos, Sayuri ha detectado una constante: “Hay una visión masculina que obstaculiza nuestro acceso a la justicia, porque niega la violencia que las mujeres vivimos, la normaliza e incluso desoye los gritos de las mujeres ante la impunidad”.
Esa visión, dice, está acompañada de la pereza de los servidores públicos, de su indiferencia. “A veces quisiéramos encontrar razones más elaboradas, pensar que se están haciendo las cosas por dolo, por odio. Sí ocurre, sí es así. Pero también es un sistema en el que algunas peritas o peritos deciden no recoger un indicio, una evidencia, no procesarla adecuadamente, porque no quieren presentarse a juicio”.
Gritos por la justicia
Frente a esas omisiones y acciones deliberadas de las autoridades para impedir el acceso a la justicia de miles de mujeres mexicanas, más de la mitad de la población –el 51% de las mujeres que habitan este país– han gritado un “¡ya basta!”.
“Las mujeres queremos vivir y las autoridades parten de no creernos cuando decimos que nos queremos así, vivas. Esas violencias institucionales ha llevado a muchas mujeres a denunciar socialmente: tomar la puerta de ingreso de la Fiscalía General de Justicia de la ciudad, pintar las puertas de Palacio Nacional, encender fuego en la Rectoría de una Universidad que sabe que sus estudiantes han sido violadas”.
Porque, desde su perspectiva, en un país como México, sí hay que buscar conseguir justicia por la vía tradicional, en los tribunales, pero también exigirla por todas las vías cuando las mujeres se topan con una autoridad “indolente”.
“Aquí accedemos a la justicia con gran dificultad, porque hay un 99.3% de impunidad. Accedemos a ella gracias a nosotras mismas y a la lucha de otras”, afirma Sayuri. Su receta ante la indolencia de los impartidores de justicia: la sororidad.
–¿Cómo se accede a la justicia siendo mujer en México?
–Se accede a la justicia gracias a otras mujeres, otras mujeres que nos defienden, otras mujeres que exigen afuera de los tribunales que se nos otorgue justicia, otras mujeres que se han preocupado de reformar las leyes, otras mujeres que han incidido en sentencias como la de Mariana Lima Buendía.
–¿Qué les dice el sistema de justicia mexicano a las mujeres que apuestan por obtener justicia ante la violación de sus derechos, ante los atentados contra sus vidas y cuerpos?
–Los servidores públicos le niegan credibilidad a la palabra de las mujeres, cuestionan por qué estaban en determinado sitio, qué era lo que estaban haciendo allí, cuestionan su historia personal, cuestionan sus relaciones familiares, su propósito de vida. En general, es un sistema que cada día te dice que si denuncias no habrá justicia, que cada día invita a que desistas de las denuncias que presentan y que lo hacen también porque les parece que esa violencia debemos aceptarla, que esa es la condición de vida que nos toca y que ese también es nuestro futuro.
–¿Qué piensas de las críticas a las marchas de las mujeres que exigen un país libre de violencia contra ellas?
–Tratan de poner a las mujeres en el lugar de los criminales, comparan a las mujeres que protestan con los delincuentes. Piden que hagan obras de teatro, conferencias, performance, canciones, pero no entienden que eso ya se hizo, además de denuncias formales y que nada de eso funcionó en los tribunales de justicia.
La otra violencia
–¿Qué es la violencia institucional en materia de género?
– Una violencia que no busca que las medidas de ayuda, a las que ellas tienen derecho, les sean otorgadas con inmediatez, con oportunidad; que las hace sentir como personas que están regateando un derecho que no deberían tener, que son un problema que hay que resolver, un problema del que hay que deshacerse, no son personas frente a ese sistema de justicia.
–El presidente Andrés Manuel López Obrador, al desestimar las marchas y las demandas de las mujeres, ¿ejerce este tipo de violencia?
–Es muy grave y es por supuesto una violencia institucional que desde ese lugar de poder se diga que hay una mano negra, se diga que lo que está ocurriendo es por un sistema económico que, si bien tiene que ver con que se propicia la violencia, lo cierto es que son violencias machistas arraigadas por un sistema que consiente que esto ocurra.
“Con ello genera un ambiente propicio para la represión, porque está deslegitimando a las personas y sus demandas. Está negando su responsabilidad de generar una política de Estado para resolver esta situación. El feminicidio es una responsabilidad de Estado, no es una responsabilidad únicamente de quien directamente priva de la vida a una mujer, es responsabilidad también de un Estado que tiene la obligación de protegernos, de promover nuestros derechos, de sancionar a los que están violentándonos”.
–¿Qué mensaje manda el fiscal Alejandro Gertz al proponer eliminar del Código Penal el delito de feminicidio?
–Es un hombre que nos habla desde el pasado, desde su ser hombre, desde su ser fiscal general y no está comprendiendo lo que nosotras estamos exigiendo. El tipo penal de feminicidio visibiliza que a las mujeres nos asesinan por ser mujeres, son crímenes de odio y eso no se puede visibilizar en un homicidio agravado. Les parece que el problema es que el tipo penal es complejo y ese no es el problema, el problema es que no saben investigar, pero no sólo que no saben, que no quieren investigar.
–¿Qué hay de los legisladores que, por el contrario, proponen modificar el Código para aumentar las penas contra quienes cometan feminicidio? ¿Es esto útil?
–A los legisladores les diría que nuestra vida vale lo mismo que la vida de hombre. Nosotras no estamos exigiendo penas mayores por el asesinato de las mujeres, lo que estamos exigiendo es que se sancione y eso es lo que no está pasando. Lo que estamos exigiendo es que no haya impunidad.
Mensajes de impunidad
Sayuri Herrera ejemplifica los problemas de acceso a la justicia y el actuar de los servidores públicos con el caso de Lesvy. El ministerio público que integró la carpeta de investigación por el feminicidio de la joven sostuvo todo el tiempo que ella se suicidó.
“Él sigue ahí y está integrando otras investigaciones en las que sostiene que las mujeres fueron víctimas de accidentes, cuando en realidad también fueron asesinadas”.
–¿Cuáles son los principales problemas del sistema de justicia mexicano?
–El machismo y la corrupción. Es un sistema que vende las imágenes de los cuerpos de las mujeres muertas, asesinadas, porque les es conveniente a los servidores públicos tener dinero a cambio de la dignidad de alguien. Es un sistema corrupto, perezoso.
–¿Qué pasa con los ministerios públicos que deberían investigar los casos de violencia contra las mujeres?
–Los servidores públicos han violentado a las víctimas, también a sus defensoras. Y ellos siguen trabajando en esos lugares, pasa lo mismo que con los agresores que directamente violentan nuestros cuerpos, sólo los mueven de una Fiscalía a otra, de una agencia a otra. No son sancionados.
“Esto es un mensaje de impunidad de que si no cumples con los protocolos con perspectiva de género no pasa nada, que si maltratas a las mujeres que exigen justicia no pasa nada. Por eso estas conductas se siguen repitiendo. Ellos siguen haciendo daño”.
–¿Ante estas acciones y omisiones desde el Estado, que hay que hacer?
–Sororidad. Ellos apuestan al desgaste, a que dejemos de hacer esto que estamos haciendo, a que dejemos de exigir, a que se olvide. Por ello, la organización, las redes entre unas y otras, la sororidad, creo que es lo que nos va a sostener frente a una batalla que no se va a sostener en un día o dos, que nos va a llevar bastantes años más todavía.
@AleCrail