Buen segundo jueves de pandemia de esta columna, estimado lector ¿cuántos jueves más no faltan así? No lo sé, pero debemos estar consientes que va para largo, con eso que apenas esta semana las autoridades declararon oficialmente que entramos a la fase II, quiere decir que debemos implementar dinámicas para una nueva forma de interactuar durante los próximos meses.
Recuerdo el final de 2019 y el comienzo de este 2020, existía optimismo, pero a la vez un sector de la sociedad percibía algo, sentían que venía un cambio, pero no identificaban bien a bien en qué o por dónde. Definitivamente esto no es una casualidad y mucho menos un castigo de dios, al parecer todo obedece a un nuevo orden mundial donde las economías dominantes quieren de una vez por todas dejar clara su hegemonía, de pronto me parece que el comportamiento de las naciones más involucradas en esto, es decir China, Rusia, Francia, Italia, el Reino Unido, Alemania los Estados Unidos de América, esa geopolítica pareciera de enemigos y aliados, una alineación como de guerra mundial sin armas de fuego pero sí con un artefacto biológico, un misil psicológico.
Leyendo un poco al respecto decidí abordar el tema (como buen comunicólogo) desde la teoría del imaginario colectivo y los medios de comunicación, los llamados tradicionales, los digitales y los emergentes para dejar de lado el análisis visceral sobre la forma en que se aborda esta crisis en mi país. Encontré a Francesco Varanini, un Master italiano en socio-etnografía con licenciatura en ciencias políticas quien, en 2012, desde su perspectiva planteó que “existen dos formas de imaginación colectiva: la primera es la imaginación que explora lo desconocido y la segunda la imaginación que la explica, la imaginación explícita.” Recurrí a C. Wright Mills con su libro La imaginación sociológica del Fondo de Cultura Económica, mi edición de 1987, de esos libros de batalla que se usaban durante la licenciatura, Wright Mills dice que la imaginación es “la cualidad mental del ser humano que ayuda a usar la información para comprender la biografía a partir del conocimiento de lo que ocurre en el mundo. Comprender el escenario histórico de una manera amplia en cuanto al significado para la vida interior del ser humano y su trayectoria exterior.”
Entonces, la imaginación es la capacidad de la mente que nos permite crear y representar objetos, genera una visión de lo que está y lo que no está.
Étienne Charles Wegner especialista en educación afirma que “el carácter creativo de la imaginación está anclado en interacciones sociales y experiencias comunales. La imaginación en este sentido no es sólo la producción de fantasías personales, ya que lejos de una retirada individual de la realidad, es un modo de pertenencia que implica siempre el mundo social para ampliar el alcance de la realidad y la identidad.”
Es decir, se debe tomar en cuenta que lo que se comparte son símbolos, es decir el significado, que no es más que una representación abstracta y casi arbitraria de un significante y que está determinada por la memoria colectiva de una nación, por los mitos y los hechos que la acompañan a lo largo de su historia, su historia como sociedad.
Entonces se puede afirmar que el imaginario colectivo parte de la construcción de la comunicación simbólica que está inmersa en una sociedad, nutrida de mitos o creencias, de acciones, tradiciones incluso rituales que hacen una cosmovisión más o menos homogénea que da personalidad, en este caso a la sociedad mexicana que, definitivamente no se comporta de la misma manera que la sociedad norteamericana frente a un fenómeno como el que nos tiene atentos.
Retomando nuevamente a Francesco Varanini, “el mito es la imaginación colectiva que explica, comunica y da sentido a la experiencia compartida de los individuos. Cuanto más vive la sociedad a través de la transición, los mitos son más importantes, y verdaderamente se convierten, en un vehículo de transformación.”
Nuestra sociedad tiene sus propios mitos que son entendidos e interpretados desde esa colectividad y que definitivamente generan un temor, miedo instintivo al cambio y por lo tanto retardan la evolución del contexto el cual finalmente debe sucumbir y generar el cambio, la transformación.
En este momento nuestro imaginario colectivo, alimentado por los medios, lleno de información de todo tipo, se encuentra en ese proceso de miedo instintivo, pero no es más que la incertidumbre al cambio, no podemos parar la situación porque el control lo tienen las potencias mundiales pero si podemos hacer conciencia en que el miedo que sentimos es al cambio, a romper con la cotidianeidad, con los procesos establecidos por nosotros mismos y que día a día de manera casi autómata los llevábamos a cabo; piénselo estimado lector, hasta los jóvenes tienen una rutina que ya cambió, por lo menos en estos momentos; ellos acudían a la escuela, socializaban de manera presencial, su rutina los orillaba a congregarse después de clase en algún otro lugar, los que tienen pareja, tal vez acudir al cine o a un centro comercial a pasar el rato; eso a final de cuentas es rutina y el miedo a perder esa rutina es lo que incomoda o preocupa. Miedo a perder las tradiciones, los mitos, las creencias tal vez. Se debe construir un nuevo imaginario colectivo pues esta contingencia está separando físicamente a las personas y si bien los medios ya lo estaban provocando con el excesivo uso de las redes sociales, se debe considerar entonces nuevos esquemas de creatividad social.
Hoy, este imaginario colectivo no pertenece a una región, no es de México, gracias a los medios digitales ahora es de todo el mundo, lo cual complica la construcción de una identidad primaria, una identidad nacional, emerge sin líderes, ni estructuras locales, los presidentes dejan de ser líderes de sus países y se busca de manera global al más fuerte de todos, se abre la ventana a la comparación entre naciones con las ventajas y desventajas que esto implica, lo cual en este momento a nosotros nos deja mal parados, con miedo e incertidumbre.
El miedo es al cambio, pensemos que el cambio lo generamos todos nosotros, por lo tanto, no debe existir ese sentimiento, construyamos un imaginario colectivo con base en la estructura primaria de nuestra cosmovisión mexicana, usted sabe perfectamente a cuál me refiero. Nos saludamos el tercer jueves de pandemia.
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