México frente a su tormenta perfecta / Bravuconadas  - LJA Aguascalientes
01/07/2024

Tal vez resulte un tanto reiterativo, pero a partir de finales de febrero, en el ambiente nacional se ha hecho referencia a que poco a poco, México se va enfilando a enfrentar a su “tormenta perfecta”, derivado de una serie de circunstancias de variada naturaleza que consistentemente van definiendo el entorno en el que el país debe desempeñarse, así como las condiciones internas con las que debe hacerlo, y que, para desgracia, no son circunstancias ni condiciones favorables, ni de corto aliento.

Dice el diccionario electrónico, educalingo.com, que: “Una ‘tormenta perfecta’ es una expresión que describe un evento en el que una rara combinación de circunstancias agravará drásticamente una situación”, dando como resultado un evento, grave, de magnitud inusual.

Independientemente de la responsabilidad imputable o no a determinados actores nacionales, los hechos que definen la realidad del país, son de suyo, negativos, ya hablemos de economía, de energía, de salud, de justicia, de seguridad, del campo, del medio ambiente, vamos, del tema que sea. No podemos con precisión hablar del abatimiento de la pobreza en México, desde la llegada del nuevo gobierno, ni de la aplicación de sus programas sociales de apoyo a aquellos sectores pobres.

La economía está en una franca recesión con el decrecimiento del -0.01% para el 2019, y los pronósticos de las calificadoras y brokers internacionales, que hace apenas unos días, redujeron las perspectivas de crecimiento de la economía mexicana a un menos 2%. Esto necesariamente impactará en el resto de los factores económicos nacionales. La inversión se reducirá ante la falta de perspectivas favorables para hacer negocios redituables, los capitales extranjeros, buscarán mejores oportunidades para sus dineros, tal vez no tan rentables con lo venían siendo en México, pero sí más seguras. La contracción de la economía, amenaza a la planta laboral, ya no sólo con la no creación de los empleos necesarios relativos al crecimiento de la población y la incorporación de más personas al mercado laboral, sino incluso con la pérdida de empleos del inventario existente. Ante esto, la recaudación fiscal se verá comprometida, y los planes y programas sociales y de infraestructura se verán comprometidos de manera significativa en el transcurso del año.

Sí a las condiciones internas de la impericia con que se están gestionando las actividades internas para promover el crecimiento y desarrollo económico, le agregamos la inestabilidad del mercado petrolero internacional, por la guerra de los precios entablada por Arabia Saudita y Rusia, los principales productores mundiales, que han abatido, en lo interno, las proyecciones de ingresos relacionados con las exportaciones del crudo mexicano, y las insuficientes coberturas para garantizar el precio de petróleo mexicano, los ingresos correspondientes, andarán reptando pronto.

Al mero tema económico, agreguemos el ingrediente de la incapacidad para resolver el problema de la atención de la salud pública en el país. Las buenas intenciones y las buenas ideas, no son suficientes para sacar adelante el pendiente social y el compromiso constitucional de atender y garantizar la salud de todos los mexicanos. El sector salud desde hace meses funciona lamentablemente con un señalado déficit en materia de medicamentos y materiales para la atención de la población en clínicas y hospitales del sector público en este sector. Niños y adultos sin medicamentos ni elementos para su atención de enfermedades catastróficas. Un Insabi que parece un fantasma deambulando en el imaginario de las autoridades federales. Y, para colmo, la pandemia del coronavirus, que por mucho que lo negaban los responsables de la seguridad pública nacional, llegó, y aún no sabemos con qué intensidad y drasticidad en la salud de los mexicanos.

A lo anterior, sumemos los temas de la justicia y la inseguridad. No acaba de pasar la multitudinaria marcha de “Un día sin nosotras”, protagonizada por las mujeres mexicanas, y provocada por la indolencia de las autoridades responsables de brindar, ya no digamos garantizar, la seguridad de, otra vez, todos los mexicanos, pero particularmente de las mujeres, quiénes se han visto reiteradamente violentadas en su humanidad y cualidad de mujeres, expresadas por esos altísimos índices de feminicidios a lo largo y ancho del país, y que han ido escalando el grado de violencia y odio por quienes lo cometen. Y que, como todos hemos constatado, a las autoridades, poco les ha provocado, salvo un silencio ensordecedor. Ya no hablemos de las miles de muertes violentas cotidianas, diarias, que ya deben andar por el orden de los 40 mil. Peor que una guerra.

También el país debe observar con mucho cuidado, el fracaso de programas insignia del gobierno federal como el de “Sembrando vida”, mismo que durante el 2019 no llegó a impactar como se tenía planeado, y sólo alcanzó a cubrir un pequeño porcentaje de la expectativa de la autoridad agraria nacional. Los sectores agrario y pecuario, no alcanzan a dar buenos resultados, en un entorno urgido de alta producción de alimentos, de calidad y bajos costos. Aquí, también México está emproblemado.

La suma de los temas de la economía, de la baja de los precios del petróleo, de la crisis de salud y el coronavirus, la injusticia y la inseguridad públicas, la producción agropecuaria, están enfilando al gobierno, sí cabe un poco de sensatez en él, a replantearse la viabilidad de los grandes proyectos de infraestructura del régimen: el aeropuerto de Santa Lucía, el Tren Maya, la refinería de Dos Bocas, el corredor transístmico, por el impacto fiscal inminente. Los propios programas de “Jóvenes construyendo el futuro”, las becas “Benito Juárez”, los apoyos a los adultos mayores y las personas con discapacidad, se verán seriamente amenazados ante la reducción de los márgenes de maniobra del gobierno federal, por los factores internos y externos complejos y graves.


La “tormenta perfecta” para México, se asoma ya en el horizonte del futuro inmediato del país, y va a exigir, no sólo a los gobiernos, sino a toda la sociedad mexicana, de todos sus recursos y habilidades para enfrentar sus efectos y sacar adelante a la Patria.

 

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