- Espionaje en el Senado
- Los panistas investigaban si eran espiados desde hace año y medio, pero como Damián Zepeda no concluyó sus pesquisas, ahora el “oso” cayó en la cancha del coordinador de la bancada, Mauricio Kuri
EMEEQUIS
Ok, los micrófonos ahí estaban. La duda que aún persiste en los pasillos del Senado, sobre todo entre los legisladores panistas, quienes tradicionalmente suelen sentirse espiados, es si en algún momento esos cables estuvieron conectados a una gran “oreja” que todo lo escuchaba, o escucha. Y aunque esta historia aún tendrá capítulos extra, por lo pronto nos cuentan que los azules ya seguían esa línea de investigación –la de que eran espiados– desde hace año y medio.
En medio del enredo, fue el propio presidente Andrés Manuel López Obrador quien en su mañanera afirmó que los micrófonos fueron colocados hace como 10 años, cuando se entregó la nueva sede legislativa al entonces presidente del Senado, Manlio Fabio Beltrones, y al panista José González Morfín, presidente de la Junta de Coordinación Política (Jucopo).
Es por ello que ahora cobra fuerza la versión de que la Fiscalía General de la República (FGR) llamará a declarar, en calidad de testigos, a esos dos personajes y también al excoordinador de los senadores panistas, Diego Fernández de Cevallos, para que de paso se expliquen todos el sobrecosto del proyecto que autorizó el polémico abogado y excandidato presidencial.
A ver si el ventilador frente al lodazal no acaba manchando más al PAN luego de su denuncia de espionaje político. Según fuentes de Morena hay documentos que comprueban la colocación de 61 micrófonos en el edificio de Reforma e Insurgentes, con autorización de los responsables en aquel tiempo, es decir, abril de 2011.
Los cables que paralizaron al Senado
El escándalo de espionaje político en el Senado no tiene precedentes y provocó molestia en Palacio Nacional, en donde el coordinador de la fracción mayoritaria, Ricardo Monreal, habría tenido que “apechugar” la llamada de atención sobre un penoso enredo que se sumó a una semana de desaciertos y problemas para el gobierno de la 4T (protestas de mujeres, más casos de coronavirus, crisis en los precios del petróleo, devaluación del peso frente al dólar y por si fuera poco mañaneras de confrontación).
Así fue como uno de los principales operadores políticos del presidente de México buscó una pronta salida a la parálisis legislativa que se produjo tras el choque con el PAN en el Senado. El coordinador Monreal inició desde el lunes un intenso cabildeo con esa bancada a fin de encontrar una salida que despresurizara el ambiente y restara reflectores al escándalo, pero sobre todo que reactivara el ya de por sí lento avance de la agenda legislativa en el actual periodo de sesiones del Congreso, en donde no se ha logrado aprobar ninguna de las prioridades, como la ley para regular el uso del cannabis, la controvertida reforma en materia de outsourcing y mucho menos la anunciada reforma en el Poder Judicial.
Se fue todo febrero y parte de marzo cuando llegó este escándalo que, como lo señaló inmediatamente el coordinador de los senadores del PRI, Miguel Ángel Osorio Chong, detonó la pérdida de confianza entre los actores de la Cámara Alta: “Se ha trastocado la confianza de este Senado de la República, por lo tanto, creo que no podemos seguir en sesión, creo que se tienen que revisar todas las oficinas de este Senado”, advirtió el exsecretario de Gobernación.
Y aunque el líder de los senadores morenistas lanzó en ese momento una enérgica condena por el presunto espionaje, que calificó como de la “peor lacra” prometiendo deslindar responsabilidades “caiga quien caiga”, a los pocos minutos acusó que se trataba de un burdo montaje de los senadores panistas. A partir de ese momento, hubo una guerra de tuits en la que ambas partes se acusaron de todo.
Este escándalo deambuló entre las acusaciones sobre un burdo espionaje político hacia una bancada de oposición y el montaje, que de haber sido una estrategia panista, tendrá altos costos en su imagen pública, aunque nadie puede negar que este partido logró revivir en términos mediáticos con el escándalo de los tres micrófonos escondidos en el techo de su principal sala de juntas en el edificio senatorial. Y es que con bombo y platillo, el PAN anunció en sus redes sociales, el pasado fin de semana, que contrataría un peritaje internacional especializado para confirmar el espionaje en su contra, lo que no ha ocurrido hasta este momento, e incluso el coordinador Kuri matizó en sus recientes declaraciones al precisar que esa posibilidad está aún en análisis.
La Fiscalía tiene la última palabra
La Fiscalía General de la República, como es obvio, no tiene un plazo para dar a conocer el resultado de sus peritajes e investigaciones, como ha ocurrido con el famoso “libro bomba” que presuntamente estalló en manos de la senadora de Morena, Citlalli Hernández, en mayo del año pasado, que fue otro capítulo inédito en la vida parlamentaria de este país.
Hoy, panistas y morenistas buscan una salida política al nuevo escándalo, pues no quieren cargar con los costos de aparecer como mentirosos o como viejos políticos que recurren a prácticas de espionaje, que tanto criticaron en el pasado y que juraron nunca más se repetirían, en un gobierno en el que la cartilla moral debería ser obligación de los nuevos servidores públicos de la nación.
Ya en redes sociales, la bancada de Morena colocó el video de un empleado que deja ver una salida más o menos cordial. Se trata de alguien que se identifica como empleado del Senado en el área de audio y video. Ahí relata que la empresa constructora que entregó las nuevas instalaciones hace 9 años, colocó micrófonos en varias salas del recinto con el fin de que se grabaran las reuniones y hubiera un testigo de las mismas. Sin embargo en ese video, el empleado asegura que nunca se llegaron a conectar los micrófonos a los aparatos de grabación. Y esto coincide con lo que ha trascendido en las últimas horas: los micrófonos encontrados por los panistas no estaban activos. El asunto es que se trata de un video evidente editado como una versión, aunque parece poco probable, por sentido común.
Según fuentes del PAN, cuando Damián Zepeda estuvo a cargo de la coordinación mandó rastrear cada rincón asignado a su fracción parlamentaria y la empresa que lo hizo entregó un reporte con fotografías y detalles técnicos. Nada encontró. No obstante, el relevo de Zepeda en la coordinación fue Rafael Moreno Valle, quien perdió la vida al desplomarse el helicóptero en el que viajaba el 24 de diciembre de 2018. Morena encuentra ahí un resquicio para explicar un posible espionaje interno en el grupo panista.
Mauricio Kuri nunca solicitó barrer sus oficinas, pero su compañera Xóchitl Gálvez lo sugirió, ante la constante filtración de informaciones que habrían sido tratadas confidencialmente. Así descubrieron los micrófonos. Para ellos hay al menos un funcionario de alto nivel a quien consideran sospechoso de un presunto espionaje y a quien identifican con filias priistas. Nada se ha comprobado y mientras tanto se buscan explicaciones creíbles que justifiquen el espionaje, montaje o al menos la coartada perfecta para todos.
El final de esta novela de enredos aún falta por llegar. Al menos hasta que la Fiscalía dicte su veredicto.
@emeequis