Jocelyn Ibarra Jáuregui
Estudiante de Filosofía UAA
Continuando con la propuesta de honrar y destacar durante el mes de marzo el papel de la mujer como importantes defensoras de la Madre Tierra, esta vez revisamos brevemente el trabajo realizado por Naomi Klein.
Naomi Klein, periodista, escritora y activista nació en Montreal, Canadá el 8 de mayo de 1970. Estudió filosofía y literatura en la Universidad de Toronto en la década de 1990. Desciende de una familia poco común, pues sus padres pertenecieron al movimiento hippie en Estados Unidos, el cual, recordemos, tenía entre uno de sus principales objetivos su oposición a la guerra de Vietnam, y antes que ellos, los abuelos paternos de Naomi Klein defendían, previo a la segunda guerra mundial, ideas comunistas, es decir, criticaban el modelo capitalista que estaba comenzando a imponerse y con éste nuevos métodos de explotación laboral y comercial.
Estos antecedentes consanguíneos están muy presentes en la obra de Naomi Klein, pues gran parte de su trabajo crítico está dirigido al poder mediático de las empresas multinacionales y del esclavismo laboral que éste conlleva. Éste va acompañado con la imposición de un mercado neoliberal que se basa en la creación un orden político basado en La Doctrina del shock, el cual permite imponer un orden mercantil-corporativista que obliga a abandonar el gubernamental, provocando con ello el enriquecimiento de unos pocos (ya ricos), a costa de un pueblo pobre, cada vez más pobre con la implementación de esta política.
Recientemente ha mostrado un gran interés en el estudio del problema del cambio climático, el cual ha sido generado por la fuerza extractivista irracional generada por el neoliberalismo, y cuya máxima expresión se manifiesta en el consumismo. En su libro Esto lo cambia todo. El capitalismo contra el clima, publicado en 2014, muestra cómo el consumo desmedido de los recursos naturales nos lleva a una crisis en todo sentido y señala que si queremos frenar el cambio climático estamos obligados, moral y éticamente, a ponerle un límite, pues todo parece indicar que a las empresas y a los gobiernos no les interesa, por el contrario manifiestan un postura negacionista ante este magno problema. Para Klein el capitalismo está llevando a la madre tierra a un desgaste y fin temprano. Esto está provocando, , además, nuevas migraciones, y como consecuencia de esto crisis en las fronteras, lo que plantean nuevos desafíos para todos lo tipos de gobiernos.
Para Naomi Klein la crisis financiera y la climática tienen la misma raíz, ésta es la desenfrenada avaricia corporativa basada en su deseo sin medida por crecer y obtener dinero a toda costa, sin importar que se lleven entre los pies los órdenes sociales tradicionales ancestrales, al medio ambiente y todos los recursos que éste nos da.
Lo que encontramos en la obra de Naomi Klein es un análisis estricto de temas sociales, económicos, políticos y ambientales complejos presentados con una excelente claridad. Para los activistas sociales y ecologistas es un perfecto referente que ayuda a poder comprender lo que está detrás del modelo capitalista, mismo que declaró desde su origen una guerra abierta en contra de la naturaleza, de la sociedad, específicamente la clase trabajadora y, en síntesis, en contra de la vida.
La obra que catapultó a la fama a Naomi Klein fue sin duda su libro No Logo. El poder de las marcas, publicado en el año 2000 en el que expone las estrategias mercadotécnicas manipuladoras y la explotación laboral en países subdesarrollados empleadas por varias empresas transnacionales. Otro de sus libros, bastante recomendable dadas las circunstancias específicas por las que atravesamos en este momento con el Covid-19, es La doctrina del shock. El auge del capitalismo del desastre, publicado en 2007, en el que narra “la historia no oficial del libre mercado”, idea creada por el economista Milton Friedaman, legendario profesor de la Universidad de Chicago, quien se encargó de formar, en las décadas de 1970 a 1990, a muchos de los asesores de políticos de líderes autoritarios alrededor del mundo, y gracias a ellos, fue posible crear el shock que permitiera imponer el mercado capitalista. “El modelo económico de Friedman puede imponerse parcialmente en democracia, pero para llevar a cabo su verdadera visión necesita condiciones políticas autoritarias. La doctrina de shock económica necesita, para aplicarse sin ninguna restricción -como en el Chile de los años setenta, China a finales de los ochenta, Rusia en los noventa y Estados Unidos tras el 11 de septiembre-, algún tipo de trauma colectivo adicional, que suspenda temporal o permanentemente las reglas del juego democrático” (p. 33). En youtube está un documental basado en esta obra que les recomendamos ver en estos días, de descanso obligado, para que evalúen por ustedes mismos si lo que nos está pasando es casual y fortuito o creado y controlado. Las ideas propuestas en La doctrina del shock han sido retomadas por Klein en su última obra titulada Decir No no basta. Contra las nuevas políticas del shock por el mundo que queremos.
Estamos seguros que el trabajo de Naomi Klein es un referente contemporáneo obligado al que debemos acercarnos si queremos comprender cómo están funcionando la política y la economía de unos años a la fecha, y cómo no debemos confiar ciegamente en ellas, por el contrario, tenemos que estar muy atentos a los modelos hegemónicos reinantes y a las estratagemas agresivas y violentas (como una pandemia mundial, por ejemplo) con las que intentan imponerse.