En México, el artículo 115 de la Constitución confiere a los municipios la responsabilidad de proveer, entre otros, servicios como agua potable, drenaje, alcantarillado, tratamiento y disposición de aguas residuales; alumbrado público; limpia, recolección, traslado, tratamiento y disposición final de residuos; calles, parques y jardines; y policía preventiva municipal y tránsito. En ese sentido, los municipios están directamente relacionados con la planeación y administración de las zonas urbanas, en las que vivimos prácticamente ocho de cada diez mexicanos. Sin embargo, los municipios suelen enfrentar múltiples desafíos para cumplir sus funciones de manera eficiente y oportuna, como limitaciones presupuestales o conflictos políticos y sociales. Por ello, con frecuencia los alcaldes tienden a reducir su gestión a asuntos superficiales e intrascendentes, ya sea por la incapacidad para movilizar mayores ingresos, o bien, porque de esa manera pueden evitar situaciones complejas o asumir costos políticos con repercusiones electorales.
Aun así, los municipios tienen grandes áreas de oportunidad para atender desafíos latentes que enfrentan las ciudades del país, como los accidentes viales, la contaminación, el acceso a espacio público, etcétera. En ese contexto, el urbanismo táctico, es decir, una estrategia de implementación de intervenciones urbanas de pequeña escala, mediante una lógica experimental, gradual, y de socialización constante (BID, 04-02-2019), se utiliza cada vez más en América Latina como una manera en que los alcaldes pueden realizar acciones tangibles y visibles para alcanzar resultados en el corto plazo. El urbanismo táctico, como la acupuntura, busca intervenir en sitios clave, muy bien identificados, para resolver algún problema puntual y, con ello, ganar legitimidad para posteriormente llevar a cabo esfuerzos de mayor complejidad. En resumen, esta estrategia permite a los municipios reducir el costo y agilizar la implementación de proyectos urbanos, y a la vez mostrar resultados tangibles a la población. ¿Cómo podría utilizarse el urbanismo táctico en Aguascalientes? Veamos.
Primero, el urbanismo táctico puede facilitar la recuperación de espacios públicos a través de la conversión de espacios subutilizados, como baldíos de propiedad pública, áreas de donación, espacios residuales en la vía pública, etcétera, en nuevos parques, plazas y otros espacios de interacción. Los municipios pueden localizar rápidamente pequeños espacios con potencial para transformarse en espacios públicos a través de intervenciones sencillas de diseño urbano, como pinturas atractivas en el pavimento y la instalación de mobiliario urbano y equipamiento recreativo, deportivo o cultural. Estos espacios, generalmente de dimensiones pequeñas, suelen estar ubicados estratégicamente para que más personas los puedan disfrutar. En Aguascalientes, existen múltiples espacios subutilizados o residuales que fácilmente pueden convertirse, a través de intervenciones de bajo costo, en nuevos espacios atractivos para la población.
Segundo, el urbanismo táctico puede facilitar la creación de “intersecciones seguras” para prevenir hechos de tránsito. Esta estrategia consiste en rediseñar la geometría de algunas intersecciones que presenten una alta ocurrencia de accidentes, con la finalidad de garantizar la circulación segura, rápida y eficiente tanto de automóviles como de peatones, ciclistas y usuarios de transporte público. Igualmente, este tipo de intervenciones busca reducir la velocidad de los automóviles a través de elementos como bahías de seguridad, camellones y banquetas más amplias. En Aguascalientes, los municipios fácilmente podrían identificar las intersecciones más peligrosas en términos viales, y plantear intervenciones sencillas, utilizando materiales de bajo costo como pintura, bolardos y macetones, para reorganizar y mejorar la circulación en esos puntos, y, con ello, prevenir hechos de tránsito.
Tercero, el urbanismo táctico puede ayudar a promover una nueva cultura vial, que fomente la sana convivencia de todos los modos de transporte en la vía pública, a través de programas de “calles abiertas”. Estos programas buscan transformar temporalmente –por ejemplo, durante la mañana de un domingo– algunas calles en espacios libres de automóviles para que las personas puedan caminar, patinar, andar en bicicleta, hacer ejercicio, jugar, descansar o pasear. Además de crear un nuevo espacio público temporal, fomentar la activación física y mejorar la calidad del aire, estos programas motivan a las personas a repensar la manera en que actualmente utilizamos las calles, con la intención de entender mejor las necesidades de quienes diariamente se desplazan a pie o en bicicleta, o quienes requieren de una banqueta o calle para jugar, o simplemente de quienes desean andar por las calles sin poner en riesgo su seguridad. En Aguascalientes, los municipios pueden diseñar rápidamente un plan para cerrar el tránsito vehicular en alguna calle y abrirla temporalmente a las personas, tal como hacen más de 490 ciudades en 27 países del mundo.
En conclusión, los municipios pueden hacer uso del urbanismo táctico para implementar proyectos visibles, tangibles, que permitan lograr resultados claros en el corto plazo. Esta estrategia puede ayudar a superar la parálisis en que algunos gobiernos municipales caen ante limitaciones presupuestales o posibles conflictos políticos y sociales. Entonces, ¿por qué no ver más allá de los lugares comunes y actuar de manera táctica?
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