En México, los hechos de tránsito producen más de 16 mil muertes al año, de las cuales 69 por ciento son peatones, ciclistas y motociclistas; además, son la primera causa de muerte en niños de 5 a 17 años y una de las primeras diez en adultos. Similarmente, en Aguascalientes, se estima cada año mueren más de 140 personas por hechos de tránsito (ITDP, 2020), lo que podría agravarse con obras que fomentan la velocidad vehicular, como los pasos a desnivel, y que a su vez limitan la movilidad de peatones y ciclistas, quienes enfrentan cada vez más dificultades para desplazarse en la ciudad. En ese contexto, en Aguascalientes se requieren medidas más efectivas para mejorar la seguridad vial y, en especial, para reducir las muertes y lesiones por hechos de tránsito.
Hoy en día, muchas ciudades en el mundo han adoptado estrategias conocidas como “Visión Cero”, que buscan reducir a cero las muertes por hechos de tránsito. Como parte de esas estrategias, sus gobiernos están diseñando e implementando rutas escolares seguras para garantizar mejores condiciones de movilidad para niños y jóvenes que caminan o utilizan la bicicleta para trasladarse a sus escuelas. Las rutas escolares seguras buscan crear entornos más seguros alrededor de las escuelas mediante acciones concretas como la instalación de reductores de velocidad, bahías de seguridad, bolardos, mobiliario de protección, marcas en el pavimento, pintura en cruces peatonales, semáforos peatonales, entre otras. Estas acciones suelen aplicarse también a rutas en ciertas calles o avenidas que presentan volúmenes elevados de estudiantes que se desplazan a pie o en bicicleta para acceder a las escuelas.
Las rutas escolares seguras pueden disminuir los hechos de tránsito, pero también pueden generar mayor consciencia sobre las responsabilidades propias de cada usuario de la vía pública y un mejor entendimiento sobre la manera en que automovilistas, peatones y ciclistas pueden convivir en un espacio compartido. Igualmente, ese tipo de iniciativas puede generar un gran impacto en la cultura vial de una ciudad, no sólo porque los niños y jóvenes necesitan y merecen protección especial, pues son altamente vulnerables a hechos de tránsito, sino también porque mejorar sus condiciones de movilidad puede inspirar un mayor apoyo de la comunidad a otros programas de seguridad vial. ¿Por qué?
Primero, porque las áreas alrededor de las escuelas son espacios lógicos y estratégicos para intervenir en la vía pública para moderar el comportamiento de automovilistas, ciclistas y peatones, pues las acciones enfocadas en mejorar la seguridad de los niños y jóvenes de una ciudad suelen presentar menor rechazo o resistencia por parte de la población. Y segundo, porque intervenir zonas escolares permite demostrar resultados claros y tangibles, con lo cual los gobiernos locales pueden obtener mayor legitimidad para posteriormente escalar otras estrategias de seguridad vial; incluso, las rutas escolares seguras pueden extenderse gradualmente para crear entornos más seguros en otras zonas de una ciudad. En ese sentido, Aguascalientes podría estudiar cómo otras ciudades en América Latina están logran grandes resultados en materia de seguridad vial a través de estrategias “Visión Cero”, incluyendo acciones concretas en entornos escolares; un caso reciente que valdría la pena analizar, es la manera en que la ciudad de Fortaleza, Brasil, logró reducir 21 por ciento las muertes y lesiones en niños y jóvenes por hechos de tránsito entre 2016 y 2018 (Vision Zero for Youth, 2020).
La seguridad vial es un grave problema de salud en México y en Aguascalientes que no debe ser normalizado; por el contrario, los gobiernos deben diseñar e implementar políticas públicas, programas, planes y proyectos más efectivos que busquen reducir las muertes y lesiones por hechos de tránsito. Las rutas escolares seguras, incluyendo infraestructura y equipamiento de seguridad, además de programas de educación vial para todos los usuarios de las vías, pueden ser una iniciativa práctica y viable en el corto plazo con gran potencial para lograr resultados rápidos, en especial para proteger a niños y jóvenes en su camino diario a la escuela.
Una iniciativa de este tipo podría comenzar por identificar los cruces con el mayor número de accidentes viales que se encuentren cercanos a escuelas; después, podría analizarse la configuración de esos cruces para evaluar posibles modificaciones geométricas que puedan hacerlos más seguros; a su vez, podrían instalarse elementos físicos temporales, como conos o bolardos, para “pilotear” el funcionamiento de la nueva configuración y realizar ajustes o correcciones necesarias; y, finalmente, la intervención en esos cruces podría realizarse de manera permanente a través de elementos o materiales duraderos. Al mismo tiempo, podrían instalarse otros elementos alrededor de las escuelas, como cruces peatonales más visibles, reductores de velocidad o semáforos peatonales. Ese proceso podría replicarse fácilmente en varios cruces peligrosos a la vez, como parte de una estrategia más amplia e integral de seguridad vial en entornos escolares.
¿Por qué no probar acciones de seguridad vial más ambiciosas en algunos entornos escolares en Aguascalientes?