En los últimos tiempos hemos escuchado hablar de paridad de género en los espacios de representación popular y en el servicio público, sin embargo, la paridad de género debe darse en todas las esferas, tanto políticas, económicas y sociales para la construcción de una sociedad equitativa que permita las condiciones necesarias para el desarrollo humano y bienestar social.
Cuando hablamos de paridad de género nos referimos a la participación equilibrada de mujeres y hombres en los espacios de poder y toma de decisiones; cuando se desconoce el impacto positivo que tiene en las sociedades el que exista este equilibrio pareciera que sólo se trata de un “capricho”, muchas veces criticado por hombres y mujeres, asegurando que “las mujeres no quieren participar” y es por eso su baja participación, por lo que resulta importante visibilizar el origen y no sólo debatir el síntoma que es producto de la desigualdad de género.
Los espacios públicos han sido construidos y dominados por los hombres, por lo tanto, la incorporación de las mujeres a ellos ha sido y es ríspida porque no han sido diseñados para atender sus intereses y necesidades, ni complementarse con su vida privada, se vuelve necesaria la deconstrucción de los roles de género para poder alcanzar una compatibilidad de la vida pública y privada de mujeres y hombres.
¿Por qué es importante que las mujeres sean tomadoras de decisiones? Para lograr el desarrollo sostenible es indispensable sociedades equitativas, y la única forma de alcanzarlas es a través de una construcción democrática que incluya la visión de hombres y mujeres, que atienda las necesidades e intereses de todas las personas para garantizar las mismas opciones y oportunidades, cuando logramos entender que por más empático que pueda ser un hombre con las mujeres sus necesidades jamás van a ser las mismas, por lo tanto es imprescindible que las mujeres estén representadas por mujeres en los espacios de poder y de toma de decisiones que es en donde se construyen las condiciones laborales – económicas, políticas y sociales para todas las personas, estableciendo la forma en la que vamos a funcionar como sociedad.
Si bien, es cierto que la representación de las mujeres en condiciones de paridad en la política es trascendental porque tiende a garantizar los Derechos fundamentales de las mujeres, nos estamos olvidando de un sector muy importante y es el empresarial, en donde se generan los empleos y la riqueza, en donde se determina el poder adquisitivo de las personas, lo que impacta de manera directa en la calidad de vida.
Es necesario posicionar la paridad de género en la agenda empresarial, crear consciencia de que no sólo se trata de que las mujeres sean económicamente activas y representen una fuerza de trabajo, sino que es indispensable que sean tomadoras de decisiones porque sólo entonces podrán participar en la construcción de condiciones laborales, pensadas y diseñadas desde las mujeres, que permitan a otras mujeres desarrollarse en condiciones equitativas y así fortalecer su competitividad.
El Foro Económico Mundial en su Informe Mundial sobre la Brecha de Género 2020 considera cuatro dimensiones: Participación y Oportunidad Económica, Logro Educativo, Salud y Supervivencia y Empoderamiento Político. Reporta logros en dos dimensiones: educación con una paridad de 96.1% y salud y la supervivencia de 95,7%. Prevé se tomen 12 años para alcanzar la paridad de género en la educación. El empoderamiento político es una dimensión que muestra importantes avances ya que pasó de 108 años en 2018 a 95 años para cerrar la brecha de género en la representación política, en contraste la participación de las mujeres en el mercado laboral en general se ha estancado y las disparidades financieras están aumentando.
La participación económica y las oportunidades tiene una paridad de 57,8%, que representa 257 años antes de que se pueda lograr la paridad de género; lo que la convierte en la dimensión más vulnerable por lo tanto se tienen que enfocar esfuerzos en ella. Es la única dimensión que registra un retroceso, lo cual se atribuye a tres razones principales: 1. Las mujeres tienen una mayor representación en las funciones que se están automatizando; 2. Baja participación en profesiones en las que el crecimiento de los salarios es más pronunciado; 3. Insuficiente infraestructura de atención y el acceso al capital.
La paridad de género en las instituciones políticas y económicas es un indicador de la calidad democrática de un país, es el reflejo de la composición de la sociedad, la representación de los intereses y necesidades de hombres y mujeres de manera equilibrada para la construcción de ideas, valores y estilos de comportamiento necesarios para un mundo más justo.
El Foro Económico Mundial ha manifestado que la paridad de género es determinante para alcanzar la prosperidad económica y social; ya que estamos hablando del desarrollo y despliegue de la mitad del talento disponible en el mundo, que tiene incidencia en el crecimiento, la competitividad y la preparación para el futuro de las economías y las empresas.
La paridad de género es un medio para alcanzar una sociedad democrática con una amplia participación ciudadana, donde mujeres y hombres puedan decidir sobre su vida dentro de un Estado de Derecho.
Es momento de que la paridad de género en el sector empresarial sea un tema prioritario en la agenda pública, y sea impulsado por el gobierno, la sociedad civil organizada y el empresariado.
Empoderar a las mujeres económicamente es la mejor forma de protegerlas y fortalecer su participación en la sociedad, disminuyendo la desigualdad de género y además impactando de manera directa en el desarrollo económico del país.