Belinda Guadalupe Camarena Vázquez
En días pasados, se encontró el cadáver de Homero Gómez González, líder ejidal y defensor ambientalista de la Reserva de la Biosfera de la Mariposa Monarca, su cuerpo fue encontrado en la comunidad El Soldado Anónimo, en el municipio de Ocampo, Michoacán, siendo el primer de defensor ambientalista en México que aparece muerto en el 2020.
El asesinato de defensores ambientalistas es una tragedia de constante repetición en el país, México ocupa el segundo lugar en Latinoamérica con agresiones a ambientalistas; de acuerdo al Quinto informe de la situación de violencia y agresiones de los defensores de medio ambiente en México, del Centro Mexicano de Derecho Ambiental , se registraron 440 agresiones a defensores entre 2010 y 2018, siendo los principales responsables autoridades estatales y empresas transnacionales con intereses en la realización de megaproyectos y en la explotación de los recursos de la tierra.
La problemática ambiental en México es preocupante: tala ilegal por parte de grupos narcotraficantes para la siembra de marihuana y amapola, explotación de la tierra para destinarla a megaproyectos, derramamiento de residuos tóxicos por la industria, carencia de consultas ambientales o ilegalidad en ellas, los desplazamientos forzados y deterioro en la fauna ocasionados por los conflictos militares. Además, aunado a este contexto, tenemos el asedio constante a los líderes comunitarios de la defensa de la tierra y la impunidad.
Mientras tanto el gobierno federal sigue apostando por impulsar los megaproyectos con deficientes consultas, sin tomar medidas para detener la sobre explotación de las áreas verdes y para proteger a los líderes comunitarios ambientalistas.
De seguir muriendo quienes representan la lucha comunitaria por la defensa de la naturaleza, ¿quién tomará la iniciativa de detener el cambio climático en un contexto donde la sociedad neoliberal considera que el desastre ambiental puede detenerse sin cambiar la forma de vida consumista, y desde el individualismo?.
Como sociedad necesitamos aprender de las luchas comunitarias, generar mayor empatía con la naturaleza y buscar un cambio radical en nuestra forma de vida; de la misma manera, debemos exigir de las autoridades una verdadera voluntad política por atender la emergencia climática, incluyendo a la naturaleza como entidad sujeta de derechos legales, combatiendo la impunidad en los asesinatos ambientalistas y ecocidios, así como generar políticas públicas eficaces para proteger los recursos naturales que no solo responsabilicen a los individuos como consumidores, sino primordialmente a la industria, y las trasnacionales que son la principales responsables de las emisiones de efecto invernadero y de la sobre explotación de áreas verdes.
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