Todavía estábamos impactados con la noticia del homicidio y suicido cometido en Torreón por un adolescente de 14 años, cuando la realidad desalmada y dura nos vuelve a asestar otro golpe contundente. Un adolescente de 17 años asesina a una jovencita de 14 años. De inmediato comenzaron a aparecer las opiniones desde las más encendidas que sin conocerlo calificaron al muchacho homicida como perverso, sádico, animal, loco y otros adjetivos igualmente agresivos. Lo mismo ocurrió con aquel chamaco que hace dos años mató a su profesora, hirió a sus compañeros y después con la misma arma se quitó la vida. De la misma manera se acusó al estudiante de Universidad Cuauhtémoc que asesinó a su novia embarazada de 7 meses. Y hace 13 años ocurrió igual con el joven que en Monterrey asesinó a los pequeños hermanitos de su novia, porque ella le abandonó. Primero fue atacado por todos los medios y después se le perdonó socialmente, hasta con un Club de Admiradoras, aunque estará en la cárcel por 70 años.
¿De que nos damos cuenta? De que la opinión social y con frecuencia las instancias de justicia se enfocan única y exclusivamente en el ejecutor. El asesino es criticado, vilipendiado y acosado con gran severidad. Y esto lo que revela es que la sociedad no quiere sabe más. No quiere conocer la verdad de fondo. Tal vez porque le teme al juicio público.
Veamos: En este momento ¿quién está atendiendo y estudiando a la familia del asesino de Jesús María? ¿Y a la familia de la víctima? ¿Que los padres del joven no sabían la clase de relación que estaba teniendo con la muchacha? ¿No estaban enterados de que acostumbraba buscar novias por internet? ¿Es que nunca se enteraron de que acostumbraba llevar un cuchillo? Y la familia de la chica, si sabían perfectamente que su noviazgo era violento ¿Qué hicieron para ayudarla, aconsejarla y prevenirla?
A partir de ahora todo se va a centrar en el homicida. Y nadie va a indagar cuales fueron las causas familiares y sociales del conflicto. ¿Qué se está haciendo por la familia de la maestra asesinada en Torreón? ¿Y por los niños heridos y los que presenciaron el acto criminal, además de sus familias? ¿Cómo se atendió a la familia del niño asesino de Monterrey? En ambos casos sabemos que ambos niños sabían manejar las armas, porque sus padres y abuelos se lo enseñaron. ¿Y ahora? ¿Qué no estarán enseñándoles a otros niños la misma conducta agresiva? El homicida universitario que mató a su novia embarazada ¿Cómo pudo decidirse a quitar dos vidas? Él ahora está en la cárcel y seguramente estará allá adentro muchos años. Ajá, muy bien ¿Y quién está atendiendo a la familia de la fallecida? Ellos declararon a la prensa que esperaban con mucha ilusión a la nietecita aún cuando el padre no quisiera hacerse cargo de ella. Hasta le tenían elegido el nombre. ¿Quién los está acompañando emocionalmente? Todas estas preguntas no tienen respuesta. Porque la opinión pública se conforma con señalar al que usó el arma. Una vez que es sentenciado, se olvida el asunto, como si estuviera resuelto. No es así.
Desafortunadamente todo homicidio y en general todo acto criminal, daña a un círculo muy grande de personas que no son atendidas psicológicamente y entonces las heridas emocionales se perpetúan durante muchos años. A nuestra sociedad le hace falta mucho para crecer y madurar como ambiente saludable y protector de sus propios hijos.