- Con motivo de la entrega de obra en Anenecuilco, Andrés Manuel López Obrador explicó en una gira por Morelos los orígenes del reparto agrario. Se presenta la parte de su discurso en la que hizo referencia a este hecho:
Siempre recuerdo la anécdota de que los de Anenecuilco se quejaban porque los dueños de la hacienda El Hospital, un señor muy poderoso, Escandón, siempre se extendía, porque desde entonces la tierra se dedica a la caña y había un auge de la producción cañera, y se invadían las tierras de los pueblos, no era como se pensaba o como también se dio después, que la invasión era de los campesinos a las propiedades privadas. En ese entonces, fíjense cómo había injusticias, la invasión era de la hacienda a la tierra de los pueblos, tierras que les pertenecían a los pueblos desde tiempos inmemoriales.
Bueno, ante ese abuso, los representantes de Anenecuilco iban a Cuernavaca, veían al gobernador y le entregaban escritos, pero como el gobernador estaba impuesto por los hacendados, pues nunca se hacía justicia.
En una ocasión el gobernador de ese entonces de Morelos le mandó la carta, el escrito de los de Anenecuilco al hacendado, al dueño de la hacienda El hospital. Y la respuesta del hacendado al gobernador fue: ‘Dígale a los de Anenecuilco que, si quieren sembrar, que lo hagan en maceta’. Así las cosas.
Por eso un día los ancianos, los representantes del pueblo convocaron a una asamblea a todos los de Anenecuilco. No lo hicieron como era la costumbre tocando las campanas, sino se corrió la voz y se hizo la asamblea, y ahí informaron al pueblo que ellos ya no podían seguir, que ya estaban cansados, grandes, que se necesitaba sangre nueva para seguir defendiendo las tierras de Anenecuilco.
Y ahí en esa asamblea se eligió a Emiliano Zapata como representante del pueblo de Anenecuilco para la defensa de la tierra. Zapata hablaba poco y les dijo: ‘Bueno, acepto, pero me van a apoyar’. Ya le contestó la gente: ‘Sí, tú fájate los pantalones y nosotros te apoyamos’.
Se dio cuenta que no iba a hacer mucho con los escritos. Llegó el momento que decidió organizar a la gente y tomó la decisión de quitar las alambradas, los cercos, y ahí empezó el movimiento. Y esto mismo se aplicó en todo Morelos y en el sur del país. Así fue como empezó el movimiento agrario, movimiento en defensa de la tierra.
Esto ya lo había recogido el presidente Madero en el Plan de San Luis, cuando convoca al pueblo a tomar las armas en contra de Porfirio Díaz. En el punto tres del Plan de San Luis se habla de restituir las tierras a los pueblos.
Pasó el tiempo. Madero era un hombre bueno, pero no se apoyó en el pueblo. Hubo un tiempo en que estuvieron juntos Madero y Zapata, y se tenían simpatía; pero había gente que querían que no se diera esa alianza y dividieron al presidente Madero del general Zapata.
Y el presidente Madero decide, como lo había hecho Porfirio Díaz, combatir al zapatismo, como lo había hecho el gobierno anterior y como lo hizo después Huerta, que llegaban a los pueblos a arrasar, a acabar con los zapatistas. El general Zapata siguió en la lucha.
Asesinan al presidente Madero, que en vez de apoyarse en el pueblo se rodeó de los militares del antiguo régimen y se quedó solo, por eso su asesinato de manera vil, de forma canallesca es traicionado. Sigue adelante el general Zapata.
Y hay también divisiones después del asesinato de Madero, porque se enfrenta a Huerta, al que ordena y lleva a cabo ese asesinato del presidente Madero. Y como sucede, se divide el movimiento revolucionario y por un lado carrancistas, por otro lado, villistas, por otro lado, zapatistas.
Y se ponen de acuerdo Villa, Zapata, pero no hay acuerdo con Carranza y con Obregón, y ya cuando se derroca y se expulsa a Huerta del país, así como se expulsó a Porfirio Díaz se expulsa a Huerta y ya triunfa la Revolución, pero hay estos dos agrupamientos, Carranza con Obregón, Villa-Zapata y otros dirigentes.
El general Zapata sigue con la bandera del reparto agrario y para quitarle esa bandera -aunque también Carranza tenía lo suyo, hizo cosas buenas, porque no olvidemos que todos somos seres humanos, no somos ni dioses ni demonios, sencillamente somos seres humanos- Carranza, queriendo quitarle la bandera a Zapata, un 6 de enero, como hoy, de 1915, expide la Ley Agraria, donde reconoce el derecho de los campesinos a la tierra, pero en realidad el precursor del movimiento fue el general Zapata.
Luego se aprueba el artículo 27 de la Constitución de 1917 y ya se empiezan a restituir las tierras. Asesinan el 10 de abril de 1919 al general Zapata, siendo presidente Venustiano Carranza. Un militar lleva a cabo esa traición, Guajardo; que miren como son las cosas, ese mismo general Guajardo, ese mismo militar años después, uno o dos años después es el que va en contra de Carranza y lo persigue cuando Carranza sale de la ciudad hacia Veracruz y tiene que abandonar el tren en que se trasladaba y en Tlaxcalantongo, Puebla, en la sierra, allá, solo, porque iba huyendo. Allá es asesinado Venustiano Carranza.
El que consuma la obra de transformación en lo agrario es sin duda el presidente Lázaro Cárdenas del Río. En el sexenio de él, de 1934 a 1940, se entrega en ese entonces a un millón de familias campesinas 18 millones de hectáreas, porque había pasado la Revolución y no se hacía justicia.
En los últimos tiempos esta historia se ha querido borrar, ustedes yo creo que se han dado cuenta de cómo ya no se habla de esta historia. Se quiso hasta desaparecer al ejido, se reformó el artículo 27, se puso en el mercado la tierra de los ejidos.
Nosotros no podemos olvidar esta historia, porque tenemos que fortalecer a los pueblos originarios, tenemos que apoyar a los campesinos, sean comuneros, sean ejidatarios.