El primer científico (una narración para niñas y niños)/ El peso de las razones - LJA Aguascalientes
21/11/2024

Nuestra historia comienza hace mucho, mucho tiempo. Fue hace tanto, que quizá te sea difícil imaginar cuánto ha pasado ya. No comienza cuando tus padres nacieron, ni siquiera tus abuelos. Comienza hace miles de años, cuando no sólo no existían teléfonos inteligentes y automóviles, sino que no había luz eléctrica, y mucho menos existían grandes ciudades como las conocemos ahora.

Nuestra historia comienza en una pequeña localidad costera de lo que actualmente conocemos como Turquía, un país excepcional y no sólo por su comida (que es deliciosa), sino porque su capital, Estambul, pertenece una mitad a Europa y otra mitad a Asia: es una ciudad entre dos continentes. En aquel momento, hace 26 siglos (¡2 mil 600 años!) aproximadamente, a esa costa occidental de Turquía se le conocía como Jonia (o Ionia, en honor a su líder colonizador, Ion) y era un lugar vibrante. Las costas suelen ser lugares apasionantes: pues en ellas van y vienen extranjeros de lugares lejanos y cercanos, se hablan muchas lenguas distintas, y personas muy diferentes conviven en un mismo sitio. Así, nuestra historia comienza en un sitio de Jonia en el que no había lugar para el aburrimiento: Mileto.

Mileto era un lugar donde abundaba la riqueza. No debería sorprendernos: en las costas suele darse de manera natural el comercio. Las personas de otras partes llegaban primero a las ciudades costeras (en aquél entonces la gente no se transportaba por avión, sino por barco). Mileto exportaba lana por todas las ciudades y pueblos del mar Mediterráneo (la lana es una fibra natural que se obtiene principalmente de las ovejas y se utiliza en la industria textil para confeccionar sacos, mantas, guantes, calcetines, suéteres y muchas cosas más).

Pero algo aún más sorprendente sucede en las costas, y sin duda sucedió en Mileto. Cuando las personas de distintos lugares conviven, intercambian ideas. Piénsalo por un momento. Incluso con tus amigas y amigos del colegio, cuando vienen de colonias distintas (o mejor, de distintos estados), te enfrentas con ideas y costumbres que no conocías. Quizá, cuando has ido a comer a sus casas, has probado comida que no sabías que existía, y piensan y dicen cosas que no se piensan ni dicen en tu casa. Esto no sólo no es malo: es muy interesante y nos permite darnos cuenta de que no somos el centro del mundo. Hay personas que piensan y actúan de manera distinta a nosotros, y mientras mayor es la lejanía, más fuerte se nos presenta esa sensación que los aventureros que descubrían nuevas tierras sintieron.

Por todo esto te dijimos que Mileto de seguro no era un lugar aburrido. Todo lo contrario. En Mileto vivió el protagonista de nuestra historia: Tales, el cual seguramente disfrutaba de entretenidas conversaciones con personas de las islas cercanas, incluso con egipcios que comerciaban en su pueblo. Pero ¿cómo podemos conocer la historia de Tales si vivió hace tanto tiempo? Piénsalo de la siguiente manera: imagina que tus abuelos te han contado cosas de sus abuelos, las cuales tú contarás a tus hijos y nietos, y así sucesivamente. Sobre Tales sabemos algunas cosas por lo que otras personas dijeron de él y luego otros escribieron, y son textos que de alguna manera hemos logrado conservar y rescatar. 

Así sabemos, por ejemplo, que Tales predijo un eclipse solar 585 años antes del nacimiento de Cristo (un eclipse solar es el fenómeno que se produce cuando la Luna oculta al Sol, desde la vista de la Tierra). También sabemos que su conocimiento de las condiciones climáticas le permitió predecir una cosecha abundante de aceitunas. Sin perder tiempo, Tales acaparó el mercado de las prensas de aceitunas (artefactos que las permiten convertir en aceite), para poder hacer una fortuna cuando llegara la cosecha prevista. Así, como podrás darte cuenta, Tales era un tipo listillo.

Podemos decir, de alguna manera, que Tales fue el primer científico, al menos en un sentido muy general. En sentido más estricto, lo que podemos asegurar es que Tales estuvo interesado en la astronomía y en las ciencias físicas. Aunque Tales no fuese un científico como los actuales (no lo imagines con una bata trabajando en un laboratorio o mirando con un telescopio las estrellas), quizá fue una de las primeras personas de las que tenemos noticia que investigó y analizó de una manera independiente y racional la naturaleza.

Las y los griegos que precedieron a Tales creían muchas cosas acerca de la naturaleza y los seres humanos. Pero no obtenían sus creencias observando y analizando el mundo, sino leyendo a Homero y Hesíodo, dos poetas que escribieron algunos textos que quizá hayas escuchado mencionar al menos de pasada en la escuela (sino, seguramente lo harás después): la Ilíada, la Odisea y la Teogonía. Los primeros dos, escritos por Homero, narran historias de guerras y viajes; el tercero, escrito por Hesíodo, narra una historia sobre el origen y la naturaleza del mundo y los dioses a los que los griegos adoraban. En este sentido, la Ilíada, la Odisea y la Teogonía eran para las y los griegos anteriores a Tales como hoy lo es la Biblia para los católicos o el Corán para los musulmanes: libros sagrados (o casi sagrados) de los que obtenían la mayoría de sus creencias sobre el mundo, la naturaleza humana y lo que es correcto e incorrecto.

En ese sentido puedes entender la novedad que introdujo Tales en la manera en la que obtenemos nuestras creencias. No es a partir de la lectura de bellas, divertidas y fantásticas historias que debemos creer o no creer algo: sino observando y analizando la naturaleza. Y esto es lo que, a muy grandes rasgos, hacen todavía hoy las científicas y los científicos. 


Otra manera de entender el proceder de Tales consiste en decir que sus opiniones se fundamentaban en argumentos. En otras palabras, Tales consideraba que no sólo debía o no debía creer en algo, sino disponer de razones en favor o en contra de sus creencias. Hoy sabemos que la enorme mayoría de cosas que creyó Tales en su momento eran falsas: por ejemplo, creía que el agua era algo demasiado importante (en eso no se equivocaba). Pero, sabemos que creía que el mundo flotaba en el agua como un trozo de madera flota en un lago. Al parecer, las observaciones realizadas por Tales de la importancia que tiene el agua para los seres humanos, otros animales y las plantas, y de que el agua se evapora y se convierte en aire, lo llevaron a concluir que el agua era el principio de todo lo que existe: que todo viene del agua. Tales estaba equivocado. Pero importa poco que tuviera o no razón. Tales ha pasado a la Historia no por estar en lo correcto, sino por mostrarnos que debemos disponer de, y ofrecer si se nos piden, razones en favor de aquello que creemos. En eso consiste argumentar, y es por ello que podemos decir que quizá fuese Tales el primer científico.

 

[email protected] | /gensollen | @MarioGensollen | TT Ciencia Aplicada


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