“Las ideas y los valores del alma son nuestras únicas armas, no tenemos otras, pero tampoco las hay mejores”, Manuel Gómez Morín.
Cuando hablamos de la educación, es imposible dejar de lado el legado imborrable que Vasconcelos nos dejó a todos los mexicanos. El destacado político, educador, ideólogo, filósofo, creía firmemente que para transformar a nuestro país era necesario someterlo a un cambio radical en el ámbito educativo. Un hombre, que sin duda alguna, se caracterizó por tener congruencia en su actuar y en su decir.
El oaxaqueño de grandes ideales, simpatizó por las leyes, pero también por la reflexión política y social que se presentaba en ese entonces. Fue testigo y miembro de una generación de jóvenes que le dieron rumbo, sentido e identidad a una sociedad que se quitaba el destierro de la revolución, mientras los caudillos con aliciente desesperación se despedían de las armas, la juventud ateneo tomaba a la educación y al idealismo como el camino correcto para construir un patria de valía y de equilibrio.
El ideólogo aseveraba que la escuela era la casa del pueblo, en la medida de sus elevadas posibilidades coincidía en que se debía de distribuir de manera masiva la mayor cantidad de libros posibles, del mismo modo, refutaba que la edificación de bibliotecas era un elemento necesario para la gestación de una obra de grandeza, vislumbraba al maestro como un arquetipo, como un modelo a seguir en cual los niños y alumnos se podían reflejar de manera positiva. Cuando la voluntad se ve doblegada, la educación es el pilar de en medio que fortalece a las raíces que levantan castillos a la virtud.
“Si hubiéramos hecho lo que debimos haber hecho, y estuviéramos como estamos, no hay esperanza, pero como no hicimos lo que debimos haber hecho, tenemos esperanza”, Demóstenes.
Vasconcelos manifestó de una manera loable y asequible en su carta a Gómez Morín que era menester tener la apertura para considerar ideas con posturas distintas a las propias, y con la voluntad de construir, tener la inclusión para agrupar a todos aquellos elementos que engrandezcan al desarrollo del ser humano, tomando como eje principal a la educación. En esa carta coincidía en que la democracia en México necesitaba de manera latente la participación de un grupo personas arraigadas en la congruencia, con el firme para poder generar conciencia ciudadana. Su filosofía de vida fue en todo momento impulsar a la educación.
También fue conocido como el “Maestro de América”, y en honor a esa mención también logró hacer una gran aportación a la cultura y al arte, en sus obras deja plasmada la importancia de la trascendencia de la raza por medio de la cultura y de su modo de generar un progreso. Las palabras del maestro Vasconcelos dejan en la conciencia ciudadana de toda nación un invaluable recurso en su historia, ya que tiene la bendición de la existencia y responsabilidad de coadyuvar a disminuir los rezagos sociales que azotan a los menos favorecidos.
“Los educadores de nuestra raza deben tener en cuenta que el fin capital de la educación es formar hombres capaces de bastarse a sí mismo y de emplear energía sobrante en el bien de los demás”, José Vasconcelos.
El legado de un maestro va más allá de las circunstancias actuales, tiene su alcance en el momento en donde un hombre de ideas tiene la decisión de ayudar y de compartir el conocimiento. En México existe el escepticismo de que no existen personas que le den orgullo y honor a nuestra gran nación. Considero que es necesario volver a ver a las estrellas y tener como inspiración a personas que tuvieron una gran trascendencia, que su vida misma fue un ejemplo para los demás, puedo aseverar que en este país tenemos muchos, y que es menester volver a mencionarlos. En donde hay educación, hay mejores condiciones para el desarrollo, en donde existen arquetipos y seres humanos ejemplares, existe la inspiración para las próximas generaciones.
Vasconcelos deja una herencia que debe ser motivación para todos los docentes, porque el papel del docente tiene la responsabilidad de instruir y educar a la sociedad de este tiempo. Los maestros tienen la posibilidad de volver a sembrar un futuro prometedor.
“Por mi raza, hablará el espíritu”, José Vasconcelos.
In silentio mei verba.