Con la salud no se juega, señor presidente/ La columna J  - LJA Aguascalientes
23/11/2024

El camino al infierno está pavimentado de buenas intenciones.

Al presidente de México le debemos el respeto, pero del mismo modo tenemos el derecho de levantar la voz y hacerle saber lo que sentimos como sociedad y es nuestra responsabilidad hacer protesta de todo aquello que evidentemente este mal. En el tema específico de la salud nuestro país está al borde de una crisis que una vez desatada se convertirá en tragedia. Cuando el rumbo de un país no va por buen camino los síntomas tienen distintos tiempos para empezar a reflejar las gravosas consecuencias.

La economía del país está básicamente estancada, a tasas de crecimiento menores al 1%, pero en el dinamismo económico las consecuencias tardan meses en reflejarse, y el impacto se refleja en algunos sectores, es decir, a simple vista el contexto pudiese parecer más caótico que la realidad. No obstante, hay ciertos sectores en los que el impacto es inmediato y el reflejo de la realidad es preocupante. Como ejemplo específico podemos ver como este sexenio ha tenido el comienzo más violento de las últimas décadas, el problema de seguridad se refleja en la tragedia ocurrida en Torreón hace unos días, en donde un niño entró armado a una escuela y acribilló a su maestra. En Aguascalientes podemos presenciar la desintegración del tejido social, el problema de seguridad pública en lugares como el Ojo de Agua; y niños con problemas de adicciones en Pabellón de Arteaga, por citar algunos de tantos ejemplos que hay.

Pero en el sector salud no se puede y no se deben de manejar márgenes de error, puesto que un error puede costar muchas vidas. El Insabi viene a sustituir al Seguro Popular, en un momento en donde el país atraviesa grandes complejidades, son aproximadamente 70 millones de personas las que tenían Seguro Popular, y que bajo este nuevo esquema están a la deriva y en la completa desatención, del mismo modo, expuesto a reglas de operación que carecen de verticalidad y por si fuera poco, también con la adversidad del desabasto de medicamento. 

Como país tenemos un área de oportunidad verdaderamente latente en cuanto a salud se refiere, más de 15 millones de mexicanos entre los 20 y 69 años son hipertensos, del mismo modo, 74 mil personas mueren a causa de la diabetes mellitus, el 68% de la población mayor a 20 años tiene sobrepeso y por si fuera poco, estamos expuestos constantemente a enfermedades como el cáncer cérvico uterino, el virus del papiloma humano, cáncer de mama, tuberculosis y dengue.(Inegi, 2019); sin duda alguna el contexto es complejo.

“Vamos a suponer que este en un hospital una niña o un niño y aceptando sin conceder que no tiene el medicamento, ¿Qué sociedad somos, si la enfermera, si el médico, si el director del hospital, si cualquier ciudadano, no toma la decisión de comprar el medicamento para que no pierda la vida la niña o el niño?”: Andrés Manuel López Obrador.

El presidente refiere con su elocuente retórica que en el 2018 se compraron 90 mil millones de pesos de medicamentos, de los cuales 70 por ciento lo vendieron tres empresas, el argumento según él es que está combatiendo a la corrupción, sin embargo, eso con toda claridad es un doble discurso, ya que el Gobierno Federal adjudicó el 46% de la obra pública del año 2019 sin licitaciones abiertas, este dato es referido por Forbes. Tal parece que el presidente quiere que las enfermeras y los médicos cubran su irresponsabilidad. La salud pública es un área que no se puede descuidar a estos extremos, las víctimas son niños y niñas, son padres desesperados que piden a Dios que un milagro suceda en los centros de salud. Tan desesperante es la situación que la semana pasada ya hubo bloqueos en algunas avenidas principales de la Ciudad de México.

Estamos a la sombra de una amenaza como el coronavirus, en donde todos los mexicanos somos testigos de un sistema de salud sobresaturado y rebasado en todos los sentidos, ¿Qué futuro le puede esperar a un país enfermo y sin medicinas, a un país sin cuidado ni prevención en salud en donde la gobierno en turno da discursos sobre moral y no tiene la ética de abastecer y reconocer el trabajo de los enfermeros. Soy fiel testigo de que el personal de los hospitales hace su mejor esfuerzo.

Un hombres sabio debería darse cuenta de que la salud es su posesión más valiosa.


In silentio mei verba.


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