Vía: Tercera Vía
Como lo han demostrado (pero desde al menos hace dos años) marcas como Nike o Corona, ser woke (progre, para los compas) es una estrategia que genera empatía para las marcas entre las audiencias masivas. En realidad, los corporativos y sus agencias de publicidad tardaron demasiado en llegar a la conclusión de que la inclusión hacía -por ejemplo- la mitad de la población era algo que podía conectar.
En un caso más afortunado y con un enfoque diferente, creativos de marcas queridas pero sin grandes presupuestos como Bissú han apelado a la clase media. Específicamente con la campaña de Se Llega Hermosa, que conecta con una realidad de las mujeres mexicanas: maquillarse en el transporte público.
Aunque el contenido fue criticado con argumentos como “fomentan el ponerse en riesgo para cumplir una imposición patriarcal”, en lo personal creo que el hecho de maquillarse es relativo a decisiones muy personales de cada mujer que no necesariamente tienen que ver con llegar hermosa para algún hombre u otra persona. Es cuestión personal.
En el caso de Nike, tenemos su respaldo a Colin Kaepernick, el jugador de la NFL caído en desgracia por protestar contra el racismo en la liga y en Estados Unidos en general. Ya en México, la marca de swoosh trató de sumarse a algo que era inevitable: un empoderamiento white pero válido de la mujer para las masas:
Con sus bemoles, como que al final quieren vender tenis, no todas las marcas salen bien libradas. De eso ya hemos hablado en Tercera Vía, como el infame caso de Indio y Cerveza Victoria.
Quienes no, Nike ni Bissú, y de hecho ya quisiera tener el error de Indio, son los ejecutivos de Liverpool que esta semana permitieron un desastre de proporciones épicas con -no es broma- las botas feministas diseñadas por Alejandra Quesada.
¿Por qué son botas feministas? En primer lugar son moradas y tienen glitter en la suela, además de tener la promesa de donar parte de las ganancias para una asociación a favor de la mujer.
Hay dos discusiones aquí:
*El que se trate de tener publicidad positiva para Liverpool al montarse en algo tan específico como la diamantada.
*El oportunismo de ambas partes.
Que no precisamente son unas combat boots para las masas, si tomamos como referencia los precios de los tenis con estampado de Hello Kitty que Liverpool y Quesada lanzaron en el verano.
Que si se quiere apoyar a la mujer, hay decenas, sino cientos de maneras de donar directamente a asociaciones como Fondo María o Fondo Semillas.
Viene lo más importante: la incongruencia de Liverpool, tienda que fue negligente con una trabajadora que tuvo un aborto espontáneo en un baño dentro de su horario de trabajo, además de haber encubierto un feminicidio ¡para que no les afectara en el Buen Fin!
El problema ha sido tal que Alejandra Quesada ha retirado el grid en Instagram en el que anunciaba las botas, que son maquiladas en una fábrica de León, además de haber cerrado comentarios.
Liverpool y su violencia contra las mujeres
Sobre el asesinato de una trabajadora por parte de un compañero de trabajo, que Liverpool encubrió para salir inmune rumbo al Buen Fin del 2014, incluso hasta se atrapó al feminicida.
La violencia contra Dafne McPherson, trabajadora que sufrió un aborto espontáneo (no sabía que estaba embarazada) y cuya atención médica en forma le fue negada por Liverpool. Pasó dos años en prisión de manera injusta y su bebé murió ahogado en el baño de la tienda.
Posdata
¿Cómo se pudo actuar mejor? Algunas ideas:
*Con unas botas anónimas, con diseño, sin apropiarse del hashtag o el simbólico de la diamantada. A partir de ahí, anunciar que un porcentaje de las ventas va para una causa noble. Fin.
*Acercándose a la comunidad feminista para generar una campaña para acercar al gran público al tema de la violencia contra la mujer en México.
*La campaña de publicidad pudo estar tres rayas menos whitexican y asumir otras causas progresistas desde la misma selección de modelos.
*Que Liverpool asumiera la responsabilidad por sus graves errores pasados.