Un 9 de diciembre de hace 488 años se apareció por primera vez la Virgen de Guadalupe al labrador chichimeca Juan Diego Cuauhtlatoatzin (el que habla como águila), lo que significa que tenía la voz aguda o gangosa. Este hombre de 57 años recorría todos los días un trayecto de varios kilómetros desde su casa en Cuautitlán hasta Tlatelolco donde asistía a misa. Y para ello tenía que rodear el cerro del Tepeyac. Sólo que este día, escuchó el canto de un Tzinitzcan, conocido actualmente como Pájaro Bandera que es una ave de la familia del quetzal de canto melodioso y vistoso plumaje de muchos colores. Entonces decidió subir al cerro que es bastante elevado. ¿Por qué razón subió Juan Diego el alto monte, sabiendo que ello le haría perder tiempo y llegaría tarde a misa? Porque pensó en atrapar al pajarillo que tenía un buen precio en el mercado de Tlatelolco. Sólo que en vez del avecilla se encontró a la Virgen de Guadalupe que le hizo la encomienda de que fuera a visitar al Obispo Juan de Zumárraga y le pidiera que en ese lugar le construyesen un templo. Es fácil imaginar la situación. Un humilde indígena campesino iletrado tuvo serias dudas, en primer lugar de lo que había visto, después titubeó sobre el hecho de ir a presentarse ante la máxima autoridad religiosa que vivía en un lujoso palacio, rodeado de sirvientes, que en primer lugar le impidieron el paso al verlo pobre, sucio y andrajoso. Durante tres días Cuauhtlatoatzin acudió al obispado, pero no pasó de la puerta. Una vez que le negaron la entrada no insistió y se retiró. La única manera que tuvo la Guadalupana de convencerlo fue haciendo un milagro. Resulta que el tío Juan Bernardino que hacía las veces de padre de Juan Diego estaba gravemente enfermo de Cocoliztli (Viruela) que por aquel entonces era mortal y había sido traída a México por las tropas de Cortés. Juan Diego no asistió al cerro a ver a la Dama del Tepeyac, sino que se fue a buscar a un sacerdote para que diera al tío la extremaunción. Entonces la Virgen se le aparece al tío y con la visita el hombre queda totalmente sano. Y desde entonces al culto a la Morenita está basado en pedirle milagros en salud. Lo cual no es exclusivo de ella, ya que la Virgen de San Juan de los Lagos, la Virgen de Talpa y prácticamente todas las imágenes religiosas veneradas en nuestro país son milagrosas porque sanan enfermos. Todas las peregrinaciones, ofrendas, sacrificios y plegarias son para pedir la salud de un familiar enfermo. Esto ha sido muy bien aprovechado por algunos hospitales y clínicas que además de hacer medicina de buena calidad, llevan el nombre de alguna importante figura religiosa. En Estados Unidos es una práctica común que los hospitales de gran renombre lleven nombres religiosos. ¿Cuál es el beneficio? Que además del ejercicio de una medicina basada en los avances científicos y tecnológicos se brinde al paciente el alivio espiritual que es imprescindible. El enfermo se duele del daño orgánico, pero sufre todavía más por la angustia de ver perdida su salud. Y los médicos en gran medida hemos olvidado darle a nuestro enfermo, la tranquilidad emocional que tanto requiere y tanto ayuda. Es necesario que todo médico además de ejercer su ciencia, haga psicoterapia. O cuando menos ofrezca al paciente el bálsamo espiritual de la creencia religiosa.