Sin duda hay diferentes formas de vivir la Navidad, estas variantes obedecen al lugar en el que vivimos, nuestra cultura, nuestras tradiciones, el clima y, evidentemente, la religión, las diferentes denominaciones cristianas tienen, cada una, tradiciones o costumbres distintas. Por cierto, hago un paréntesis para comentarte algo que me sucedió el pasado sábado 14 de diciembre, iba yo caminando por el costado sur del Parián, frente a la Biblioteca Torres Bodet, cuando alguien me llamó por mi nombre, al voltear vi que era una persona que estaba predicando en las escaleras de ese centro comercial, tenía su Biblia en la mano pero quizás se había tomado un descanso o algo así, la verdad no sé porqué me conoce, el asunto es que se acercó a mí y me dijo que se había integrado a una estación de radio de perfil cristiano y que le daba mucho gusto saber que muchos de los radioescuchas de esa frecuencia eran católicos traumados, como sucede con todos los católicos. No sé qué le hizo pensar que yo era cristiano, no sé, pero como que lo dio por hecho y bueno, yo le aclaré que profesaba la religión católica y que de ninguna manera estaba traumado, arqueó las cejas como sorprendido y de inmediato empezó a cuestionarme como un maestro evaluando a sus alumnos con preguntas sobre la Biblia. Supongo que también dio por hecho que yo desconocía la Biblia, pero por supuesto, otra vez se equivocó. Hablamos de muchas cosas, entre ellas el inevitable tema de la música, le hice ver que ninguna denominación cristiana tiene un acervo cultural tan abundante y generoso como la religión católica, considerando, incluso, las generosas aportaciones de Johann Sebastian Bach desde la trinchera del luteranismo, que por otro lado, no existe ninguna diferencia litúrgica, finalmente se trata del Nuevo Testamento, además Bach musicalizó uno de los más bellos himnos marianos, el Magníficat que encontramos en el capítulo 1 del tercer Evangelio, el de San Lucas y le comenté que difícilmente podríamos encontrar mayor riqueza musical en alguna otra confesión cristiana: Misas, oratorios, réquiems, te Deums, Stabat Maters, sin mencionar la joya de la corona que es el canto gregoriano, en fin, el repertorio es prácticamente inagotable. Al no poder objetar nada de lo que le estaba diciendo, me dice: “hueles a alcohol, ¿bebiste algo?” Así como un papá cuestionando a su hijo, y aunque no tenía por qué darle explicaciones le respondí que sí, que había bebido vino tinto en la comida, y me dio a entender que debido a mi estado es que decía tantas necedades, la verdad ya me dio risa y decidí retirarme, aunque él seguía gritándome cosas como “Dios te bendice” y otras similares, cierro el paréntesis.
Pues bien, la Navidad es un excelente pretexto para revisar un repertorio musical muy atractivo y que por sus características solamente lo frecuentamos una vez al año, y siendo esta la ocasión, echemos un vistazo a todo este material musical de incalculable valor.
Además de los tradicionales villancicos que aderezan deliciosamente estas fechas, existen obras de gran formato que resultan indispensables para todo melómano con el fin ser escuchadas en Navidad, independientemente de la confesión religiosa, incluso cuando no se tenga una, cuento entre mis allegados algunos buenos amigos que no profesan religión alguna y sin embargo disfrutan inmensamente de este repertorio cuya belleza está más allá de cualquier tipo de creencia. Recuerdo en este momento algunos directores de orquesta no creyentes del cristianismo trabajando con obras de corte sacro, por ejemplo, algún director judío interpretando, por ejemplo, las pasiones de Bach. En realidad, la música, la buena música, está más allá del bien y del mal, y evidentemente, no está sujeta a creencias religiosas, el aprecio estético de la música no tiene concesiones, simplemente se disfruta y ya.
Pues bien, obligado me parece recurrir a los oratorios de Navidad, por ejemplo, el de Camille Saint-Säens o de Johann Sebastian Bach, dos compositores muy distintos, de épocas diferentes y con discursos musicales muy distantes uno de otro, pero ambos lenguajes deliciosos y muy elocuentes.
Otra obra que podríamos considerar como indispensable en este momento es el oratorio “El Mesías” de Georg Friedrich Haendel, no obstante esta partitura no es exclusiva de Navidad -está divida en las tres partes más importantes en la vida de Jesús y consecuentemente del cristianismo: nacimiento, pasión y muerte, y resurrección- resulta una de las obras musicales indispensables en esta época del año.
Dentro del canto gregoriano, ya comentamos que se trata de la joya de la corona de la Iglesia Católica, hay una serie de himnos navideños, los maitines de Navidad, por ejemplo. Por cierto, recientemente fue descubierta una misa del siglo XV, la descubrió Rupert Huber, director del Coro de la Radio del Oeste de Alemania con sede en la ciudad de Colonia mientras buscaba material musical para un concierto en la Navidad de 2007, también descubrió la colección completa de los cantos de Vigilia de Navidad en un manuscrito de origen benedictino con los cantos litúrgicos de las Horas de Navidad, Misa de Medianoche y Misa de Navidad cuyo interés musicológico rebasa por mucho toda creencia religiosa.
Siguiendo con las recomendaciones para escuchar esta Navidad, muy digno de nuestra atención merece el Concerto Grosso para la noche de Navidad del compositor barroco Arcangelo Corelli y por supuesto, todos esos tradicionales villancicos propios de la época, muchos de ellos demandan un incuestionable dominio de la técnica musical para lograr una buena interpretación.
Hagamos una buena selección musical para aderezar las celebraciones navideñas y olvidémonos de la música desechable, hay que salir a tirar la basura. ¡Feliz Navidad!