Tempus non patitur moras
Los fantasmas educativos, que ya fueran supuestamente desterrados, atinan a deambular de nueva cuenta cual zombies desalmados, por las mismas aulas de las que fueran apenas ayer conjurados. Así lo indican los resultados recientemente publicados de la Prueba Pisa 2018.
De forma sucinta pero precisa, se nos indica que: Por lo menos 35% de los estudiantes mexicanos de 15 años carece del nivel mínimo de competencia en las áreas de matemáticas, lectura y ciencias, según los resultados del Programa para la Evaluación Internacional de Alumnos (PISA) 2018, elaborado por la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). (Fuente: Proceso. Ciudad de México (apro). Ixtlixóchitl López. El 35% de los estudiantes mexicanos de 15 años reprobó en evaluación de PISA. 3 de diciembre, 2019.https://bit.ly/2OVbYM1).
Continúa la misma fuente. De acuerdo con la evaluación aplicada a 7 mil 299 estudiantes de 15 años en tercer grado de secundaria y primer año de preparatoria en 286 escuelas del país, México se ubicó en 487 puntos para lectura, 489 para matemáticas y 489 para ciencias, por debajo del promedio establecido por la OCDE.
Lo que leído en una escala de 100 puntos es resultar reprobado. Y nos aporta una explicación técnico-cognitiva de lo que significa ese desempeño en la Lectura: -En contraparte, sólo 1% de los estudiantes mostró habilidades avanzadas en lectura, rubro en el que “pudieron comprender textos largos, tratar conceptos que son abstractos o contra intuitivos, y establecer distinciones entre hechos y opiniones, basadas en claves implícitas relacionadas con el contenido o la fuente de la información”.
Sin mayor beligerancia ideológica, se sitúa el presente comportamiento del estudiantado mexicano en su línea histórica de referencia. Además, el rendimiento de los estudiantes mexicanos no ha presentado variaciones significativas durante los 18 años que el país ha participado en la prueba, pues únicamente subió un punto en matemáticas, tres en ciencias, variaciones que la OCDE consideró poco significativos para observar alguna mejora o deterioro. Lo que habla fuerte y claro de un virtual estancamiento a nivel de productividad y competitividad con base en el conocimiento, cuya fuente inmediata es la enseñanza-aprendizaje generada no necesariamente en “las aulas”, sino en el todo del sistema escolar que socarronamente nos cobija.
Si en algo se precia el mundo actual de aportar a la civilización contemporánea es la superación del pensamiento mágico y providencial que aportó el modo de producción tradicional campesino, agrario e indígena; hoy privaría el razonamiento de las Matemáticas y la Ciencias empíricas -sobre todo-.
Respecto de la primera vertiente, salida de la impresionante Era Atómica (años 40) que ahora ingresa en la del Conocimiento y la Inteligencia Artificial (años 80 y ss). En matemáticas, 44% de los estudiantes obtuvo un nivel mínimo de competencias en el área para, “por ejemplo, comparar la distancia total de dos rutas alternativas o convertir los precios en una moneda diferente”, y sólo 1% logró resultados comparables con los estudiantes de China y Corea, los países mejores evaluados.
Por la segunda vertiente. En el rubro de ciencias, casi ningún estudiante mexicano demostró tener alta competencia, lo que significa que no pueden “aplicar de manera creativa y autónoma su conocimiento de la ciencia en una amplia variedad de situaciones, incluidas situaciones desconocidas”.
Notemos, en consecuencia, que no se trata de exaltar la nobel existencia de “sabihondos” o de “nerds”, se trata de hacerse con las habilidades, destrezas y práctica absolutamente indispensables para interactuar con un mundo altamente diferenciado por los grado del saber tecno-científico, y de lo humano a través de la lectura de comprensión e inteligibilidad conceptual, punto.
Los resultados anteriores nos sitúan con prístina claridad en la mapamundi de la capacidad de entendimiento del entorno real, histórico, y de él -con fundamento en la razón e inteligencia- hacia su posible transformación virtuosa en favor de lo que pudiéramos llamar: “hominización” y no salvajismo como el pantano de la violencia destructora de cráneos -literalmente- en que estamos sumidos y estancados como país, nos guste o no.
No obstante lo dicho, los mismos generadores de la Prueba Pisa reconocen los siguientes avances de México: No obstante, la OCDE destacó tres avances importantes de México durante 2018: el puntaje alcanzado por al menos el 90% de los estudiantes mejoró en aproximadamente 5 puntos por cada periodo de 3 años, en cada una de las tres áreas principales (lectura, matemáticas y ciencias). Lo que indica que no todo está perdido, y que hay que acelerar y profundizar los alcances educativos, vistos como un fiel movimiento pendular hacia mejores estadios de conocimiento, habilidades y destrezas por la productividad, competitividad y desarrollo integral de cada individuo.
La esperanza de movilidad social sigue viva: Y aunque la OCDE aseguró que el nivel socioeconómico fue un fuerte predictor del rendimiento en lectura, matemáticas y ciencias, 11% de los estudiantes de escasos recursos lograron posicionarse entre los niveles 2 y 3 de la evaluación. En cuanto a las diferencias de género, las alumnas mexicanas obtuvieron en promedio 11 puntos más que sus compañeros varones en lectura, pero los varones superaron a sus compañeras con 12 puntos de ventaja en matemáticas y nueve en ciencia. Esto por el sub-producto o, probablemente, meta-producto de la educación, en razón de posición económica y género.
En lo personal, yo me quedo con dos criterios guía en esto de la importancia del Sistema Educativo como generador de desarrollo y bienestar de un país.
El primer criterio es el referente a lo que ya descubríamos con fundada esperanza en aquella idea fuerza de los años 80: Se atacan los problemas no a las personas. Este principio de la capacitación profesional y, por tanto laboral, que se expandió benéficamente, gracias a las nuevas técnicas administrativas y de capacitación labora/empresarial, que Japón -por ejemplo, estaba en la vanguardia poniendo en práctica-. Lo consolidaba bajo el lema y parámetro de “0” Errores, y “análisis de problemas”. Dicho sea de paso, los equipos de trabajo de no importa que industria o ramo fabril, se estancaban en la improductividad debido precisamente a que los problemas se interpretaban como causados por las personas, y por lo mismo había que confrontarlas, castigarlas, sancionarlas, reprimirlas o incluso despedirlas. El giro de atención “hacia la resolución del problema” y no a indiciar negativamente a la persona involucrada, hizo el cambio que parecía mágico, los problemas eran abordados con precisión, pertinencia, atingencia y debida corrección; y no, a enemistar a unos equipos de trabajo contra otros.
Por extensión, digamos que el conflicto del Sistema Educativo mexicano, se centró en señalar a los “presuntos culpables” de los problemas y, así se les combatía, como adversarios e inaceptables. Cuando los problemas continuaban tan intocados como habían sido generados. El cambio de enfoque, sin duda, no sólo es plausible sino apremiante, si queremos re-posicionar el todo de la enseñanza-aprendizaje del país. Y, por cierto, no son aceptables esas voces plañideras como víctimas de injustas “evaluaciones”; la incompetencia, la improductividad y la ineficiencia son problemas reales a resolver, no nos equivoquemos. Ya no digamos el clientelismo electoral que estábamos a punto de desterrar y el corporativismo del estado protagonizado por facciones sindicales tan nostálgicas como atávicas a contra-historia del país.
El segundo criterio que motiva mi esperanza de auténtico cambio educativo consiste en la convicción de que los proceso de cambio de magnitud social corresponden y competen a un continuum histórico de largo plazo y, de ninguna manera, tienen vencimiento corto-placista. Es decir, ningún cambio hablando de la pirámide poblacional y por tanto de la estructura social, puede ser notado y notable en el breve espacio de un trienio, de un sexenio o aun de una década de gobiernos en turno. El movimiento de una tal pirámide demográfica y social sólo es perceptible a través de mediciones continuas, persistentes, consistentes, coherentes y comparables en el curso del tiempo.
Para ilustrar lo anterior, pensemos en aquel programa nacional que desafortunadamente tenemos empolvado, me refiero al Programa Interinstitucional de Planificación Familiar. En 1977 se elaborara un plan con objetivos, estrategias, metas demográficas y de salud para el sector público y se creará la Coordinación del Programa Nacional de Planificación Familiar del Sector Salud. Durante el periodo 1977-1980, en el que esta Coordinación continuó vigente, se logró ampliar en forma sustancial la oferta de servicios al área rural. Al igual que el plan elaborado en 1977, el Programa Interinstitucional de Planificación Familiar para el sexenio 1983-1988 está enmarcado dentro del contexto de la salud maternoinfantil. Y junto con la rectoría del Conapo se planea en virtud de las expectativas de población para el año 2000. En substancia, se proponía alcanzar la meta demográfica de 100 millones de habitantes y no rebasarla, so pena de hipotecar el desarrollo integral del país.
Lo que traducido a resultados, implicó desacelerar el ritmo de crecimiento demográfico y el impacto resultante de su volumen relativo, maniobrando sobre una tase vigente en aquel momento de 6.2 a 7 de fecundidad, para hacerla descender a un plausible 1.9 como ideal, o al menos acercarse a niveles de crecimiento poblacional de 2.5 por núcleo familiar. La meta fue alcanzada y se coronó con el éxito dicho programa, en el curso de 3 décadas. De manera que un movimiento sensible comparable en materia educativa, puede tomar igual tiempo y momentum, asumiendo estrategias, políticas y programas de igual o semejante envergadura. De manera que, los vende expectativas de corto plazo no sólo yerran por su retórica, sino que evidencian su ignorancia supina acerca de la magnitud e intensidad del cambio social.
La ley general de Educación vigente en el país es el supuesto producto de la “abrogación total” (recontra-pleonástica) de la Reforma Educativa, emanada del gobierno anterior del presidente Enrique Peña Nieto. De la que ya se dijo… no quedará ni una coma. Me intriga la radicalidad de un tal cometido. Pues Implica que se toma como una afrenta, la iniciativa constitucional de la que ella es efecto. De manera que, lo que en su momento, significó un pacto general por México, quedó supuestamente en un mero ensayo fallido de política laboral educativa, y nada más. Convirtiendo en manzana envenenada, la famosa Evaluación Docente, que fue vista como amenazante y flagrantemente interventora del magisterio nacional. Bajo tal razonamiento de contra-reforma, en obvia alusión al pasado, quedó cancelada esa otra visión que fuera hecha con perspectiva de futuro; el que obviamente la alcanzó en pañales y en su propia cuna neonatal. Y de ello deberá rendir efectivamente cuentas el régimen de la 4ª Transformación, ¿o no?