Con los terroristas.
Do the Harlem Shake…
Harlem Shake. Baauer
2019 cierra como el año más violento en la historia moderna de México. Esta violencia, promovida por la brutalidad de los cárteles y combatida mediante abrazos, amenaza con la sombra de la intervención extranjera que pretende dar a las organizaciones criminales mexicanas -desde la Casa Blanca y a declaración expresa del presidente Donald Trump- la denominación de Organizaciones Terroristas Extranjeras (Foreign Terrorist Organization, FTO, por sus siglas en inglés), la más severa de las denominaciones, de acuerdo al Departamento de Estado de los Estados Unidos. El tema es amplio y muy discutible, porque si bien las organizaciones criminales del narco mexicano han utilizado tácticas propias de la definición clásica de las organizaciones terroristas, la carencia de motivaciones ideológicas impide que los cárteles quepan en la nomenclatura.
Ante esto, según el Comunicado No. 417 titulado “Posicionamiento del Gobierno de México sobre declaraciones del presidente de los Estados Unidos”, emitido por la Secretaría de Relaciones Exteriores del gobierno mexicano el pasado 26 de noviembre, dice que: “la Secretaría de Relaciones Exteriores informa que ha entrado en comunicación con las distintas autoridades correspondientes de ese país… la Secretaría de Relaciones Exteriores promoverá el diálogo y una hoja de ruta que nos permita avanzar para reducir los flujos de armas y dinero a la delincuencia organizada desde Estados Unidos hacia México, así como precursores químicos y drogas que atraviesan nuestro territorio con rumbo al país del norte… El Gobierno de México continuará su labor diplomática hacia un entendimiento que, desde la cooperación y la inteligencia, permita garantizar la seguridad de ambos países”. En el mismo tema, el titular del ejecutivo mexicano, Andrés Manuel López Obrador, evadió responder los cuestionamientos sobre las declaraciones de Trump. Es decir, lo mismo; o sea, nada.
En EE.UU., el tema lleva meses fraguándose (al menos desde marzo de este año), cuando dos legisladores del partido de Donald Trump, Mark Green y Chip Roy, subieron a la Cámara de Representantes la iniciativa H.R. 1700, con la que buscaban dar la denominación de FTO a las organizaciones criminales Cártel del Golfo, Los Zetas, y el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG); sin embargo -en un inicio- la iniciativa se estancó en el Congreso norteamericano. Luego, los mismos legisladores republicanos Green y Roy, acudieron a presionar al Secretario de Estado norteamericano Mike Pompeo para lograr la denominación, sin que el tema avanzara, hasta que sucedió la indecible masacre contra la familia LeBarón el pasado 4 de noviembre. A partir de este atentado, el tema se reactivó -incluso en nuestro país- de modo tal que el pasado 20 de noviembre, el gobernador de Tamaulipas, Francisco García Cabeza de Vaca, declaró que los cárteles mantenían un “comportamiento de narcoterrorismo” ante el cual había que actuar en consecuencia.
Igualmente, el 25 de noviembre, la familia LeBarón acudió a la plataforma Petitions White House para solicitar la intervención de EEUU en el combate al narcoterrorismo. Bryan LeBarón declaró a El Universal que espera que los cárteles mexicanos se consideren FTO; igualmente comentó que su familia ha tenido acercamientos con congresistas y funcionarios estadounidenses, para presionar sobre este tema. Dicha solicitud en Petitions White House tiene hasta el 24 de diciembre para recabar 100 mil firmas de apoyo y, una vez validada la petición, la Casa Blanca deberá dar respuesta en un lapso de 60 días; aunque es posible que el presidente Trump omita procesos o acelere estos tiempos, de cara a su campaña de reelección. Al momento de enviar esta columna, 16 horas del miércoles 27 de noviembre, la página Petitions White House (https://bit.ly/33un2Uq) registraba unas 1,870 firmas de apoyo a la petición de los LeBarón.
Ahora ¿qué implica la posible declaración de FTO a los cárteles mexicanos? No necesaria y exclusivamente significa una intervención militar. Las acciones posibles (de acuerdo a la ley norteamericana, en la sección 219 de la Acta de Inmigración y Nacionalidad, INA, por sus siglas en inglés) pueden ser, desde medidas pasivas, como: que el Departamento del Tesoro confisque o bloquee activos relacionados con los cárteles; que se castigue por ley a las entidades o individuos en Estados Unidos que les proporcionen apoyo material o recursos; prohibir la entrada a Estados Unidos a los integrantes de esas organizaciones. Pero también, las acciones pueden escalar hasta medidas activas, tales como: que el gobierno de EE.UU. pueda perseguir a los sospechosos de apoyar a los cárteles, incluyendo quienes les proporcionen entrenamiento, transporte, apoyo financiero; y -por supuesto- la posibilidad de lanzar una operación militar en suelo norteamericano y en nuestro país, al considerarse acciones de “legítima defensa” contra el terrorismo. Como sea, no parece ningún escenario halagüeño, ni para el Estado mexicano, ni para la relación bilateral.
Hace casi tres años, el 19 de enero de 2017 (justo un día antes de la toma de protesta de Donald Trump a la presidencia de EEUU), La Jornada Aguascalientes me publicó en esta misma columna el texto México y EEUU, La Sombra del Terrorismo (disponible para consulta en https://bit.ly/34tVsI7), en el que ya se preveía este escenario. Me permito traer un fragmento de aquel texto: “¿Es correcto evitar la nomenclatura de Terrorismo para calificar los actos atroces con los que el narco se impone, sólo porque no detentan una ideología política clara? No me lo parece… Ahora el riesgo es que sea EU quien acuñe el término Terrorismo a nuestra violencia nacional. El país arde como cualquier país en guerra civil, y son muchos los motivos que justifican esta aseveración… Es comprensible que a muchos mexicanos les preocupe Trump y la economía mexicana, las armadoras de autos, la revisión del TLC, y la construcción de un muro. A mí me preocupa la posibilidad de que -otra vez- EU utilice el miedo y la infamia para justificar el aplastamiento contra sus detractores, más aún si sobre éstos pesa la sombra del terrorismo”. Ahora Donald Trump está en campaña de reelección, y esa preocupación –después de tres años- ha tomado una forma terrible.
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