Yo tenía 16 años en 1979, estaba estudiando en la Prepa de Petróleos y ese año fue particularmente interesante en lo que a música se refiere, varios discos de esos que hoy consideramos clásicos se publicaron ese año, Supertramp sacó su monumento llamado Breakfast in America, Eagles con The long run, The Classh con uno de los discos más influyentes del punk, London Calling, Fleetwood Mac publicó su doble Tusk, uno de mis favoritos, y el Reggatta de blanc de The Police. Neil Young sacó un disco que me sacudió ferozmente y lo sigue haciendo hasta la fecha, el genial Rust never sleeps, Bob Dylan se mantiene vigente con el disco Slow train coming y un discazo doble en vivo, bueno, a mí me gusta mucho, se llama Bob Dylan at Budokan, Led Zeppelin, al final de su carrera publican In through the out door, aunque en 1982 publican Coda, dos años después de la muerte de John Bonham que trajo como consecuencia la desintegración definitiva de la emblemática agrupación británica, pero Coda es un álbum póstumo que recopila varias canciones que se quedaron por ahí enlatadas. Pero siguiendo con la magia musical surgida hace 40 años, también vale la pena citar el Chicago 13 aunque ya no está ahí el gran guitarrista Terry Kath, mantiene todavía algo de la magia que hizo inmortal a la Banda Chicago. The Who publica un disco que para quien esto escribe resultó impactante: The kids are alright, yo sé que no es su mejor disco y lejos de serlo, pero fue la época en que yo descubrí a esta agrupación inglesa y ese álbum fue parte importante en mi acercamiento a su música. Otros discos de ese mismo año son el Evolution de Journey, Stormwatch de Jethro Tull, Just a game de Triumph o Highway to hell de AC/DC, y por supuesto, el que nos ocupa en esta ocasión, The Wall de Pink Floyd publicado el 30 de noviembre de 1979, desde mi punto de vista y salvo tu mejor opinión, el más influyente de hace 40 años, no sé si el mejor, pero definitivamente estamos hablando del que más impactó e inobjetablemente tuvo mayor influencia en la música de ese momento, es una digna despedida a la década de los 70 antes de que los 80 vinieran a abaratar sensiblemente la incorruptible esencia del rock. No estoy diciendo que durante la octava década del siglo XX no hubiera buenos discos de rock, por supuesto que los hubo, además de que surgió el videoclip como otro recurso musical, pero la tendencia musical fue a la baja a pesar de verdaderas joyitas como el disco The Queen is dead de The Smiths de 1986.
The Wall no sólo cierra la década de los 70, también cierra el ciclo de los cuatro discos más emblemáticos de Pink Floyd, para mí la columna vertebral de esta agrupación británica e incluso de los años 70, me refiero a The dark side of the moon de 1973 -¿el mejor?-, Wish you were here de 1975, Animals del 77 y The wall de noviembre de 1979, estos cuatro discos fueron fundamentales para entender el curso de la música de este decenio rebosante de excelentes producciones musicales.
Evidentemente se trata del disco más vendido de Pink Floyd, incluso uno de los más vendidos de todos los tiempos, pero de verdad, esto es lo menos importante, esto no debe de interesar, y mucho menos de preocupar a un músico honesto, independientemente del lenguaje musical que cultive, de acuerdo, fue disco de platino, más de 33 millones de copias vendidas en todo el mundo, pero lo que más nos debe de interesar es el impacto que The Wall tuvo, no en la industria, sino en la música y en el pensamiento de más de una generación.
No se trata solamente de que los jóvenes de finales de los 70 y principios de los 80 entonaran como un mantra, como una declaración de principios aquella frase de la canción Another brick in the wall: “Hey, teachers, live the kids alone” y después rematar con firmeza y convicción: “All in all you’re just another brick in the wall”. ¿Quién de nosotros, los que ahora tenemos cincuenta y tantos, no levantó el puño derecho mientras se gritaba esto?
The Wall es uno de los discos más críticos y desgarradores en el rock, quizás junto a Animlas representa una de las posturas más radicales en su visión crítica, no me estoy refiriendo solo a Pink Floyd, sino al rock en general, y mira que el rock es crítico por naturaleza, pero además significa también un fino trabajo artístico que incuestionable valor estético, de este disco se desprende algunos de los temas musicales más emblemáticos en el repertorio de Pink Floyd, y el que sin duda, es una de sus mejores composiciones, Comfortably numb además de otras como Run like hell, o las tres partes de Another brick in the wall. A mí me parece una genialidad el inicio del disco con In the flesh y The thin ice, encontramos un impresionante dramatismo, sensiblemente desgarrador, pero la verdad The Wall se trata de un disco que debemos escuchar completo y en orden, es una historia contada en música lo que conocemos como un álbum conceptual o lo que en términos de música culta se llamaría poema sinfónico.
Roger Waters, principal autor intelectual de esta obra maestra, propone una crítica sólida, contundente y muy inteligente, y no se cansa de repetirnos, para que no lo olvidemos, que no somos más que otro ladrillo en la pared.