Escrúpulos de conciencia / Opciones y decisiones - LJA Aguascalientes
22/11/2024

Yo quisiera poder abrazar mi mayor enemigo/(…) / Y ballenas desapareciendo por falta de escrúpulos comerciales/(…)/ Yo quisiera ser civilizado como los animales (…). Roberto Carlos, El Progreso. 

Es de consenso universal afirmar que la conciencia personal es el criterio último de moralidad. Elemento que aun se le parangona con la Ley… ¿Ley o conciencia? Una disyuntiva que de ninguna manera puede plantearse como una dualidad dicotómíca, irreductible, maniquea; sino más bien, como una oposición dialéctica que es posible relativizar, según situación histórica real, condiciones y circunstancias. Decido instruido por la Ley e iluminado por mi conciencia. 

A la luz de los acontecimientos recientes de violencia armada, ejercida principalmente por cárteles del crimen organizado, que eclosiona esta misma semana con el abominable asesinato de tres mujeres y sus hijos de la familia LeBaron, residentes del Rancho La Mora, en la zona limítrofe de Sonora y Chihuahua; no podemos sino enderezar a nuestros gobernantes un elevado grado de indignación contra estos nefandos hechos de sangre, particularmente ejecutados contra gente inocente, ciudadanos inermes, por sicarios tan sociópatas como enajenados de mínimos escrúpulos al servicio cavernario de fieras depredadoras. Tales que nos hacen prorrumpir: “Yo quisiera ser civilizado como lo animales”. 

Este abierto desafío al mínimo civilizado Estado de Derecho, no merece otra cosa que el repudio universal de nuestra conciencia ciudadana. Debe hacernos sentir profundamente incómodos. Condición y situación humana que nos remite a aquel llamado, del que hizo un didáctico discurso pronunciado por Carlos Fuentes, en el acto inaugural de un coloquio internacional sobre Desarrollo Social, que presidía el entonces secretario Luis Donaldo Colosio Murrieta, en cuyo texto brillantemente expuso la apretada síntesis de una analogía inspirada por el humanista del siglo XV, Pico della Mirandola (Ferrara, Italia, 24 de febrero de 1463-Florencia, 17 de noviembre de 1494). ¡Héla aquí!

– El hombre que se siente a gusto en todas partes, es un hombre imperfecto; el hombre que se siente a gusto sólo en algunas partes es un hombre en vías de perfeccionamiento; y el hombre que se siente a disgusto en todas partes es un hombre que ha llegado a la perfección. La moraleja de tal analogía resulta implacable, quienes se sienten a gusto o tratan de justificar el actual estado de cosas del sistema de seguridad ciudadana…están en las antípodas de la perfección humana. 

Tenemos que sentir el horror al vacío, que no es sino la manifestación del absurdo, que se puede experimentar cuando ves cara a cara el sin sentido de tolerar y continuar el actual estado de cosas, sobre todo en materia de vida y sobrevivencia de nivel humano. Tenemos que sentirnos vitalmente agraviados por el colosal fracaso de un enfoque improductivo en la sensible materia de seguridad pública. Que no sólo está enajenado a nuestras hijas e hijos, sino que los torna impotentes, incapaces e incompetentes para afrontar los retos existenciales que les impone un mundo globalizado como este, en donde prevalece el mercado negro de las armas y de las drogas; una población sometida a la hegemonía absoluta del tráfico multimillonario imbatido del crimen organizado y trasnacional en el planeta Tierra. Tenemos que atrevernos a romper con el patrón de sabernos y sentirnos víctimas de la cruel avaricia y avidez que ejercen los poderosos para diseñar e imponer el anti-mundo que ellos deciden construir. A nosotros toca la tarea de convertir nuestro profundo disgusto, en la pavimentación de la nueva vía de la perfección, del humanismo que es irrenunciable. Hay que darnos permiso de sentirnos profundamente incómodos y a disgusto con tal estado de cosas. 

Actuar en conciencia tiene indiscutiblemente sus problemas, sus bemoles y, con frecuencia, sus efectos indeseables. Como un ejemplo vital me voy a referir al affaire acaecido al entonces director general de TV UNAM, Nicolás Alvarado, del que considero un testimonio ejemplar de disentir. 

Recordemos. La publicación de su columna, No me gusta ‘Juanga’ (lo que le viene guango), (Fuente: Firmas. Milenio.com. 30/08/2016. 12:34 AM). La que cierra diciendo: (Ahora discúlpenme mientras pongo una canción. Se llama “J’suis snob” y la canta Boris Vian). Su enfático disenso de la carrera y exaltación de la figura del cantante como ídolo, “sé bien que soy uno de los poquísimos mexicanos que no asumen a Juan Gabriel como un ídolo”, causó estridencia en las redes sociales y desgraciadamente una defenestración pública que culminó en su salida de TV UNAM. 

Agradezco profundamente lo que me ha dado la UNAM en estos meses: la oportunidad de crear, desarrollar y ver cristalizado y fuerte, el proyecto más importante hasta ahora en mi vida profesional, y muchos amigos que seguiré cultivando y con los que seguiré discutiendo y compartiendo ideas”. Con una curiosa coincidencia de actualidad, fue el rector de esta casa de estudios quien reconoció la dedicación y la creatividad empeñada por Nicolás Alvarado durante su gestión al frente de TV UNAM, y le deseó éxito en sus futuros proyectos personales y profesionales.” (Cfr.: http://www.cronica.com.mx/notas/2016/981769.html). Separación del cargo a la dirección general de TV UNAM de la cual disientí, porque me pareció una reacción excesiva e innecesaria, debo asentir que su lenguaje evaluativo y confrontativo que endereza a una consumada estrella popular, lo pone en la picota de la ira vulgar; pero, su derecho a la libre expresión crítica hubiera debido de ser igualmente respetada y honrada. Claro que su osadía de confesarse “snob” es chocante frente al gran público, pero la inviolabilidad de su derecho a disentir es impecable y digna también de respeto. O, ¿qué pasa en México, que nos hace temblar las corvas frente a nuestros “Oscar Wilde”? Disentí igualmente del celo apostólico del Conapred para encender una hoguera y conducirlo a la pira, yo no veo discriminación alguna. Dice el célebre autor citado: No existen más que dos reglas para escribir: tener algo que decir y decirlo. 


Los hechos violentos y de inconformidad social que acaecen a todo lo largo y ancho de América Latina, aunados a lo que ocurre en el propio continente Norte Americano –que nos incluye-, nos exige, para poder dilucidar causas y efectos, que expliquen con objetividad, verosimilitud y plausibilidad dichos fenómenos y comportamientos que, desde mi punto de vista, subyacen aquí y ahora a los estados alterados tanto de conciencia política; como de las prácticas y comportamientos en la escena política, de los propios funcionarios públicos responsables de presidir a esta misma sociedad contemporánea. 

Pareciera que hemos ingresado a una fase de globalización de la dinámica política, que cubre bases sociales harto diferentes, como es el caso de la sociedad norteamericana, bajo Donald Trump y la mexicana, ahora bajo Andrés Manuel López Obrador, en su pretendida 4ª Transformación. Esta dinámica se caracteriza por impulsar la polarización de la sociedad hasta el punto de partirla en dos mitades casi simétricas, los “pro’s y los contra’s; lo que habla de una sociedad dividida, dicotomizada y tensionada en dos polos casi irreductibles.

En el caso del presidente Donald Trump, escenifica un tour de force de frontera a frontera, para demostrar quién es quién ante la opinión pública nacional. Con lo que intenta someter a los despreciativamente llamados mainstream media que, afanosamente trata obtener un resonante triunfo de su tesis, respecto de que está confrontando no tan solo una postura opositora –que atribuye a sus respectivos tycoons/magnates/ referidos significativamente al New York Times, en la persona de Carlos Slim-, sino incluso demostrar que existió una elección “rigged”/”arreglada-preestablecida/ por dichos medios, quienes estarían alineados a su vez a un “rigged system”/ en su contra/ refiriéndose al sistema político dominante, personificado por el establishment/ con sede en Washington. -Permítaseme un paréntesis, para señalar curiosamente que el adjetivo “rigged” proviene originalmente de los buques de vela incluso de gran calado, y cuyo velamen está perfectamente preparado/arreglado para entrar en acción-. Digamos que se exhibe como un inmaculado private-ciudadano, incuestionable, que permanece impoluto ante la crooked/torcida comunidad política de Washington, a la que no duda en calificar como el pantano/the swamp de la corrupción, mismo que “él va a drenar”; desde luego, anulando su fuerza motriz principal, la corrupción, que merece su feroz ataque. 

En el caso mexicano hay una preocupante similitud. En sus cotidianas “mañaneras”, el presidente López Obrador repite al cansancio el papel que juega la “prensa” adversaria (por conservadora y liberal) que no enemiga, en contra de sus designios y planes de gobierno. Al final de día, hay que plantearnos en serio la pregunta: ¿Para qué me sirve la Política? ¿Para obtener el poder por el poder? ¿Para implantar a toda costa un proyecto clasista que beneficia sólo a los que son afines, en ideología, en usos y prácticas políticas, y hay que decirlo en el feliz reparto del botín político? Hoy por hoy, las votaciones mismas en el Senado de la República para elegir nuevo titular de la Comisión Nacional de Derechos Humanos se ve enturbiada por triquiñuelas de procedimiento, para luego imponer a toda costa el perfil afin a los intereses del partido gobernante; una democracia disminuida y acotada por el interés del que ahora enseñorea a las minorías parlamentarias. Esto a pesar de la pretensión del Ejecutivo de luchar para erradicar la corrupción y la impunidad de las clases otrora gobernantes, y de los medios de comunicación a su servicio.

–En donde, lo que hay que observar y contender activamente como ciudadanía consciente y madura es no aceptar –ser fuerza restringente principal- como un hecho dado, ante y contra el llamado por el análisis socio-político “spoils system”/reparto del botín de guerra; que hoy ufanamente se adjudican. Lo que no hace sino ahondar la polarización de la sociedad, ya sea local, nacional o internacional. Por ello es de concluirse diciendo: “Yo quisiera ser civilizado como los animales”.

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