A lo largo de la historia, las personas se han asentado junto a ríos o afluentes que comúnmente representaban un importante canal de comunicación, además de una gran fuente de recursos naturales; por ello, en la actualidad cientos de ciudades cuentan con ríos en su interior, que aportan un gran valor ecológico, paisajístico e incluso recreativo a quienes habitan en ellas. Al mismo tiempo, el fenómeno de la urbanización ha producido externalidades negativas que han afectado considerablemente la calidad de los ríos de las ciudades, por lo cual con frecuencia se observan ríos altamente degradados e invadidos por asentamientos humanos, o contaminados por descargas domésticas e industriales, que hacen que los ríos pierden gradualmente su valor ecosistémico, incluyendo su vida silvestre y calidad del agua.
Más aún, en muchas ciudades se ha intentado alterar las características naturales de los ríos, desviando su cauce original para facilitar la urbanización, o construyendo infraestructura para supuestamente gestionarlos de forma efectiva, para lo cual suelen desarrollarse obras de canalización, soterramiento, entre otras. Lo anterior ha contribuido en muchos casos a aumentar la frecuencia e intensidad de las inundaciones -pues el agua tiende a retomar gradualmente su curso natural-, y ha reducido la calidad de las áreas naturales de las ciudades. Además, la ausencia de políticas integrales de conservación, aunado al poco interés que suele darse a la protección de estos elementos, han impedido capitalizar el valor que los ríos pueden aportar a las ciudades como parte de sistemas más amplios de áreas naturales, espacios abiertos o espacios públicos.
En ese contexto, el río San Pedro en Aguascalientes no sólo representa uno de los principales elementos de la red hidrológica de la entidad, sino que además atraviesa gran parte de la zona urbana, con lo cual un gran porcentaje de la población se encuentra a una corta distancia de este río. Sin embargo, es innegable que por años se ha restado importancia a la conservación del río San Pedro, lo que ha resultado en un proceso de degradación que, si bien puede no ser comparable al de otros ríos urbanos en el país, sí implica un gran costo de oportunidad en cuanto a la conservación de sus servicios ecosistémicos, y a la creación de un espacio público de carácter natural que bien podría beneficiar a las personas como un lugar de recreación, deporte o simplemente de esparcimiento. ¿Por qué no pensar entonces en una estrategia mucho más ambiciosa para la restauración sostenible e integral del río San Pedro en Aguascalientes?
La restauración de los ríos es un asunto que cada día adquiere mayor prioridad en la gestión urbana; por ello, cada vez vemos más alcaldes y gobernadores interesados en invertir tiempo, esfuerzos y recursos en mejorar la salud y la función de los ríos de sus ciudades, como parte de estrategias más amplias de sostenibilidad urbana. La restauración de los ríos urbanos puede generar múltiples beneficios para las ciudades, como gestionar de mejor manera las inundaciones mediante procesos naturales, o reconectar a las personas con el medio natural, con lo cual suele aumentar la calidad de vida urbana. Igualmente, estos procesos pueden proveer mayores oportunidades de esparcimiento y recreación, y, desde luego, pueden contribuir significativamente a la conservación de los ecosistemas.
No todos los procesos de restauración implican grandes transformaciones en el corto plazo, que suelen requerir más recursos; muchas ciudades promueven procesos graduales de cambio que permiten restaurar los ríos a través de acciones de menor escala, pero que, en conjunto, contribuyen a alcanzar objetivos ambiciosos en el futuro. Por ejemplo, un proyecto de gran escala podría incluir la remoción de estructuras pasadas para restaurar procesos naturales en toda la extensión de un río, mientras otro de menor escala podría considerar la eliminación de depósitos puntuales de residuos sólidos. Lo cierto es que la restauración de un río requiere de un plan maestro amplio e integral, que facilite la coordinación entre instituciones que pueden incidir en el proceso, y provea una ruta crítica clara a seguir, con objetivos, acciones e inversiones debidamente programadas en el tiempo.
En Aguascalientes, existe la gran oportunidad de restaurar con mayor decisión el río San Pedro, mediante un plan estratégico e integral de corto a largo plazo, que tenga la intención de regresar a la ciudad uno de sus principales activos naturales. La restauración de este río beneficiaría a gran parte de la población, al crear lo que podría ser uno de los espacios abiertos de la ciudad de la más alta calidad. Ese proceso podría comenzar con la elaboración de un plan que sirva como instrumento rector para la coordinación de esfuerzos entre los sectores público, privado y social; para la focalización de acciones e inversiones; y para regular de manera efectiva el desarrollo urbano en torno al río. ¿Por qué no pensar al río San Pedro, no como un lastre, sino como un gran activo de la ciudad de Aguascalientes?
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