Hace 15 años, el 6 de octubre de 2004, varios relieves debidos a la autoría del escultor Jesús F. Contreras fueron trasladados de la Casa de la Cultura, en donde se encontraban desde 1966, al Museo de Aguascalientes.
Estas obras fueron hechas para adornar el pabellón mexicano, montado en la ciudad de París con motivo de la exposición universal organizada en 1889, para conmemorar el centenario de la Revolución Francesa.
En su espléndido libro A la sombra de la torre Eiffel, publicado por la UAA, Marco Antonio García Robles cuenta la historia de cómo dichos relieves terminaron en Aguascalientes en 1966, a petición del gobernador Enrique Olivares Santana. Dice García Robles (p. 232) que fue el entonces diputado federal Jorge Díaz de León Valdivia, quien “con engaños los sustrajo del sitio en que se encontraban y los envió en camiones de los Ferrocarriles Nacionales de México a la ciudad de Aguascalientes”. En su maniobra el “ingeniero maravilla” se apoyó en el ingeniero Miguel Ángel Barberena Vega, que entonces era funcionario de la Secretaría de Comunicaciones y Transportes, abocado a la atención de ferrocarriles.
La imagen muestra el relieve de Tláloc luego de ser retirado de una de las paredes del segundo patio de la Casa de la Cultura, y en el proceso de aseguramiento para su traslado a su actual emplazamiento.
Por cierto que el denominado Museo de Aguascalientes poco tiene que ver con la ciudad, o con el estado, para llevar semejante nombre. En rigor, dicho museo debería llevar el nombre de Saturnino Herrán, o Jesús F. Contreras…
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