La interacción simbólica es una teoría sociológica con la cual se explica que la realidad se construye socialmente, gracias a los fenómenos de comunicación. La realidad se construye mediante el entendimiento de los sujetos a través del lenguaje: los sujetos, mediante actos de habla, interactúan en la vida para lograr una coordinación social. Así, el discurso define y da sentido a las realidades necesarias para lograr fines e intereses determinados.
Lo ideal sería que esa comunicación se creara para generar un bienestar de los individuos en sociedad, pero regularmente se utiliza para construir realidades que ayuden a manejar a las culturas (crear nuevos tipos de civilización según Antonio Gramsci), y hacerlas cuadrar con ciertas necesidades (institucionalizar las formas de comunicación para producir reglas que formen el discurso de opinión y voluntad comunes). Entonces, la comunicación construye socialmente una realidad: desde los primeros contactos con la familia, hasta la información recibida en el exterior, el individuo acumula una serie de información que le crea y define el mundo.
Ahora bien, podría afirmar que esta teoría ya había sido concebida, y para ello basta recordar la “Alegoría de la caverna” de Platón, una explicación sobre la situación del ser humano frente al conocimiento del mundo: la caverna (prisión) es la percepción sensible, y las cadenas que nos atan a una aparente realidad no permiten darnos cuenta de lo que realmente ocurre.
Y esta idea no sólo ha quedado ahí, sino que se ha retomado en otras alegorías de la actualidad a través del cine, y para ello las palabras de Jean Cocteau cuando dijo que “…el privilegio del cine es que permite a un número de personas soñar el mismo sueño, y mostrarnos además, con el rigor del realismo, los fantasmas de la realidad… porque existe un considerable público en la sombra, hambriento de esa más verdad que la verdad que será algún día el signo de nuestra época…”.
Así encontraremos ejemplos donde el artista utiliza la mentira para decir la verdad, como en la trama de la película The Matrix (1999), que presenta una historia donde los seres humanos son esclavizados, controlados y manipulados para realizar acciones en el sueño de una realidad falsa, donde se les hace creer que se encuentran en un determinado tipo de vida.
Empleando la ciencia ficción, el filme narra que los seres humanos están conectados a las máquinas en un sueño eterno, y su mente es manipulada para hacerles creer lo que viven, cuando la realidad es distinta a lo que ven. Ahí aparece Morfeo (Laurence Fishburne), quien ayuda a Neo (Keanu Reeves) a salir del sueño de la conejera oscura hacia la luz del verdadero mundo, y le dice que los ojos le duelen porque nunca los ha usado (al usarlos ve la realidad tal cual es). También la trama nos muestra cómo aquellos que quieren liberarse del control y la opresión, son perseguidos, neutralizados y eliminados para evitar que otros se sigan desconectando.
El control de la verdad y la realidad no siempre es para fines a favor del ser humano, sino para determinados intereses de una minoría poderosa, convirtiendo a los demás en mano de obra: “¿Qué es Matrix? Control. Matrix es un mundo imaginario generado por ordenador, construido para mantenernos bajo control y convertir al ser humano en una batería”. Este sistema no es nuevo, históricamente se ha mantenido y sigue siendo efectivo, pues el ser humano olvida, no conoce su historia; y el olvidar, implica repetir: “Matrix es más antiguo de lo que parece”. Siempre existirá la oposición contra aquellos que traten de ayudar a mejorar la situación y desvelar la realidad, pues la comodidad triunfa frente a la acción de liberación, lo que me hace recordar la frase: “quizá cambie de parecer. Llevar cadenas es más seguro que ser libre…”, en la versión fílmica de la obra de Kafka, El Proceso, dirigida por Orson Welles en 1962.
Estos días se habla de una Ley de Amnistía que pretende aprobarse para beneficiar a un sector vulnerable que más que autores de delitos, son víctimas de las circunstancias. Es plausible que se busque un beneficio a esta parte de la sociedad, pero debe realizarse de tal manera que realmente se concretice y no deje cabos sueltos que sólo reflejen mensajes electorales sabiendo la dificultad de su ejecución. Una Ley de Amnistía no se aplica a características específicas de personas o situaciones concretas de un hecho, se aplica en general a quienes hayan cometido determinados delitos; esa es su naturaleza jurídica y así se interpretará cuando pretenda aplicarse, por lo cual no solo los sectores vulnerables podrán salir beneficiados, sino también aquellos que hayan cometido un delito sin estas condiciones. En este caso, más que una Ley de Amnistía, tanto el Ejecutivo como el Legislativo Federal deben concretizar las adecuaciones normativas a la Constitución para regular el Código Nacional Único que establezca las conductas que se calificarán como delictivas y no criminalizar los derechos de la mujer; a la Ley General de Salud para no sancionar a los consumidores; a capacitar a los operadores jurídicos para impartir adecuada justicia social, y en su caso, a no delegar a los operadores la responsabilidad del estudio de cada caso de grupo vulnerable que quede abierto a interpretación y que no cumpla con la finalidad de protección, y decretar los indultos que correspondan.
Nuestra visión del mundo de la vida es subjetiva gracias a nuestra cultura, experiencia, sentimientos, prejuicios, y todo lo que forma parte de nosotros que se transforma en un filtro de la observación. A final de cuentas lo objetivo no es lo que vemos, sino lo que percibimos de acuerdo a nuestro filtro de observación. Los canales de comunicación para crear nuestra realidad dependen de cada persona. El artista, como el político, trata de comunicarse con nosotros a través de su obra, y nos da un mensaje, una idea, un signo, un mecanismo con el cual podamos comprender la realidad que nos rodea. Nos representa a la naturaleza y a la sociedad, con toda la ventaja de develar estructuras claras y coherentes (Guiraud), para entender lo que ocurre y podamos enfrentarlo, para no someternos, para no denigrarnos y no ser los principales responsables de vivir en esa construcción de realidad. La realidad se puede cambiar si uno sabe preguntar y no da nada por hecho… (“La voz dormida”, Mago de Oz, 2005).