Durante mis clases de federalismo a los alumnos de políticas públicas del CIDE, destaco una tendencia centralista que viene de muchos años a la fecha: las leyes generales y el otorgamiento de facultades a organismos de corte nacional como el INE o INAI, que desdibujan la idea de federalismo: todas las políticas públicas se definen desde y por el centro. Pero esto no es nuevo, prácticamente durante toda la existencia del país, ha sido así. Los intentos descentralizadores son relativamente nuevos y tuvieron que ver entre los años de 1980 y 2000 con la creación de los fondos federales de participaciones para que los estados dispusieran libremente de esos recursos y de aportaciones para atender tareas que se delegaron por la Federación (salud y educación principalmente) antes de eso el dinero, las políticas públicas por ende, eran concentradas y manejadas por la dictablanda del partido hegemónico y su figura clave: el presidencialismo.
Cuando se comenzó gestar el actual Sistema Nacional de Coordinación Fiscal (1980) una frase sonó con insistencia desde la academia y los estados: el federalismo o es fiscal o no es federalismo. Esto se traduce en que o hay recursos para los estados, ya sea transferidos por la Federación o delegando alguna de las principales fuentes impositivas (IVA o ISR) o no existe una verdadera política de regionalización. En otras palabras, la idea federal se gesta por cada comunidad que tiene sus propias características, máxime en un territorio tan grande como México. Pese a lo anterior, el nuevo régimen tiene bríos de centralismo económico, el año pasado recortó de manera fundamental los recursos que se descentralizaban mediante convenio (ramo 26) muchos de ellos los llamados paripasos, donde los diferentes órdenes de gobierno aportaban una parte para formar una bolsa y generar desarrollo, así murieron o vieron drásticamente disminuidos sus recursos programas como Pueblos mágicos, 3×1 migrantes, Hábitat, entre otros.
Frente a esto, que podríamos considerar ataques del centro hacia los estados, un conjunto de gobernadores del país han anunciado la Alianza Centro-Bajío-Occidente, que conforman Aguascalientes, Guanajuato, Jalisco, Querétaro y San Luis Potosí, como bien apunta El Economista, la zona es la más preparada para enfrentar la incertidumbre económica que se prevé en el corto plazo dado el entorno internacional y el nulo crecimiento nacional: “La diversificación económica de la región se forja como uno de los baluartes que caracterizan a los estados de la zona” (http://cort.as/-RmK-) y es que con una poderosa industria automotriz, un turismo pujante y una agroindustria en vías de consolidación, se antoja que esta alianza logre algo más que llamar la atención del poder unipersonal.
La Alianza, sumada a las declaraciones de que algunos estados están planteando dejar el federalismo fiscal, abandonar el Sistema Nacional de Coordinación Fiscal, tienen una lectura detrás de líneas: una idea de la balcanización del país, las diferentes comarcas bien planteadas en su desarrollo comunitario chocan con el neo-presidencialismo en boga. ¿Por qué no dejar a la Federación? Es una pregunta que tal vez podríamos comenzar a plantearnos los estados a quienes que por muchos años nos han llamados provincia. El tráiler de Cindy la Regia tiene mucha razón cuando, estando en la capital, uno de los personajes le achaca ser de provincia, ella lo corrige: “No soy de provincia, soy de Monterrey”. Las regiones adquiriendo conciencia de sí mismas.
Pero ¿es posible un secesionismo? Es una pregunta que, desde mi perspectiva, escapa a lo jurídico y se posa en lo político. Los países de un talante democrático aceptan la posibilidad de la separación a través de la votación de la población, así lo demuestran el caso de Canadá con Quebec y el de Inglaterra con Escocia. Sin embargo, hay otro federalismo que no admite esta posibilidad, como España que niega una consulta abierta a los catalanes y vascos o Estados Unidos de América que experimentó una guerra de secesión que terminó con los juristas norteamericanos de El Federalista declarando: “Lo que la Federación ha unido, que no lo separe el hombre”.
Una República del Bajío, un corredor Aguascalientes, San Luis, Guanajuato, Querétaro y Jalisco, suena bastante bien, después de todo como lo dijo claramente Lesley Byrd Simpson: Muchos Méxicos.
El centralismo abusivo ha sido un problema histórico en México por ese motivo perdimos TEXAS y no olvidar a la república de Yucatan que al igual que TEXAS tiene su propia bandera