Detrás de un gran hombre / Análisis de lo cotidiano - LJA Aguascalientes
21/11/2024

El mundialmente famoso comediante Groucho Marx pronunció la frase “Detrás de un gran hombre siempre hay una gran mujer y detrás de ella, está su esposa”. Groucho era un humorista cáustico y severo con la sociedad de su tiempo. En su comentario se refería a su madre como la gran mujer que les dio ánimos a sus cuatro hijos para que entraran al mundo del espectáculo, porque su padre fue un fracasado. Posteriormente le agregó a la frase la palabras “…junto a un gran hombre camina una grande e indispensable mujer, su esposa”. Sólo que el daño ya estaba hecho y a la sociedad machista de su tiempo (décadas 50 y 60) les gustó la primera cita que desde entonces se sigue repitiendo y modificando para hacerla todavía más discriminatoria. Y la verdad histórica (lo que sea que esto signifique) es que muchas mujeres han tenido que vivir en la sombra, dejando que sus maridos o compañeros de trabajo destaquen por encima de ellas para no contravenir las normas sociales de su tiempo. En la primera mitad del siglo XIX, Fanny Mendelssohn, una gran compositora de música clásica fue obligada por su padre a entregarle su obra a su hermano Félix, quien la publicó como suya sin ningún recato. La biofísica inglesa Rosalind Franklin descubrió la estructura del ADN, sin embargo, sus compañeros de laboratorio James Watson y Francis Crick la publicaron sin incluirla. Ellos obtuvieron el premio Nobel en 1962. La escritora francesa Olympe de Gouges una de las grandes ideólogas de la Revolución francesa, publicó en 1791 el libro Declaración de los Derechos de la Mujer y de la Ciudadana, que iniciaron la nueva república. Sin embargo, el fiero Robespierre le prohibió participar en política, ella se negó y el dictador la mando a la guillotina donde murió decapitada y deshonrada. Ada Byron hija del poeta Lord Byron fue poeta, novelista y matemática. En 1843 la revista Scientific Mmoires publicó su profundo análisis de la maquina de Charles Babbage que fue la primera computadora. Ella fue al única persona de su tiempo que lo comprendió y mejoró considerablemente creando el lenguaje que daría origen a las tarjetas perforadas, precursor de los actuales idiomas cibernéticos. Sin embargo, su editor la obligó a firmar con sus iniciales y cuando los matemáticos de su tiempo supieron que era una mujer la descalificaron. Camille Claudel fue una gran escultora, primero modelo y después alumna y amante de su maestro Auguste Rodin. Muchas de los obras del autor en realidad fueron realizadas por ellas, pero su maestro le prohibió que lo dijera. Cansada del engaño, ella amenazó con decir la verdad, pero la sociedad machista de su tiempo la ignoró y además la acusaron de delirios de grandeza y acosadora del insigne profesor. Por presiones de Rodin y de su propia familia pasó los últimos 30 años de su vida internada en un hospital psiquiátrico. El conocidísimo director de cine Alfred Hitchcok, un icono del cine negro, siempre exigió que en sus películas apareciera él como guionista. Sin embargo, la verdadera autora de sus guiones y de muchas de las escenas más impactantes de sus filme, fue su esposa Alma Reville. Ninguno de los productores o actores que se hicieron famosos por estas cintas, hizo el menor intento por reconocerla o defenderla. En los primeros años del siglo XX aparecieron unos cuentos y novelas en serie que alcanzaron gran popularidad por su manejo y libre y desenfadado de la sexualidad. Estaban firmados por Willy, seudónimo del escritor Henry Gauthier. Pero la autora era Colette, a quien su esposo, quince años mayor que ella, le prohibió que los publicara con su nombre propio. Felizmente ella logró divorciarse y después sería actriz de teatro, vodevil y siguió escribiendo aunque toda su vida luchó contra la sociedad que pretendía desconocerla. Un ejemplo de convivencia sana y libre lo dieron Simone de Beauvoir y Jean Paul Sartre. Fueron pareja durante toda su vida, sin casarse y sin vivir juntos. Cada quien escribía lo suyo y a su vez fueron famosos y gozaron de reconocimiento mundial. Sin embargo, en sus primeros años participaron en un concurso de filosofía, en el cual debieron haber quedado empatados, pero a Sartre le dieron el primer lugar y a Simone el segundo. Después ella escribiría El segundo sexo que es un libro imperdible para quien se considere feminista de verdad. Ahora sólo nos falta reconocer a las mexicanas que han tenido que destacar a pesar de sus cónyuges, familiares y la represora sociedad de nuestro país. 

 

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