Este pasado fin de semana concluyó en Mérida la 17ª Cumbre de Premios Nobel de la Paz que reunió a 30 laureados y su lema para esta reunión era “Dejemos una Huella por la Paz”. Acudieron personas de la vida cultural, política y del escenario; aunque no necesariamente personajes. Y como suele suceder en estos magnos eventos, las expectativas suelen ser muy superiores a los resultados. Si bien es cierto que hablando de la paz caben en ella una gran variedad de temas, también es verdad que en esta cumbre hubo participaciones poco valiosas. Diego Luna, Miguel Bosé y Ricky Martin se dedicaron a defender el matrimonio igualitario y los derechos de los homosexuales, muy meritorio, pero fuera de contexto. Y después de ello hubo un coctel de asuntos, desde el desarme nuclear, la contaminación ambiental, el calentamiento global y muchos más. Decepcionante la muy esperada participación de Rigoberta Menchú quien con pobre discurso relató lo que hizo hace muchos años, pero sin aportar nada nuevo. La expresidenta de Liberia Leymah Gbowee que obtuvo el galardón por terminar de manera pacífica la guerra civil de su país y haber sido la primera mujer presidente de esa nación, desaprovechó la oportunidad de describir los mecanismos políticos pacíficos para obtener la paz ciudadana y se dedicó a clamar porque se acabe la guerra de las drogas, sin propuesta alguna. Y en un país que en el complejo asunto del narcotráfico no tiene presencia mundial. Sin lugar a dudas, la mejor participación fue la del expresidente de Colombia, Juan Manuel Santos, quien fue premiado por haber logrado el acuerdo de paz de su gobierno con la guerrilla de las FARC, conflicto que tenía más de medio siglo. Santos destacó la posibilidad real de obtener conciliación entre grupos sociales confrontados. Señaló que lo que se vivió en su nación hace años, sigue ocurriendo en varios países. Y todavía más, aseguró con firmeza que la manera de terminar con el devastador cataclismo de la guerra del narcotráfico es legalizar el cultivo, mercado y uso de la mariguana y la coca. Propuso que sea el gobierno quien se haga con el control. Comentó la frase de Winston Churchill cuando visitó Estados Unidos en tiempos de la prohibición del alcohol que dio origen a La Mafia “…curioso país es éste donde las ganancias del licor se las entrega a los delincuentes, en Inglaterra se las lleva el fisco…”. Comentó también que los países que se atreven a legalizar estas sustancias, terminan de golpe con el tráfico ilícito de armas, las bandas del crimen organizado, la involucración de niños y jóvenes en el consumo temprano y la violencia callejera. Los gobiernos de muchas naciones son ya los controladores de la producción, venta y regulaciones del alcohol y el tabaco, ¿por qué no habría de poder serlo también con la cannabis y la coca? De cualquier manera el consumo existe y nunca se ha detenido. Curiosamente, la Ley para la Protección de los No Fumadores sí ha logrado reducir el hábito de fumar. No hay publicidad de cigarrillos en los medios de comunicación, se instalaron avisos de riesgo en las cajetillas y se disminuyeron considerablemente los anuncios de cervezas y licores ¿Y que ha ocurrido? Que una cerveza mexicana y varias marcas de tequila se venden profusamente en todo el mundo generando una gran cantidad de divisas. Los países que sí adoptaron el control como Holanda y Portugal han reducido considerablemente la violencia y las guerras de bandas. En Cataluña se tiene ya un gran control de los usuarios de cocaína y cristal, gracias a los centros tolerados para los adictos y que están bajo el control del gobierno provincial. Finalmente, este tema resultó ser uno de los más propositivos en la 17ª Cumbre. Y, ¿cuál fue el gran tema ausente? Las migraciones que afligen a todo el mundo pasaron casi desapercibidas. Claro que sí hubo una mesa redonda llamada “Demografía Global. Personas en Movimiento”, pero los discursos fueron simplemente para señalar que es un gran problema (gran cosa, eso ya lo sabíamos) pero no hubo ni una sola propuesta verdaderamente original, no hubo soluciones, solo quejas. Como suele ser en estas reuniones multinacionales, hubo eso sí, mucha música, bailes, sesiones fotográficas y publicidad política. Lo bueno es que siempre hay una perla rescatable. En esta ocasión las propuestas de Juan Manuel Santos.