El pasado miércoles 7 de agosto, seis exsecretarios de Salud, los médicos Guillermo Soberón, Julio Frenk, José Ángel Córdova, Mercedes Juan, José Narro y el economista Salomón Chertorivski, después de largas conversaciones, se reunieron para escribirle una carta al presidente López Obrador, en la cual le piden que dé marcha atrás en su idea de desaparecer el Seguro Popular. Este sistema de salud fue creado en 2003 por idea precisamente el Dr. Julio Frenk Mora, un distinguido experto en salud pública de reconocimiento mundial. De manera que la idea de este sistema de cobertura no fue una ocurrencia o puntada de un político cualquiera. Tal vez lo más importante es que también le pidieron al Congreso de la Unión que haga valer su autoridad sobre el Ejecutivo y no le permita tomar esa decisión a título personal, como muchas otras que ha tomado. Finalmente tendrían que ser los señores senadores y diputados quienes estuvieran convencidos de los grandes beneficios del Seguro Popular. Pero ¿por qué está pasando todo esto? Primeramente hay que recordar que hace 66 años el presidente Manuel Ávila Camacho creó el IMSS. En su tiempo fue una maravilla, por fin después de muchos años de miseria, la salud pública tenía dinero que provenía del mismo trabajador, del patrón y del gobierno. Se hicieron hospitales y clínicas por doquier, con buenos instrumentos, médicos y enfermeras bien pagados. Y sobre todo un enorme beneficio para el pueblo que por fin tenía atención de calidad, cirugías oportunas, hospitales dignos y los medicamentos necesarios, todo sin costo. Para 1959, el presidente Adolfo López Mateos creó el Issste para dar el mismo servicio, solo que dirigido especialmente a los burócratas. Algo que muchos expertos en salud social aseguran que no debió haberse hecho porque creó una diferencia de categoría, un clasismo social que todavía persiste. Además de crearon dos mandos con dos sindicatos y dos presupuestos. El mismo presidente López Mateos en 1961, inauguró el magnífico Centro Médico Nacional, un complejo hospitalario nunca antes visto, pletórico de la más innovadora tecnología, con edificios artísticos, arquitectónicamente bien planeados. El éxito fue inmediato, la salud pública alcanzó niveles de gloria que no se habían logrado en toda la historia. Entonces comenzaron los errores. Aún cuando ambas instituciones tienen como labor primordial la búsqueda de la salud, ninguna de ellas ha sido dirigida por médicos. Solamente durante el sexenio de Díaz Ordaz, el eminente médico Dr. Ignacio Morones Prieto lo dirigió con gran acierto el IMSS y fue cuando logró reconocimiento internacional. El Issste nunca ha sido conducido por un médico. Todos los jefes han sido abogados, economistas, pero sobre todo políticos. Sucedió lo que tenía que pasar, ante la grandiosa fortuna de recursos, los dirigentes comenzaron a meter mano y apareció la escasez y el mal servicio. Habían quedado sin atención médica los pequeños empresarios, los profesionistas no afiliados y los trabajadores no empleados. Para ello el Dr. Frenk ideó el Seguro Popular, una brillante idea, porque se les daba la oportunidad de recibir atención médica, mediante un pago anual. ¿Por qué no funcionó? Porque el IMSS y el Issste protestaron y se negaron a colaborar. Además los centros de atención de la misma Secretaría de Salud se vieron afectados porque se les vino encima una gran cantidad de pacientes, pero no se les dio a los hospitales y centro de salud el personal médico, paramédico, instrumentos y medicamentos suficientes, porque eran otra dependencia. Entonces llegamos al absurdo de tener cuatro sistemas de salud, la Secretaría, el IMSS, el Issste y el Seguro Popular y todos eran insuficientes, descoordinados, empobrecidos y endeudados. El presidente López Obrador enterado de esto, enarbola su emblemática bandera de la anticorrupción y desparece por amputación al Seguro Popular ¿Y por qué no a las otras tres, si todas están igual de disfuncionales? Los exsecretarios, con la experiencia, le piden que reflexione y antes de desaparecer un servicio que está funcionando, aunque mal, corrija el pésimo estado de las cuatro dependencias. Señor Presidente, por un mínimo de cordura escuche a los expertos. Una enfermedad sistémica se corrige aplicando la terapia total, no amputando un miembro que funciona.