Revolución que transa es revolución perdida / y II - LJA Aguascalientes
22/11/2024

Otra vez Madrazo. Al prevenir de un insensible desliz pragmático, enfatizó: “Debemos abrir la puerta, con valor, a la discusión de los problemas nacionales… En la medida en que sostenemos causas impopulares perderemos terreno… Un partido mudo carece de mensaje y no es partido porque no aglutina, ni tiene nada que decir… Actuar siempre. Hablar cuando sea preciso…. No debemos olvidar un principio ortodoxo: sin teoría revolucionaria no puede haber práctica revolucionaria”.

Reyes Heroles, cuando el país vivía el agotamiento del modelo de desarrollo estabilizador, afirmó: “… No queremos engañar diciendo que ya llegamos a un lugar que no existe: Utopía… México necesita crear riqueza y repartirla. Romper el círculo vicioso de la miseria… No queremos una sociedad amenazada por un doble temor: el temor de muchos al hambre, a la inseguridad; y el temor de pocos a perder lo mucho que tienen cuando los muchos que no tienen o casi no tienen lleguen a la desesperación”. Por ello, dijo, “en este Partido no tienen lugar los económicamente poderosos ni aquellos que los sirven…”. Así fue hasta que nos alcanzó el neoliberalismo.

Luego de evidenciarse los nocivos efectos sociales del nuevo modelo liberal que apenas iniciaba, Colosio denunció “un México con hambre y con sed de justicia… Como partido de la estabilidad y la justicia social, nos avergüenza advertir que no fuimos sensibles a los grandes reclamos de nuestras comunidades; que no estuvimos al lado de ellas en sus aspiraciones; que no estuvimos a la altura del compromiso que ellas esperaban de nosotros”.

  1. Audaz pragmatismo. Ante realidades plurales y diversas (incluso contradictorias) en política es válido y hasta necesario saber pactar y acordar. Generar la suma de compromisos y voluntades para afrontar y resolver problemas sociales, económicos y políticos. Conciliar para avanzar. Eso es muy diferente a transar. Algunos confundieron conceptos. 

La tecnocracia neoporfirista inició una cada vez más inescrupulosa era de concesiones ideológicas, desmantelamiento de la estructura de bienestar social -deficiente e incompleta, pero ahí estaba-, de abandono de la responsabilidad del Estado en la justicia, la seguridad pública y la seguridad nacional; de someter la sociedad nacional a la dictadura del mercado. Y un enorme desparpajo en corrupción e impunidad.

La verdad, ello venía desde los residuos del viejo populismo (hay quienes insisten que no se trata de populismo, ayer y hoy, sino simplemente de demagogia), comenzó ese viraje, principalmente 1) al seguir propiciando la acumulación de capital y el fortalecimiento del poder económico capaz de retar al Estado; 2) al pretender combatir con fraseología de “izquierda” y desplantes populacheros, la dura realidad económica mundial; 3) al no advertir ni prepararse para los cambios en el entorno global de crisis del Estado de Bienestar y el surgimiento de la globalización del capitalismo financiero; y 4) generar la crisis fiscal del Estado, detonador de la crisis general del sistema.

  1. Vueltas en círculo. No conocer ni comprender la historia significa estar condenados a vivirla una y otra vez como drama, como comedia y como tragedia.

El tránsito hacia la democracia electoral fue buen recurso retórico para olvidarse de la democracia social. Democracia electoral a la medida del poder económico (la fetichización de las relaciones económico-sociales reproducidas en las relaciones políticas, puede ser tema de otras reflexiones), pero, como toda democracia “occidental” no fue diseñada para plantear y resolver con la voz y la voluntad de los ciudadanos la problemática social y humana. Fachada para encubrir la dictadura del mercado. Pese a ello, fue bienvenida porque daba espacio a oportunidades abiertas de renovación y vigorizamiento de la acción política congruente con origen y destino. 

Dijo Reyes Heroles: “El triunfo electoral de nuestros adversarios es una autoderrota y debemos rápidamente eliminar todo aquello que nos condujo a ella… La palabra revisión es clave para la acción revolucionaria… Reformas revolucionarias, no reformistas; reformas rápidas y profundas, armonizadas con el todo social de modo que su adopción no resulte contraproducente al objetivo de justicia social y libertad política que perseguimos…”. Tal vez esto último fue de lo que carecieron “las reformas estructurales”.

Las lecciones del pasado y del presente deben mostrarnos, si sabemos leer las enseñanzas de la historia, “la facultad de nuestro Partido para adaptarse a las variables condiciones del país y también para convertir éstas en punto de partida para lograr condiciones nuevas”.

El partido debe ser capaz de ofrecer todavía amplias perspectivas para seguir progresando, saldar la deuda histórica de la desigualdad, la exclusión, la pobreza, acabar con la brutal inseguridad ciudadana y el despiadado baño de sangre. “La línea histórica de México, sociedad laica, revolución social, garantías sociales… [son] los mejores instrumentos para hacer frente a todos los intentos abiertos o encubiertos, directos o indirectos” tendientes a desestabilizar la República, embates disfrazados ya sea de rudo economicismo o de progresismo social.


“Debemos ser la vanguardia del gran pueblo mexicano”, sentenció Reyes Heroles en 1972. La cuestión es si en 2019 aún existe esa oportunidad o, acaso, fue arrebatada por el tiempo.

 

(*) Venustiano Carranza, en las pláticas de La Casa de Adobe. 1911.

 


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