El género es una de las variables que más influye en los patrones de movilidad de las personas, por lo cual entenderlo con detalle ayudará a diseñar mejores políticas de transporte. Un estudio reciente (International Transport Forum, 2018) examina los patrones de movilidad por género en ocho ciudades del mundo: Auckland, Dublín, Hanoi, Helsinki, Yakarta, Kuala Lumpur, Lisboa y Manila. ¿Cuáles son los resultados del estudio? Veamos.
La división del trabajo por género en los hogares de esas ciudades hace que las mujeres realicen un mayor número de actividades diarias, lo que a su vez hace más probable que se desplacen distancias más cortas, pero más frecuentes, que realicen más traslados no relacionados con el trabajo, que se transporten con mayor frecuencia fuera de horas pico e incluso que utilicen en mayor medida el transporte público y los taxis. Asimismo, las mujeres tienden a tener patrones de movilidad más complejos que suelen incluir una mayor diversidad de orígenes, destinos y horarios, por lo cual las mujeres tienden encadenar o vincular sus traslados diarios, a diferencia de los hombres, quienes suelen tener horarios más fijos o regulares. Igualmente, la presencia de niños en un hogar influye más en los patrones de movilidad de las mujeres que de los hombres, pues, según el estudio, las mujeres tienen una mayor probabilidad de llevar y recoger a los niños de sus casas y escuelas, lo que hace que las mujeres cambien constantemente sus recorridos.
En ese sentido, aunque los patrones de movilidad en el mundo están cambiando tanto para los hombres como para las mujeres, y tienden a converger cada vez más a medida que más mujeres ingresan a la fuerza laboral, obtienen educación superior y se desarrollan en nuevas áreas profesionales y de conocimiento, la brecha de género en términos de movilidad continúa siendo significativa, y requiere una mayor atención para implementar políticas más equitativas.
Por ejemplo, la operación de los sistemas de transporte público debería considerar de mejor manera las necesidades y preferencias de las mujeres, pues su uso puede verse afectado no sólo por el diseño de las unidades, que puede reducir la facilidad para trasladarse con niños pequeños, sino también por los horarios y las rutas de operación, las cuales tienden a responder de mejor manera a patrones de movilidad relacionados con los lugares de empleo, mismos que, en las ciudades analizadas, satisfacen de mejor manera las necesidades de movilidad de los hombres. Los servicios de transporte neutrales al género o con un mayor nivel de equidad, por tanto, deben operar con horarios más amplios y con mayor cobertura para proveer una mayor conectividad y accesibilidad a las mujeres; facilitar la transferencia entre rutas y unidades sin un costo adicional; y, desde luego, garantizar que el diseño de las unidades y la infraestructura sean adecuadas para las necesidades específicas de las mujeres.
Más aún, la inseguridad en el transporte público continúa siendo una condenable realidad que afecta en mayor medida la movilidad de las mujeres que la de los hombres. Por ello, mejorar la seguridad en el transporte público, y en general en todos los modos de transporte, debe ser una prioridad de los gobiernos para garantizar que las mujeres puedan desplazarse de manera cómoda, y eficiente. Como sugiere el estudio, lo anterior también permitiría desincentivar el uso del automóvil en ciudades congestionadas, pues mejorar la experiencia en el transporte público para todos los usuarios podría contribuir a mantener o aumentar el número de viajes diarios en ese modo de transporte.
En ese sentido, existen regulaciones y tecnologías que pueden mejorar la seguridad en el transporte, como la implementación de sistemas más estrictos de idoneidad de los conductores; la provisión en tiempo real de información sobre vehículos, conductores, rutas, horarios, entre otros; la instalación de dispositivos de emergencia en las unidades; la contratación y capacitación de mujeres conductores; una mayor coordinación con los cuerpos de seguridad; y el fomento de la educación y concientización en relación con el transporte y la movilidad. Estos mecanismos pueden implementarse con mayor facilidad mediante aplicaciones móviles, dispositivos GPS, entre otras tecnologías.
En conclusión, en el mundo aún existe una importante brecha de género en cuanto al transporte urbano, especialmente en países en desarrollo como México, lo que limita considerablemente la movilidad de las mujeres. Esperemos en nuestro país se promuevan con mayor decisión políticas de transporte que consideren la perspectiva de género para promover la equidad e inclusión en las ciudades.
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Referencia
Understanding Urban Travel Behaviour by Gender for Efficient and Equitable Transport Policies. Wei-Shiuen Ng and Ashley Acker. International Transport Forum. 2018