Hace doce días que el Ejecutivo puso a consideración de lo que formalmente los integrantes de la Cámara de Diputados reconocen como “soberanía”, la designación de Arturo Herrera Gutiérrez, como secretario de Hacienda y Crédito Público. En Sesión Extraordinaria del mismo órgano legislativo federal, el jueves 18 fue ratificado ese nombramiento, hecho de la mayor importancia para la economía y la salud del país. Sin embargo, dicho nombramiento acusó de las novedades de los tiempos por los que ahora transita México; no todas las fuerzas políticas parlamentarias refrendaron la propuesta presidencial, los legisladores de Acción Nacional, en pleno, así como un par de diputados morenistas, la escasa diputación perredista, y un representante de Encuentro Social, votaron en contra.
En el posicionamiento de los panistas respecto a su voto, expusieron que no era contra la persona, era contra la propuesta del Gobierno Federal, a la que no encontraban sustento en el rumbo y estrategia para llevar a la economía nacional a un mejor escenario y circunstancia para su desarrollo y crecimiento. Asimismo, Antonio Ortega, diputado perredista aguascalentense, a nombre de su bancada, igualmente cuestionaba la errática política económica del lopezobradorismo, misma que, afirmó, llevaría a México a una crisis de grandes proporciones.
Por su parte, el morenismo legislativo, en el ejercicio de su privilegio “democrático”, aplicó su mayoría y llevó consigo a sus aliados de cepa, a los partidos del Trabajo, Verde Ecologista de México, Encuentro Social, así como a esos partidos bisagra de la 64 Legislatura, a saber, Movimiento Ciudadano y Revolucionario Institucional, para sacar el compromiso con el presidente López Obrador. El resultado habla por sí mismo, y nos dice que este país, en estos momentos críticos, en el ámbito económico, no va unido. Hay visiones diferentes de la situación que vivimos, así como de sus causas, y, por supuesto, de la ruta que debemos tomar para superar el momento.
El Gobierno Federal está empeñado en sólo mirar “sus” datos, en ver en todos y cada uno de los que le señalan otra perspectiva, como amenazas conservadoras, neoliberales, cuando se trata de instancias internas, nacionales, ya sean empresarios, académicos o representantes de la opinión pública, todos están, en su entendedera, confabulados para abortar el noble proyecto que reconocen como la 4a. Transformación. Asimismo, si la opinión contraria llega desde los organismos internacionales, públicos o privados, especializados en los temas económicos globales, el propio presidente los descalifica y tilda de desconocedores de la “verdad” verdadera que sólo él y su funcionarios conocen.
El punto es que el nuevo secretario de Hacienda, Herrera Gutiérrez, no la tiene nada fácil, así que no era gratuita aquella imagen que tuvieron a bien obsequiarnos los medios masivos de comunicación y las “benditas” redes sociales aquella noche del 9 de julio en su designación en Palacio Nacional.
Las perspectivas de las calificadoras internacionales ya ponen el crecimiento de México para éste 2019 abajo del 1%, otras ya hablan de una clara recesión técnica en el crecimiento económico nacional. El desempleo está creciendo de manera significativa, y el déficit fiscal amenaza con fuerza la estabilidad del país. Pero ¿estamos siendo pesimistas, como afirma la 4aT? Me temo que debemos ser muy cuidadosos con los números que nos comparten los especialistas y, en la medida de lo posible, coadyuvar a revertir esa tendencia ominosa.
Estamos a semanas de la presentación y evaluación de los Criterios Económicos para el 2020, mismos que serán la base de la propuesta del paquete económico nacional que habrán de discutir esos mismos diputados y senadores que integran la representación popular y a la federación, y su margen de maniobra es cada vez más estrecho. Junto a ese proyecto económico, va en suerte de estados y municipios, que cada vez ven con mayor ansiedad el futuro inmediato que los azora, porque compromete de manera significativa su desempeño y funcionamiento. Mejorar la calidad de vida de los mexicanos está hoy por hoy, comprometida.
Entre el 9 de julio y hoy, se ha hecho un silencio económico sordo, no porque haya dejado de ser tema, sino que esa incertidumbre oficial, es realmente preocupante. Las señales bajaron su intensidad, pero las causas y motivaciones ahí están. Esperemos que el gobierno y su único vocero, que es el presidente, no terminen sólo politizando el asunto y se refugien en ese lugar común de que la responsabilidad de todo está en las administraciones pasadas, en el fantasma del espíritu del neoliberalismo exorcizado recientemente por López Obrador, en la eterna perversión de Calderón.
Es tiempo, de actuar, de que el presidente se decida finalmente a gobernar el país. A conocer objetivamente la realidad nacional, identificar los problemas y sus raíces y hacer algo en consecuencia, para resolverlos. Tomar decisiones, las necesarias, y dirigir el gobierno con un rumbo definido, claro. Hacer aliados, unir a los mexicanos todos. Recuperar socios, dar confianza, seguridad. Tiene López Obrador, aún, un gran apoyo popular, hay que redireccionar su ímpetu y fuerza, hacia la construcción de una sinergia positiva.
México exigió un cambio, lo hizo, pero para mejorar, para avanzar. Ciertamente en nuestro país conviven muchos Méxicos, es una realidad, pero el propósito es ir caminando en un sentido que lo vaya unificando. No todos debemos pensar igual, somos los mexicanos ricos en nuestra personal diversidad, en nuestra individualidad, y valoramos el respeto a nuestra libertad, pero no dejamos de vivir en sociedad.
Esperemos que el secretario Herrera encuentre su faro en medio de esta tormenta y pilotee la economía mexicana a aguas más seguras.